Cuando pienso en el futuro tengo miedo de todo: miedo de  enfermar, de que mi marido pierda su trabajo… Tener dos hijos debería ayudarme a ver el futuro con entusiasmo.. ¡Pero no! Porque siento aún más inquietud por ellos. Dudo de que puedan ser felices en un planeta castigado por los cambios climáticos, la inestabilidad económica, las guerras ideológicas…” Como Caterina, 43 años, son muchos los que ven el futuro bajo la sombra del miedo. Absolutamente normal. Incluso para los más prevenidos, el  futuro es un enigma. Como la muerte, esa gran desconocida cuyo advenimiento nadie puede conocer. Por ello, el miedo al futuro es universal y arcaico, propio de la condición humana. Tememos no que no conocemos, y ello, a menudo, se convierte en fuente de fantasmas. Por eso, aprendiendo a mirar de cerca nuestros miedos, e identificando cuáles son las causas profundas de nuestros temores, podemos encontrar la manera de eliminarlos de nuestra mente.

Mirar en nuestro interior para aprender a conocernos y confiar en nuestras propias capacidades nos ayudará también a ver el futuro como un camino por construir y a planearnos los posibles contratiempos e imprevistos sin tanto temor. “Como decía el sabio Epicteto: ‘No son las cosas las que nos afectan sino lo que pensamos sobre ellas’”, subraya la psicóloga Teresa Estellés. Así, señala: “Ante una misma situación, cada persona puede responder de formas distintas, lo que demuestra que lo que nos diferencia son nuestras experiencias previas, formación, creencias, etc. Conocernos es muy importante y el primer paso para aceptarnos. Reconocer nuestros miedos es comenzar a dar los primero pasos hacia el cambio, para adquirir la confianza en nosotros mismos y en la vida y llegar a comprender que la energía del miedo la podemos utilizar como un potente catalizador para enfrentarnos a las situaciones. En definitiva, podemos decirnos. ‘Aunque tenga miedo, lo voy a hacer igual’”.

Ya se trate de miedos universales –a que nuestros hijos sean felices o a la enfermedad- o temores contemporáneos reflejo de la evolución de nuestra sociedad ál paro, a la degradación medio ambiental…-, identificar lo que nos asusta y procurar entender el porqué de ese temor nos ayudará a calmar nuestra inquietud. Porque muchas veces aquello que tememos se nos presenta más grande en nuestra imaginación que cuando lo miramos de cerca. Reconocer nuestros miedos es el primer paso para superarlos y ser capaces de afrontar el futuro confiando en nuestras propias capacidades, y así encarar los problemas que se puedan presentar,

Miedo al futuro

Hoy en día, tener un hijo suele ser una decisión meditada, fruto de una elección. Como nos comenta Teresa Estellés: “Es una gran liberación, sobre todo para las mujeres, el avance obtenido por la ciencia en los métodos para el control de la natalidad. Esto ha hecho que los futuros padres puedan planear el mejor momento, tanto físico como económico y psíquico de la pareja para tener niños. Bajo esta premisa se deduce que los futuros progenitores están ahora más concienciados, motivados y preparados para su papel como padres/madres”. Hijos muy deseados y padres que creen que la felicidad de sus retoños es responsabilidad suya. Sin embargo, como nos recuerda la psicoterapeuta, en la sociedad de consumo en que vivimos inmersos, en ocasiones confundimos el bienestar interior  con la acumulación material. “Cuando hablamos de un concepto como el de la felicidad, tendríamos que saber qué significa cada familia. Actualmente, la felicidad es un concepto muy cercano a bienestar material y confort. Aunque nuestra sociedad del bienestar se esté desmoronando, sigue primando esta idea acerca de la felicidad. Así, quizás hay un exceso de preocupación por querer que nuestros hijos consigan al máximo esta forma de felicidad, olvidándonos de proveerles de una educación  en valores como solidaridad, cooperación, interdependencia, multiculturalidad, etc.”

