¿Qué es?
Dicho de manera sencilla, es el lenguaje del corazón, pero en realidad se trata de la capacidad de entender las emociones ajenas. Más intuitiva que racional, implica a los propios sentimientos y ¡puede desarrollarse!
Seguramente alguna vez habrás vibrado con una mirada o un tono de voz sin saber por qué; "ha habido química", te habrás dicho. Otras, habrás sentido ganas de ayudar a alguien al sintonizar con sus emociones sin apenas conocerle. Son maneras en las que se manifiesta la empatía, un fabuloso poder que tienen quienes son capaces de ponerse en el lugar, la piel y los sentimientos del otro, captando sus señales emocionales.
Cómo reconocerla
Casi todos la utilizamos en mayor o menor grado cuando nos relacionamos con el mundo, salvo individuos asociales como los psicópatas. Pero a muchas personas les cuesta expresar lo que sienten con palabras, pero lo hacen con los ojos, la expresión, los gestos o el tono de voz.
¿Te has dado cuenta alguna vez de lo que sentía alguien sin que te lo dijera?. Es una señal de que disfrutas de empatía a raudales. Si, en cambio, no tenemos la capacidad de observar, comprender y manifestar equilibradamente nuestras emociones, es prácticamente imposible que lleguemos a conectar con la sensibilidad, los sentimientos y el corazón de las personas que nos rodean.
Cuando dos personas sintonizan a primera vista, inician una especie de danza sutil de ritmos acompasados que les conduce a sincronizar de inmediato sus movimientos, sus posturas, su tono de voz, el tiempo que hablan y hasta las mismas pausas que hay entre la pregunta de uno y la respuesta del otro. Así es la empatía más elemental entre los seres sociales.
¿Cuántas tienes?
Cuanto más domines el lenguaje empático, mayor será tu competencia profesional, el aprecio de tu familia y amistades, el bienestar de tu pareja... Sus principales manifestaciones son:
- Saber escuchar y comprender a los demás.
- Tener disposición para el servicio.
- Atender al desarrollo del otro y detectar sus deseos.
- Aprovechar la diversidad, sabiendo ver las oportunidades.
- Disponer de olfato para registrar las corrientes sociales de cualquier entorno.
- Ser asertivos y hábiles para negociar y resolver conflictos.
Pero también hay habilidades empáticas más elaboradas que pueden desarrollarse y perfeccionarse; una actitud abierta es la base de la conexión.
- Desecha las suposiciones fijas y las perspectivas egocéntricas: ten la mente abierta a las sensibilidades distintas a las tuyas.
- Crea un clima de comprensión, prestando atención, consideración e interés.
- No interrumpas bruscamente.
- Tampoco quieras tomar el mando de la conversación; la atención silenciosa es un obsequio que a ti te permite comprender y a la otra persona, sentirse comprendida.
- Deja que tus emociones se manifiesten. Si ocultamos nuestros sentimientos, la conversación se convierte en un baile de sombras.
- Piensa en la otra persona.
- Confía en tus sentimientos.
Un impulso innato que se perfecciona en familia
Cuando un niño pega a otro, no es lo mismo decirle "Eso no se hace" que "Date cuenta de que le has hecho daño". Lo primero genera indiferencia; lo último, crea conciencia. La falta de sintonía emocional en familia tiene un costo muy alto. Si los padres fracasan a la hora de mostrar empatía, el pequeño dejará de expresar e incluso de sentir emociones: es el paso más corto para que se encierre en sí mismo, la puerta que conduce a la inadaptación y a las actitudes antisociales.