A LOS QUE ESTAN LEJOS EN NAVIDAD
Has dejado aquel lugar. Tu tierra hermosa, donde conociste la vida, donde creciste junto a los otros niños, jugando, riendo, llorando y también cultivando tu ilusión.
Hoy estás lejos de ellos, de esas personas tan amadas, tan queridas a tu alma llamadas familia. Te encuentras labrando tu vida, escribiendo tus días con voluntad, con ganas de crecer y ser mejor en otro país. Buscas en cada mañana una idea que te haga mejorar y puede que en cualquier día llegue un llamado, un viaje sin esperar, entonces todo se vuelve ternura, deseos y ansiedad.
Entonces, vuelves a creer en aquella personita que creció jugando, riendo y manteniendo una ilusión. ¡Algo te pone tan feliz!... una seguridad que atesoras en tu corazón y observas con los ojos del alma, porque sabes que tus raíces están allí, tu alma está allí, esperándote en un tibio hogar tan conocido, con el olor de la comida y tu casa, ese lugar que te vio nacer y crecer.
Y te imaginas llegando con las manos cargadas de paquetes y regalos, y en los ojos un brillo de amor. Un abrazo en la puerta y un beso... siempre las mismas caricias, las mismas palabras de corazón. Te aman y lo sabes, los amas... y ellos también lo saben. Son tu familia, tus amigos de la infancia, tu barrio, el color de tu cielo, las calles de tu ciudad. Es como si todo hubiera estado esperando ese día para verte volver.
Pero a veces no se puede. No se puede dejar un trabajo por unos días, las obligaciones del hoy no se pueden cambiar por un sentimiento; sin embargo, ¡cuánto darías por un reencuentro en esta navidad!... Porque sabes que tus raíces están allí, porque necesitarías tan sólo un momento de amor genuino, el que te ha alimentado por tanto tiempo y ha logrado que seas quien eres hoy.
Pasas tus días trabajando, estudiando, mejorando, creyendo en un futuro mejor, y siempre lo mismo en tu cabeza: "cuando yo pueda..."
Nunca te olvides de tu país, de tu pueblo, de tu ciudad, de quienes te vieron crecer, ellos son como árboles que mueren de pie en su lugar, a pesar de tantas injurias, de tantos desvelos y preocupaciones, de tantas amarguras y penas, ellos están allí, esperando verte volver.
Sé fiel a tu tierra, a tu pueblo o ciudad, sé fiel a tu idioma, y nunca te olvides que no te han dejado de amar, que tienes sus mismos ojos, su mismo mirar, que vienes de un sitio en el que no te podrán olvidar, pues eres uno de ellos y por ellos debes luchar, para mejorar tu vida, sus días y su propio andar. Algún día podrás disfrutar de lo que la vida te ha dado y de lo que te supiste ganar. Pero no te olvides nunca de quienes te dieron la vida y te amaron sin condición, es un agradecimiento que no pagarás con ninguna moneda por muy fuerte que sea, pues sólo se paga con el corazón y la verdad.
Si en esta navidad estás lejos de casa, en un país al que debes respetar y amar, recuerda en un instante a tus seres queridos y levanta tu copa por tu país, que a pesar de todo, lo llevas a donde quiera que vayas, aun cuando otro idioma debas hablar. Tú debes ser como el sol de mediodía que alumbra todo lo que toca y guarda un rayo de sol para compartir con quienes menos tienen. Ya vendrán los días felices en los que podrás llegar con los brazos cargados de regalos y un abrazo en la puerta, con las mismas caricias te recibirán, percibirás el aroma de tu casa y el amor que siempre está, pues no te has ido nunca, tu alma esperándote allí estará.
© Miguel Ángel Arcel
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