Pero la realidad es mucho más cruel si nos acercamos a los ríos y a los mares,
donde no hay un barrendero que se dedique a recoger esos residuos que no nos
encargamos de depositar en la basura.
Las orillas rebosan de mascarillas, ¡cualquiera pensaría que realmente tienen
un origen marino!, dada la facilidad con la que se pueden observar.
Si ya tenemos esos inconvenientes en los países desarrollados, en el resto
de países el espectáculo es espantoso, porque si ya de por sí tenían polución
con los propios plásticos, ahora se suma a la causa las mascarillas y los guantes de un solo uso.
Las mascarillas reutilizables, de algodón y de km 0, pocas personas
las usaron y adquirieron.
Está claro que la concienciación medioambiental ha brillado por su ausencia,
pero el negocio de su importación es el que más ingresos ha
generado para las empresas que las vendían.
Residuos que vuelven a nosotros
Unos residuos que terminarán en la naturaleza de cualquier forma, desintegrándose
en la tierra o en el agua, y en los países desarrollados incinerándose,
para luego expandirse por el aire.
Habría que preguntarse qué es mejor, pero la respuesta no va a contentar
a todos, porque para el problema no se ha dado solución.
A los guantes y las mascarillas hay que sumarles las lociones hidroalcohólicas
y sus envases, además de kits de pruebas, jeringuillas, y EPIs.
Sin contar las vacunas fabricadas y caducadas, y otros tipos de sustancias químicas.
Los equipos de protección individual usados en hospitales o residencias de
ancianos, también han aumentado el número de residuos contaminantes.
Una lista sanitaria tan larga, que es difícil averiguar hasta qué punto ha
cambiado la vida en el planeta, su interacción con el resto de la vida natural.
La Organización Mundial de la Salud ya advirtió que se habían enviado más
de 140 millones de kits de pruebas, que podrían generar 2.600 toneladas de
desechos no infecciosos (principalmente plástico) y 731.000 litros de
desechos químicos (el equivalente de una tercera parte de una piscina olímpica),
y que se han administrado más de 8.000 millones de dosis de vacunas
a nivel mundial, lo que ha generado 144.000 toneladas de desechos adicionales
en forma de jeringas, agujas y contenedores de seguridad.
Y, seguramente, no figuren todos los que son, porque ya advirtieron que
las cifras no cuentan los adquiridos de forma individual, ni del resto de
países que están fuera de la ONU.
Es decir, estas cifras serían mucho más amplias en número.