Dueña de mí
Escondida permanece la dama,
perdura dentro de mí pensamiento,
cada día la descubro, ¡presiento!,
está cubierta con sedas y en calma.
Quizás, no se levanta de la cama,
la aguardo anheloso en todo momento,
miro la silueta con sentimiento,
mí corazón vibra de tanto que ama.
Dueña eres de mí vida y los amores,
brisa desesperas el alma mía,
lágrimas de pasión son mis temores,
sentir profundo mientras me hundiría,
para cubrirte de mil y una flores,
mujer que estimo, por ti moriría.
Autor: Joan
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