"El miedo a la homosexualidad está presente en los adultos, aún en los que se creen 'progres'. Y son ignorantes por suponer que porque un varón juegue con muñecas será gay. Quizá lo sea, o no, pero no por los juegos que elige -argumentó la especialista-. Y si así fuere, qué mejor que pueda expresar mediante el juego lo que siente. En los juegos ellos actúan diferentes roles, roles que copian de la realidad también. Por suerte hay cada vez más padres que cocinan y más mujeres que cambian neumáticos".
Y sobre qué es lo que influye en los niños para que en un momento ellos también vean "mal" jugar con determinados juguetes, Ruda explicó: "Los juegos van cambiando según el crecimiento y quizá en la edad escolar empiezan a identificarse más a lo que hacen los niños de su mismo sexo. Es cierto que no les atraen los mismos juegos, sin embargo, no por eso es que son de nena o de varón. Seguimos siendo los adultos los que seleccionamos juguetes o juegos según el género".
"Hay muchos juegos que responden a procesos madurativos y tienen que ver con la edad, otra vez, y no con el género", sintetizó.
Y luego de considerar que "jugar con libertad y sin prejuicios es lo ideal para que todos los niños puedan incursionar en su mundo simbólico según lo que necesiten y los divierta, según la etapa en la que estén", Ruda finalizó: "Los juguetes no tienen género, los adultos tenemos prejuicios".
Jugar es un derecho, una fuente de riqueza y una actividad universal que trasciende categorías de género. Acompañar a esta generación para un desarrollo más abierto, inclusivo y respetuoso de la diversidad es el desafío que deberán afrontar, entonces, los padres.
¿A que sí?