No dejes que decidan tu vida. ¡No te sigas ciegamente a los demás!
No todos les sirve lo mismo, lo que encaja en una vida, desencaja en otra,
a unos les sobra lo que a otros les falta.
Cada persona tiene su apetencia para vivir, y sus metas con qué soñar, y las tuyas,
no pueden suplirse con las de nadie, ni las de nadie cumplir el cometido de las tuyas.
La vida es una ciencia donde siempre se está creciendo y se está madurando,
aunque nunca lleguemos a su total culminación.
Sé agente libre de tu propia vida. La libertad no es un monstruo,
es un medidor de tu voluntad y tu carácter…
Lo que te deja respirar a tu anchas. Lo que te deja abrir alas y salir a volar.
Cree en ti misma, sin esperar a aprobación de todos para poder decidir.
¡Porque la inseguridad es capaz de hundir los mejores propósitos!
Acostúmbrate a vivir equilibrada, porque los excesos casi siempre arruinan la felicidad.
Te sentirás afianzada y segura, cuando tengas firmezas en tus creencias,
seguridad en tus decisiones, y aplomo en tu acción. Cuando tengas la frente
de una pensadora, el pecho de un luchador… ¡y la mirada de un niño!
Porque el ideal no baja a tus manos, tienes tú que ir a buscarlo en la cumbre.
Porque la vida no tira rosas a tu paso, tienes que cortarlas en el huerto que has cultivado.
Porque la tierra no regala los frutos. ¡Caen del árbol donde se enterró tú corazón!
Zenaida Bacardí de Argamasilla