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EL RINCON DE CELE: ÉL ME AGOTA, ELLA ME ENERVA, ¿ES GRAVE?
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 10/07/2013 17:06

pareja 

ELMEAGOSTAELLAMEENERVA_1.jpg

Él me agota,

ella me enerva, ¿es grave?

Dentro de la pareja, hay momentos en los que asesinaríamos a nuestra media naranja... por tonterías absurdas que nos sacan de quicio. Pero, ¿y si estos choques fuesen sinónimo de buen salud de la relación? Explicación y análisis.

Me gustan las plantas, dice Enrique, de 42 años, y en casa me ocupo yo de ellas, pero viajo mucho y cuando estoy afuera, mi mujer se olvida siempre de regarlas. Se lo recuerdo incluso por teléfono, pero cuando vuelvo siempre hay alguna seca. Ante mi enfado ella se ríe y dice que soy un exagerado, pero a mí no me hace ninguna gracia". "No soporto su manía de abrir de par en par la ventana del dormitorio al levantarse -explica Pepa, 38 años-. Se lo he dicho mil veces, pero no me hace caso. Antes me importaba menos, pero cada vez que lo hace me enerva más. Hay veces que me entran ganas de tirarle por la ventana".

   Son detalles pequeños, cosas aparentemente sin importancia, pero que no podemos evitar que nos saquen de quicio. La lista es interminable... y surrealista: que no baje nunca la tapa del retrete, que no reponga el rollo de papel higiénico cuando se le acaba, que jamás cierre bien las puertas de los armarios, que se empeñe en ordenar papeles que tienes perfectamente desordenados, que jamás doble ni guarde la ropa o deje el tubo de pasta dentrífico abierto, que haya que repetirle que baje la basura, que pierda constantemente papeles o tire los periódicos antes de que te haya dado tiempo de leerlos, que se empeñe en seguir comprando el detergente de la lavadora en polvo cuando se lo pides en pastillas, que deje el cartón de leche fuera de la nevera y además destapado... Lo que a uno le parece una nimiedad, a otro se le hace un mundo. ¿Cómo es posible que detalles tan pequeños (en apariencia) puedan producir esos gritos, esos pesados silencios y ese aire glacial en la casa que podría cortarse con un cuchillo?

 

Choque de dos culturas

La respuesta está en el hecho de que cada individuo llega a la pareja con sus propias costumbres, hábitos personales y una forma determinada de ver y entender la vida. "La mayoría de nuestros gestos cotidianos son automatismos, forman parte de nuestro inconsciente. Está gravado en nuestra memoria implícita y están inscrito en nuestra historia personal. Cada uno tiene la suya y sus propios automatismos, sobre la organización, el orden, la forma de vivir, etcétera. No hay dos personas que actúen de la misma manera. Él planchará sus camisas encima de la mesa de la cocina, empezando por las mangas; ella, lo hará sobre la tabla de planchar y comenzará por la espalda. ¿La consecuencia? Una irritación mutua. Vivir el pareja es el encontronazo de dos micro-culturas", explica el sociólogo francés Jean-Claude Kaufmann.

   Por eso, en cuanto dos personas se ponen a vivir bajo el mismo techo, los conflictos empiezan. Nadie se salva. Comienzan ya incluso durante la luna de miel. Lo que ocurre es que, al principio, apenas son perceptibles porque cada uno intenta evitarlos, y pasarlo todo por alto. En ese momento es necesario empezar a construir esta nueva etapa, ir hacia el otro, hacia su universo y hacia lo que vamos a construir en común. Si estamos crispados, esto es imposible, "los miembros de la pareja se ponen a prueba y evalúan a qué cosas pueden renunciar y cuáles son aquellas que pueden aceptar del otro", añade el especialista.

 

Falta de comunicación

Aunque estos pequeños roces son indicadores de que el proceso de unificación se ha puesto en marcha -cuanto más íntima es la relación, más riesgos de enervarse se corren, hasta que los puntos de referencias comunes se asientan-, nos enfadamos porque el otro no hace lo que nosotros esperábamos que haría. Pero nuestro cónyuge, con frecuencia, no sabe qué es lo que esperamos y cuando lo sabe, no entiende hasta qué punto es importante para nosotros.

   Quizás porque, aunque muchas veces nos cuesta expresar nuestros sentimientos con palabras, estos se hacen evidentes a través de su relación con los objetos: salir siempre dando un portazo o preocuparse obsesivamente por la limpieza indican determinadas actitudes.

  La comunicación en este caso es prioritaria y urgente. "Es preciso decirle al otro cómo nos gustaría ser tratados de manera clara, explicarle "esto me hace sentir así" -constata Lourdes Santamaría, psicóloga-. Damos por supuesto que la persona nos conoce, que intuye lo que nos gusta y lo que nos horroriza, sin que nadie se lo diga. Esta ingenuidad es la verdadera trampa para la convivencia".

   Pero también entender que para el otro, el hogar se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en el refugio donde puede ser él mismo, donde puede mostrarse tal y como es, abandonarse.

 

Saber discutir

Si no se actúa a tiempo, si no se habla ni expresamos lo que pensamos, lo que en un principio era una ligera molestia, puede llegar a convertirse en un problema serio para ambos. Se enquista... y explotamos de una manera desproporcionada.

   ¿Cómo solucionarlo? Para la psicóloga Isabel Santamaría, "la clave está en que nos preocupamos demasiado por los objetos en vez de cuidar el vínculo. No debemos detenernos tanto en los detalles, sino contemplar la relación en conjunto y trabajar por ella". El psicólogo Francisco Gavilán, por su parte, considera que "no es malo discutir, lo malo es no saber discutir. Debemos expresar lo que nos molesta sin emplear formas acusatorias que ofendan a la otra persona, porque si una persona se siente agredida, no pondrá interés en cambiar".

ALICIA CENTENERA

 



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De: IMANPRINCESS Enviado: 14/03/2022 18:36


 
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