Un 14 de abril de 1452, la rubia campesina analfabeta Caterina dio a luz a un bebé precioso, producto de su relación informal con Piero Da Vinci. A pesar de haber nacido fuera del matrimonio, Piero experimentó un fulminante amor a primera vista por su hijo y se hizo cargo del rubio tierno. Lo llevó a su casa, donde también pasó a ser idolatrado por su joven madrastra, quien le comparaba con un ángel por la belleza y dulzura de carácter del niño. Ávido de aprender y muy disciplinado desde chiquito, Leonardo era una esponja para absorber el conocimiento y en 1469, siendo un subyugador adolescente, entra a estudiar pintura al taller del Verocchio, quien ya era reconocido como gran maestro. Debido a una lesión, Leo pasó a utilizar solo la mano izquierda. Posó como modelo cuando su teacher hizo una estatua del legendario David bíblico, quedando plasmada en el bronce todo el caudal de belleza que hacía suspirar a hombres y mujeres por igual al verle pasar. Ya para entonces, Leo sabía que nunca se casaría pues prefería exclusivamente enredarse en amores con hombres. En 1470, el genio del joven Leo se reveló en su obra El Bautismo de Cristo, elaborada junto a su maestro Verocchio. En 1477 había encontrado favor con Lorenzo de Médicis y en 1478 los monjes de Scopeto le comisionaron la Adoración de los Magos, la cual quedó inconclusa.
Sin embargo, en 1475 Leo habría de pasar tremendo bochorno cuando él y varios otros alumnos de Verocchio se vieron acusados de sodomía y fueron llevados a juicio. Leo en 1482 se trasladó a Milán, donde estuvo bajo la protección de Ludovico el Moro, quien le comisionó una estatua que nunca llegó a realizarse. En Milán pintaríaLa Ultima Cena y La Virgen de las Rocas. En 1502 Leo hizo estudios topográficos y trabajó como ingeniero y arquitecto militar para el asesino César Borgia, hermano de la célebre Lucrecia.
Pero no sería hasta en 1504 que Leo pintaría la obra que es considerada el cuadro más famoso de toda la historia del arte occidental: La Mona Lisa o La Gioconda. Estaera una hermosa dama napolitana cuyo esposo Zanobi del Giocondo la adoraba. El retrato que hizo Leo de la bella napolitana refleja los gustos de la época, cuando las damas de alcurnia se rasuraban las cejas.
En 1507, harto de verse eclipsado en su tierra por Rafael y el malhumorado Miguel Ángel, Leo se fue hacia Francia donde entró al servicio del monarca Luis XII de Francia. Ya rico y famoso gracias a los servicios prestados en la corte francesa, Leo se dio el lujo de regresar a Roma en 1513, donde probó ser un generoso amigo de aquellos que le buscaban para que les ayudara. En 1515, Leo envió a la ciudad francesa de Lyon un león mecánico para la coronación del rey francés Francisco I, quien era apasionado amante del arte, la música y las letras. Francisco, deslumbrado por Leo, lo mandó a llamar para integrarlo a su corte, donde le cubrió de privilegios y mimos. La muerte de Leo se dio un 23 de abril de 1519 en el palacio de Cloux, cerca de Amboise. Falleció en brazos del monarca Francisco, quien lloró a moco tendido y comisionó una lujosa cripta para su adorado artista.
Leo como ser humano era una de las creaciones más prodigiosas de la naturaleza. Alto, esbelto, con una gran musculatura, ojos azules enormes, pelo rubio abundante y colochón, y un rostro de ángel, era un monumento de belleza masculina. Gozando siempre de buena salud, optó por el vegetarianismo dado que condenaba la matanza de los animales. Gran domador de caballos, trataba a estos nobles brutos con gran paciencia y dulzura. Cuando llegó a tener fortuna, tuvo varios corceles en sus establos, alimentándolos personalmente con delicadezas como avena dorada, peras y granos finos. Solía trabajar sin descanso, negándose a dormir 8 horas como todo el mundo. Leo acostumbraba hacer pequeñas siestecitas de 15 a media hora, y como era más hiperkinético que una gallinita de Guinea, afirmaba que el día era demasiado corto como para perder tiempo durmiendo. Leo tenía una exquisita voz, y además de cantar, compuso varias obras musicales. Sabía tañer distintos instrumentos, también. De vez en cuando hacía versos, y además de dibujante, pintor y escultor, fue un curiosísimo científico. Sus dibujos basados en disecciones de cadáveres son una genuina biblia de la anatomía. Como inventor, le debemos indirectamente la ametralladora, el submarino, el helicóptero y el avión, inventos que él no pudo realizar en su época debido a la ausencia de materiales modernos que permitieran la construcción de dichos artefactos. Leo además guisaba sus propios alimentos, llegando a ser considerado como todo un chef. Sus recetas para la confitura de frutas aún se utiliza en diversas partes de Italia. En Francia, le enseñó a cocinar con pastas a su mecenas, el rey Francisco I.
El amor de Leo por los animales era inmenso. Solía comprar aves enjauladas en el mercado para gozar al liberarlas en los bosques. Tuvo incontables mascotas, recogiendo perros y gatos callejeros para alimentarlos personalmente y reza la leyenda que hasta tuvo un cuervo amaestrado (pero no perfumado como los de Fermina Daza en la novela de Gabito) llamado Lucifer. En la Italia renacentista, solo los artistas podían gozar del privilegio de disecar cadáveres, aunque a los médicos les era vedada tal práctica. Leo adoraba hacer autopsias, y muchas veces, mientras comía con una mano, metía la otra en las vísceras del finado. Leo era todo un dechado de paradojas, y aunque era pacifista inventó varias armas pavorosas, o por lo menos las dibujó, como la ametralladora. Leo rechazaba la violencia, pero tuvo que trabajarle a César Borgia porque precisaba del dinero para mantener cuerpo y alma juntos.
Como amante, Leo era tierno, delicado y muy apasionado, y conforme fue envejeciendo, prefería a sus muchachos más jóvenes y robustos. Uno de sus efebos favoritos fue un pajecillo que estudió pintura con él. Leo fue un hijo modelo que idolatró siempre a su papá, pero eso no le impedía gastarle bromas a su progenitor. En una ocasión, Leo casi mata a su padre de un susto cuando le mostró una pintura de un ser grotesco. Piero, comprendiendo que su hijo tenía un sentido del humor muy particular pero cero ganas de entablar liaisons con mujeres, nunca lo presionó a que se casara. La actitud de Leo hacia la religión era de total indiferencia, pero murió como buen cristiano.