Ella, lograr el mayor número de orgasmos posibles; él, tener erecciones que se mantengan el máximo de tiempo; ambos, llegar al climax de forma simultánea. Hoy en día, parece que nos planteemos más el encuentro sexual como una competición atlética, en lugar de verlo como una oportunidad para descubrir, reír y gozar junto al otro, cediendo espacio a la imaginación y perdiendo el miedo a fallar para, sencillamente, dejarnos llevar.
Sin miedo al fracaso
Al contrario de lo que podamos pensar, el deseo no sólo no está condenado a desaparecer en las parejas de largo recorrido, sino que, además, son éstas las que más fácilmente pueden llegar a disfrutar de encuentros sexuales realmente satisfactorio gracias a la confianza y la complicidad establecidas a lo largo de los años. Porque, reconozcámoslo, los primeros escarceos sexuales con una nueva pareja muchas veces son decepcionantes. "En los primeros encuentros sobredimensionamos el querer "quedar bien", y ello revierte en preocupación, autoexigencia y, sobre todo, miedo al fracaso", nos comenta el psicólogo y sexólogo Xavier Conesa. De hecho, en esos primero encuentros sexuales a menudo hay eyaculación precoz, así como dificultades en la erección en él o anorgasmia en ella porque existe una combinación de un deseo sexual muy poderoso y, a la vez, un componente de ansiedad, de miedo y de preocupación. Y este cóctel de sensaciones contrapuestas bloquea la sexualidad impidiendo que las cosas vayan bien". Así, a menudo, hasta que no somos capaces de relajarnos, no podemos empezar a disfrutar del sexo. En el momento en el que ya no nos sentimos obligados a deslumbrarlo porque sabemos que nos acepta a pesar de nuestras imperfecciones (¡o gracias a ellas!) empezamos a dejarnos llevar sin miedo, atreviéndonos a expresar nuestros deseos y a interrogar a nuestro compañero o compañera sobre lo suyos para intentar satisfacerlos.
Como nos explica el sexólogo y psicólogo Conesa: "El sexo lúdico y bien vivido que todos buscamos se da normalmente en fases posteriores de la relación, cuando la pareja está consolidada y los miedos iniciales desdibujados".
Variedad vs rutina
Proponer al otro una nueva postura para hacer el amor. Invitarlo a seguirnos en un nuevo terreno sexual, a intercambiar los roles... No significa que ya no nos guste lo de siempre, sino que, sencillamente, nuestro apetito a veces es diferente. La psicoterapeuta Eva Aguilar nos dice que "se podría comparar la sexualidad con una nevera llena de comida. si no tienes mucha hambre quizás coja sólo una ensalada. Pero si en otras ocasiones lo que te apetece de verdad es un potaje, es necesario coger muchos más ingredientes. Para poder disfrutar de una sexualidad rica y saludable es necesario contar con muchas opciones disponibles, para que siempre tengas "hambre".
Y no hace falta que todo sean platos gourmets, puede que un día nos apetezca comida rápida y no hay nada malo en ello.
Lo más importante es escuchar a nuestra pareja y a nosotros mismos, para que nuestro deseo se adapte en cada momento a aquello que nos apetece.
JOANA ARBIOL