Despertar cada día es nuestra alma a lo trascendente
conectarse con Él Absoluto que es Dios,
y percibir lo relativo de la criatura,
lo pasajero que es este mundo.
Despertar cada día es saber que estamos en
el mundo pero que no somos de este mundo,
que estamos de viaje, que somos peregrinos,
que somos forasteros en patria extraña.
Despertar cada día es conocer desde la fé mi pequeñez
y la grandeza del amor de Dios.
Despierta a éste nuevo día y estrénalo,
porque realmente es un nuevo día con
toda su grandeza con todo su esplendor,
descubriendo en las próximas horas
la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo.
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