Miedo a la enfermedad

Entre las angustias más apremiantes se encuentra el miedo a la enfermedad. Un temor universal y atemporal común a todas las personas, más allá de su cultura o procedencia geográfica. “Dolor, pérdida, enfermedad y muerte son los grandes miedos de la humanidad. El miedo es una parte intrínseca del ser humano. Nuestros miedos, en un grado adaptativo, son mecanismos que nos avisan de peligros y nos preparan para la acción”, indica Estellés. Probablemente, nuestros miedos a la enfermedad apele por un lado a nuestro miedo a la muerte, pero también la sensación de impotencia a algo que escapa de nuestras manos. Sin embargo, aunque no podamos evitar la enfermedad, si está en nuestra mano prevenir, procurando  mantener rutinas saludables: comer de forma equilibrada, descansar lo suficiente, hacer ejercicio de forma regular… Además, como recuerda Estellés: “Gracias a los grandes avances científicos, enfermedades que antiguamente eran mortales ahora no lo son”. Así mismo, destaca: “También estudios experimentales nos dan a conocer que nuestra mente y nuestras emociones son elementos indispensables para controlar y superar ciertas enfermedades”.

Degradación del entorno

El hecho de que el estado de nuestro medio ambiente figura ya entre nuestros principales miedos es la prueba fehaciente de que hemos tomado conciencia de que la forma de crecimiento actual es insostenible y de que la escasez de recursos y la destrucción medioambiental nos afectan directamente.

Hoy, todos comprendemos que hablar de la salvaguardia del planeta no es sólo hablar de la preservación de las ballenas, sino también de nuestra propia supervivencia y, sobre todo, de la de las generaciones futuras. Y aunque es verdad que las soluciones a un problema de tal envergadura deben ser globales, tampoco podemos dejarnos vencer por la impotencia. Si bien es cierto que nosotros solos no vamos a poder frenar el cambio climático o acabar con el exceso de polución, actuar de forma más ecológica si puede mejorar nuestro día a día. Como escribe el educador ambiental Toni Lodeiro, en vea de caer en la inacción, presos del miedo por lo que pueda llegar a ocurrir y que no está en nuestras manos cambiar, es mejor “ver el vaso medio lleno. Fijarnos en cómo mejora nuestra vida con las aportaciones que vamos haciendo, nuestros pequeños granitos de arena, e intentar ver los ejemplos positivos que nos rodean puede movilizarnos y animarnos. Poner demasiada atención en las calamidades de nuestro alrededor puede hacernos sentir impotencia y llevarnos a tirar la toalla”.

Miedo al paro

Sin duda, la crisis económica es responsable directa del creciente miedo al paro. Un temor en muchas ocasiones fundado, pues las dificultades económicas son hoy una realidad. Sin embargo, en otras, ese miedo, esconde el temor a tener que replantearnos nuestra forma de vida. Por ello, no debemos dejarnos paralizar por dicho miedo sino verlo también como una oportunidad para hacer las cosas de forma distinta. Como explica Estellés: “La crisis que estamos viviendo saca a la luz lo que ya había, es decir, que existe una gran parte de la sociedad que se había acomodado en el conformismo: ‘las cosas son así’, ‘si protesto pierdo’, ‘la hipoteca’, ‘el coche’… En el fondo estamos conectando con otro de los grandes miedos de nuestras vidas: la pérdida. Pérdida de economía, trabajo, estatus, imagen, etc. No obstante también debemos recalcar el hecho de que hay grupos de  distintas edades que están trabajando por la solidaridad y la cooperación con la idea de construir una visión nueva de la sociedad”.

Así, una vez que hayamos reconocido nuestros miedos, nos daremos cuenta de que muchos de ellos pueden ser vividos como emociones vitales esenciales.

Como nos recuerda Teresa Estellés: “No hay que temer al miedo. Cualquier situación que nos provoque temor podemos verla como un problema y a laves como una oportunidad. Oportunidad de sacar a la luz habilidades y capacidades que nos ayudarán a desarrollarnos y crecer como personas”.

NÚRIA BERLANGA

Cele -Celestino

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