NATACHA RAMBOVA – Delicioso demonio
Nacida el 19 de enero de 1897 en el seno de una rica familia de mormones de Utah (Estados Unidos), Rambova era hija de una mujer emprendedora, que llegaría a hacerse millonaria con su empresa de decoración de interiores, y de un aventurero. Sus padres conformaron una familia típica: fue un fracaso casi desde la noche de bodas y culminó en el divorcio. Con su padre en un extremo del país tratando de sobrevivir a su alcoholismo y con su madre, en el otro extremo, empezando su carrera de millonaria, Rambova fue criada por una tía cariñosa. A pesar del afecto y los cuidados, siempre fue una niña solitaria que se refugió en el mundo de la mitología y las leyendas. El nombre que le habían dado sus padres era Winifred Shaughnessy. Ella lo cambió cuando, al comienzo de su juventud, pasó a formar parte de la compañía rusa que el bailarín Theodore Koslov había armado en los Estados Unidos. Al ingresar, las bailarinas norteamericanas optaban por seudónimos que parecieran rusos. Koslov -maestro y amante de Rambova- era un bailarín bastante conocido en el mundo internacional de la danza, una figura que había bailado con las principales estrellas del ballet de principios de siglo (desde Nijinsky a la Pavlova). Apenas pudo tomar el control de una obra, Rambova demostró que estaba poseída por una especie de demonio exuberante: ya desde sus primeras escenografías, direcciones artísticas y vestuarios, Rambova se remitió a un mundo visual recargado de imágenes fabulosas. Un mundo barroco y sofisticado, que remitía a los mitos y leyendas de su niñez. Uno de sus primeros trabajos en vestuario y ambientación fue el que realizó para la Danza azteca, una fantasía en ballet que interpretaba junto a su admirado Koslov.Alla Nazimova, una estrella hollywoodense nacida antes de que existieran las estrellas hollywoodenses, fue la que la introdujo en el mundo del cine. Como casi todas las mujeres importantes que rodearon a Rambova, Nazimova era lesbiana. Michael Morris, que merece el mayor de los reconocimientos por esta biografía, sin embargo, intenta demostrar -llegando a extremos ridículos- que ni Rambova era lesbiana ni Valentino era homosexual. Según Morris, cuando Rambova y Valentino se conocieron hubo un estallido. Aunque no explotó ninguna galaxia, ellos supieron, desde la primera mirada, que eran el uno para el otro. Fuera de algunos celos profesionales, la relación entre ambos fue maravillosa, casi de cuento de hadas. Según Morris, a ambos les hizo mal la fama, el dinero y la pérfida intromisión de Hollywood.El Valentino que presenta Morris es un macho latino que no da descanso a sus amantes. Una estrella del cine que no teme reconocer que fue prostituto para sobrevivir, un gran actor y un maravilloso ejemplar varonil. Valentino, según Morris, era casi un niño que encontró en Rambova, además del amor, a la persona capaz de negociar por él. Rambova no sólo consiguió mejorar la situación de Valentino, sino que lo creó. Un par de años antes de morir, por desencuentros que venían de lejos y por celos que sólo pudieron incrementarse desde que Valentino aceptó un contrato que dejaba afuera a Rambova, se separaron. Mientras ella hacía el vestuario y la dirección de arte de nuevas películas que intentaron crear canales de producción independientes; mientras ella también comenzaba a interesarse por las ciencias ocultas, por el espiritismo y la religiosidad antigua. Cuando él murió, Rambova estaba en Europa. El dolor la abatió. Estuvo días recluida, sin probar bocado. Pocos años más tarde, Natacha Rambova se casó con un noble español que había conocido en su retiro en las islas Baleares. A pesar de que el matrimonio terminó en separación -y muchos años más tarde, ella acordó facilitar la anulación-, Rambova se implicó seriamente en los comienzos de la Guerra Civil Española. Al principio, impulsada por su amor a la libertad y al arte, e influenciada por el conservadurismo de su marido, ella despreciaba a los republicanos. Pero cuando vio los horrores que cometía el bando franquista dejó de sentirse representada por él. Las tres décadas que Rambova vivió desde la disolución de su segundo matrimonio (a fines de los 30) hasta su muerte (en 1966), las dedicó a profundizar en el conocimiento de la simbología religiosa, especialmente de la egipcia. Gracias a sus contactos con algunas de las familias más ricas de los Estados Unidos, pudo interesarlos en financiar sus expediciones a Egipto y su proyecto de investigación sobre símbolos religiosos. Bella, extremadamente elegante hasta su vejez, Rambova fue uno de esos seres atípicos que cada tanto aparece en el mundo. Las casi siete décadas que vivió son apenas nada en la duración del universo, pero demasiado en la historia de la cultura moderna: como las estrellas fugaces, ella apenas brilló un instante, ese instante que ilumina para siempre el sueño de un niño que mira el cielo. Fuente:.clarin./
Cele -Celestino
|