Permaneciendo abiertos al amor Paulo Coelho
El amor transforma, el amor cura. Pero a veces el amor construye trampas
mortales, y termina destruyendo a la persona que decidió entregarse por completo.
¿Qué sentimiento complejo es éste que - en el fondo - es la única razón para
continuar vivos, luchando, procurando mejorar?
Sería una irresponsabilidad intentar definirlo; porque, como todo el resto de
los seres humanos, yo solamente consigo sentirlo. Se escriben miles de libros,
se estrenan obras teatrales, se producen films, se crean poesías, se tallan
esculturas en madera o mármol, pero, a pesar de ello, todo lo que el artista
puede transmitir es la idea de un sentimiento, pero no el sentimiento en
sí mismo.
No obstante, aprendí que este sentimiento está presente en las pequeñas
cosas y se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que tomamos;
por lo tanto, es necesario tener el amor siempre en mente cuando actuamos
o dejamos de actuar.
Coger el teléfono y decir la palabra de cariño que postergamos.
Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda.
Aceptar un empleo.
Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para después. Pedir perdón
por un error que cometimos y que no nos deja en Paz.
Exigir un derecho que tenemos. Abrir una cuenta en el florista, que es más importante que la del joyero.
Poner la música bien alta cuando la persona amada esté lejos,
pero bajar su volumen cuando se halla cerca.
Saber decir "sí" y "no", porque el amor lidia con todas
las energías del hombre. Descubrir un deporte que pueda ser practicado por ambos.
No seguir ninguna receta, ni siquiera Las contenidas en este párrafo;
porque el amor requiere creatividad.
Y cuando nada de eso sea posible, cuando lo que resta es apenas soledad,
entonces acordarse de una historia que un lector me envió una vez: "Una Rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna
venía a posarse en sus pétalos.
La flor, sin embargo, continuaba soñando. Durante sus largas noches
imaginaba un cielo donde volaban muchas abejas que venían a besarla
cariñosamente. Así conseguía resistir hasta el día siguiente, cuando
volvía a abrirse con la luz del Sol.
Cierta noche, conociendo la soledad de la Rosa, la luna preguntó: - ¿Tú no estás cansada de esperar? - Quizás. Pero tengo que seguir luchando. -¿Por qué? - Porque si no me abro, me marchitaré."
En los momentos en que la soledad parece destruir toda la belleza,
la única manera de resistir es continuar abiertos.
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