Lugares, amados lugares
No, nunca he encontrado
el lugar del que pueda decir
este es mi sitio,
aquí debería quedarme;
ni he encontrado aquel ser especial
que reclame al instante
todo lo que poseo
incluido mi nombre.
Encontrar tal cosa parece probar
que no quieres elegir dónde
echar raíces, o a quién amar;
pides que te echen
de manera irrevocable,
de modo que no sea tu culpa
si el pueblo se torna monótono
y la chica una tonta.
Así, después de perderlas, estás
atado, nada menos que a actuar,
como si lo que plantaste,
ahora te destrozara.
Así que lo más sabio será que te abstengas
de pensar que aún podrías encontrar
sin nombrarlo hasta ahora,
tu mujer, tu lugar.