Vicente Ferrer y Rouco: cristianismo de verdad y de mentira
Gustavo Vidal Manzanares
El Plural
Con mucho dolor recibí el viernes la noticia del fallecimiento de Vicente Ferrer, uno de esos hombres que nos permiten confiar, de vez en cuanto, en el género humano, un auténtico seguidor de Cristo frente al “cristianismo de salón” de los Rouco´s boys. Vicente Ferrer había nacido en Barcelona el 20 de abril de 1920. Entre las alambicadas arterias del casco viejo condal sintió una llamada religiosa que lo llevaría hasta la Compañía de Jesús.
El 13 de febrero de 1952 atracó en Bombay. El hambre, las enfermedades, la insultante injusticia… a su alrededor palpitaba un escenario comparable con el más truculento averno de Dante.
Pero Ferrer decidió combatir aquel infierno. Jamás alegó que “quien está mal es porque se lo ha buscado”, “las ayudas son para quienes se las merezcan” u otras crueles falacias del catecismo neocon, tan jaleadas por muchos que se autoproclaman cristianos.
Pronto las manos delicadas de este religioso se cubrieron de callosidades mientras construía un pequeño hospital para los excluidos. A esto siguió un colegio y numerosos pozos de agua. Con un carro y dos bueyes repartía trigo a los estómagos desheredados. Predicaba con su ejemplo, y no con el sonsonete de sermones, homilías y moralina medieval.
Obviamente, las autoridades civiles y religiosas comenzaron a recelar. El 27 de abril de 1968, un burócrata sin alma firmó su orden de expulsión. Como protesta, cientos de miles se manifestaron en el Estado de Maharastra. Y cuando su marcha parecía inevitable, el gobernador de Andhra Pradesh, una zona podrida de miseria, le autorizó a permanecer en su Estado.
Pero quienes sí lo expulsaron fueron los jesuitas… “bien está hablar del Evangelio, pero eso de cumplirlo ya es otro cantar” debieron pensar aquellos nuevos fariseos.
Libre de la hipocresía jesuítica, Vicente Ferrer creó RDT (Rural Depevelopment Trust o Consorcio para el desarrollo rural), preludio de la Fundación Vicente Ferrer (FVF) que apadrina hoy a más de 135.000 niños desamparados.
Los frutos de RDT y FVF son dulces, limpios y cristianos… casi 40.000 viviendas, tres hospitales generales, centro para enfermos de SIDA, 14 clínicas rurales, 1.696 escuelas y centros de enseñanza, 120 bibliotecas para 158.000 alumnos de primaria y secundaria, centros especiales para ciegos, sordos y disminuidos psíquicos, miles de pozos de agua, 2.300 embalses, tres millones de árboles frutales…
¡Qué diferente todo lo anterior de esa iglesia rouconiana que ampara, justifica y fomenta heces mediáticas para que injurien, mientan y calumnien, a veces en nombre de Dios por más que no sirvan a otro dios que su bolsillo, su vanidad y sus demonios mentales! ¡Qué diferente la obra de Ferrer de quienes llenan plazas para imponer una moralina gótica impregnada de odio! Los últimos años, Vicente Ferrer recibió numerosos galardones: Gran cruz del mérito civil, Príncipe de Asturias de la concordia, etc. Pero estoy seguro de que esos oropeles le importaban muy poco.
El veinte de marzo, una embolia comenzó a apagar la luz de este misionero. Finalmente, el pasado viernes se extinguió el aliento de este cristiano verdadero.
Sus restos, a petición propia, descansarán en la ladera de una de las montañas de Anantapar, bajo el beso húmedo de los vientos de la India.
Hasta siempre, padre Vicente Ferrer.
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor
Cele -Celestino-
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