1. Buen control del lenguaje no verbal
Las personas seductoras se expresan con mucho más que palabras:
utilizan todos sus recursos para comunicarse con los demás del modo que quieren.
Esto incluye, por supuesto, la comunicación no verbal.
Pero este tipo de personalidad no solo se caracteriza por utilizar un abanico
de formas de expresión no verbal variado y lleno de matices.
Además, estos gestos, posturas y formas de entonar la voz son aprendizajes sencillos,
que no conllevan mucho esfuerzo y se utilizan de manera espontánea
a la hora de relacionarse con los demás.
Por ejemplo, incluso en una situación improvisada, como encontrarse a alguien
conocido por la calle, el hombre o mujer con este tipo de personalidad sabrá mover
sus brazos y manos de un modo coherente con lo que dice, en vez de dejar
inmóviles sus brazos o mantenerlos todo el rato metidos en los bolsillos
como si eso fuese una imposición.
2. Tendencia a la extraversión
Las personas seductoras tienden a ser extravertidas, lo cual significa que disfrutan de los
contextos socialmente complejos en los que deben participar, y se sienten cómodas en ese
ambiente hasta el punto en el que buscan vivir esa clase de experiencias con cierta frecuencia.
El motivo es que no sienten ansiedad al hablar con personas desconocidas o relativamente desconocidas,
ni al hablar en público, dado que saben que dan buena imagen, y por otro lado estas situaciones
son lo suficientemente excitantes como para resultar divertidas o interesantes.
A la vez, esto se traduce en una estrategia muy recurrida para ganar poder de seducción
ante los demás: mostrar públicamente esta extraversión.
Por ejemplo, subiendo a un lugar alto en una fiesta para pronunciar un breve discurso que todos
pueden oír (sin que nadie se lo pidiese ni el contexto lo requiriera).
Esto causa admiración, ya que es visto como una rasgo deseable.
3. Control de los tiempos al presentarse
La personalidad seductora se plasma de un modo muy claro en uno de los momentos más importantes
de la interacción social: la presentación. Durante esta etapa, que suele durar unos pocos segundos,
este tipo de personas saben expresar su importancia controlando los tiempos.
En vez de presentarse y pasar rápidamente a otra cosa, hacen que esta fase sea más
pausada de lo habitual: hacen que la presentación tenga su mini-ceremonia.
Por ejemplo, en un contexto informal dan la mano mediante una broma que permita
alargar unos segundos más este momento.
4. La ausencia de vacilación
Uno de los rasgos que más seduce es la seguridad en uno mismo.
Por eso, una de las estrategias que más utilizan las personas seductoras es no mostrar dudas,
a veces incluso en momentos en los que sería razonable tenerlas.
De algún modo, enmascaran esa toma de decisiones de un modo que parezca que desde
el primer momento se tiene claro qué es lo que hay que hacer.
5. La proximidad física
Otra de las características de la personalidad seductora es que juega con la proxémica,
es decir, los espacios que las personas mantienen entre sí.
Para mostrar seguridad en uno mismo, es posible que estas personas se acerquen algo más
de lo normal a los demás, sin hacer que esto resulte muy incómodo, pero sí de una manera en
la que quede claro que se tiene el poder de la conversación (no en un sentido hostil; de hecho,
es una dominancia "blanda" en la que el otro se puede sentir cómodo al no tener que
decidir mucho qué curso debe tomar la conversación).
6. La búsqueda del consenso
La personalidad seductora no se basa en la superioridad sobre el otro a cualquier precio,
ya que esto llevaría a la intimidación.
En todo caso, se busca ser el motor de los consensos que puedan producirse en un
diálogo o en una interacción social.
Por eso se muestra un espíritu conciliador, intentando poner énfasis en lo que se tiene
en común con las personas a las que se dirige la seducción,
y sin remarcar las diferencias.