LA IMAGEN

Este bebé con el rostro sin codificar (no hemos logrado averiguar el criterio por el que unos sí y  otros no) es guapísimo y parece muy sano. Cabría preguntarse, pues, qué rayos hace en la incubadora, pero algo hará, no te meten en esa caja de plástico por capricho. Lo cierto es que buscábamos una imagen que metaforizara a la España actual, que es de lo que va este número, y se nos ocurrió la de un bebé en una incumadora. ¿Por qué? Porque tenemos algo de país joven, de país recién nacido, al menos en la medida en que somos capaces de reinventarnos cada siglo, incluso cada década. Pero esta vez hemos venido al mundo con alguna insuficiencia respiratoria o renal, con algún déficit económico, con alguna burbuja inmobiliaria. Quizá hemos nacido prematuramente al capitalismo salvaje y nos han metido en el útero artifical, para completar el proceso. De modo que ahí estamos, cuidados por una manos enguantadas que pertenece a la iniciativa privada aunque el hospital es público. Nos parece asombroso que Berlusconi no reconozca la frontera entre los intereses particulares y los generales, pero nosotros estamos, como país recién nacido a una crisis del copón, en una encrucijada semejante. Gobernados por los socialistas, nos administra el biberón una matrona capitalista. La combinación parece imposible, pero no sería correcto mostrarse pesimista frente al espectáculo de un bebé tan seductor. Después de todo, hay mucha vitalidad en esa mirada, mucho coraje en esos dedos que ensayan la construcción del puño, mucha hambre en esa boca. O sea, que saldremos adelante.