La ciencia no tiene una única respuesta para la pregunta que cualquier
pareja suele hacerse al iniciar una relación:
"¿Será para siempre?", será posible?
Pero ¿existirá alguna fórmula para que el amor dure para siempre?
¿Cómo saber si vamos por buen camino?
El enamoramiento es ese estado idílico de felicidad pasional, desbordante,
y en cierto modo irracional.
Pero no dura para siempre.
En el amor una pareja es uno más uno más un «nosotros»,
es decir, un sueño compartido, una idea de «para siempre» .
Nuestra experiencia del amor tiene lugar entre lo biológico, lo social
y lo cultural. El amor según los neurobiólogos tiene una base química,
y lo que funciona químicamente suele tener una función biológica
o evolutiva.
La neurobiología dice que el amor es un impulso, una motivación.
En la naturaleza también existe el impulso amoroso, que tiene
una función reproductora, pero en general no implica estar juntos de por vida.
En cambio, los seres humanos sí creemos en general en el
amor para siempre –está en nuestro ADN cultural–.
Cuando nos enamoramos de verdad queremos y confiamos
–tenemos ya la idea a priori– que sea para siempre.
Es de celebrar con entusiasmo la sensación potente y sublimadora
del enamoramiento –existen pocas experiencias similares–,
pero hay que entender que es un proceso bioquímico que suele
desaparecer al cabo de unos dieciocho meses.
¿Y después?
Como resulta que queremos mantener el amor para siempre,
que no tiene la misma lógica de la pasión amorosa, deberíamos
comprender los mecanismos que sostienen las relaciones duraderas.