No hay interés semejante al interés común,
al bien universal.
Los intereses, como la libertad, tienen su
límite en el derecho ajeno que se ha de
respetar.
Lo que a mí me interesa debe ser
confrontado con lo que a otros
conviene.
No se puede expropiar la libertad
ajena al amparo de falsas pretensiones.
Mala es la prepotencia de quien, por
fuerza o maña, avasalla la cerca de
la dignidad ajena.
Antes de reclamar exígete a ti mismo
no dañar a ninguno.
José L. Gago De Val
|