"El Señor es mi pastor,
nada me falta..."
repite lentamente la oración,
vívela, trata de sentir...,
esa presencia en tu corazón.
"El Señor es mi pastor,
nada me falta..."
y el día se hace más suave,
como si de pronto,
quisiéramos llorar,
es una emoción profunda,
inexplicable...,
como si Dios Padre robara las angustias,
y sembrara en mi alma
esa luz tranquila su Amor, su Paz.
"El Señor es mi pastor...,
nada me falta"
y llega la noche,
cargada de rutinas,
de temores,
y tengo miedo al mañana,
tengo miedo a las sombras...,
me siento solo en el universo...
Y cuando estoy desesperado,
sin ánimos,
con deseos de dormir y no despertar...
a tranquilas fuentes
de aguas de vida...,
sobre sus hombros...,
el Señor me lleva a reposar.
Gerardo Barbera