Llegó el momento de hacer una pausa, justamente
antes de la Nochebuena.
Todo el mundo está en el corre-corre, y si bien
en muchos países
se ha tirado a la basura la frase "Feliz Navidad" para
suplantarla con la frase "Felices vacaciones" o
"Felices fiestas",
gracias a Dios todavía somos muchas las personas
que mantenemos la alegría de festejar otro "cumpleaños"
de nuestro Redentor, del Salvador de la humanidad:
Dios hecho Niño,
indefenso, pobre y débil; con el único fin de
comprendernos, conocer nuestras debilidades,
vivir como
nosotros, bajando de su trono de gloria con el único
fin de salvarnos.
¿Cómo pasaremos esta Navidad? No importa con
cuántas personas, ni el tipo de cena que tendremos,
ni la ropa que llevaremos… Lo importante es que
nuestro corazón esté metido allá, en esa cueva,
en ese pesebre para vivir intensamente, gracias a la
acción del Espíritu Santo, las primeras horas en las que
Dios quiso derramar toda su misericordia
sobre la humanidad.
Observo el nacimiento que con amor fue
confeccionado en casa, y no puedo dejar de
meditar y pensar en por qué San Francisco de Asís
quiso encerrarse en una cueva por tanto tiempo, después
de haber confeccionado la representación
del primer nacimiento o pesebre…
¡Cuánto amor habrá tenido este santo al misterio
del nacimiento de Jesús, a la fe y confianza absoluta
de nuestra Señora y a la obediencia de San José! Y
es que si uno se adentra en la contemplación del
pesebre, desde adentro, esperando junto a la
Virgen Santísima y a San José la venida del Niño
profetizado y esperado por tantas generaciones,
pero su hijito a la vez… Si uno piensa en cada
detalle que hay dentro de un pequeño nacimiento,
comenzando por la paja que recibiría ese Cuerpito
Sacrosanto hasta la actitud de los pastores de
no saber cómo rendir su homenaje a su Dios en esa
criaturita tan pequeña… Asombro, santo temor de
Dios, humildad, también curiosidad; en fin, un
cúmulo de sentimientos, emociones y vivencias, tan
distintas a las de los Reyes Magos, sabios, ricos y
poderosos, pero tan similar a la vez, en la fe y
en la aceptación de los designios del Creador…
Y así, observaremos a la figura de San José, de
nuestra amada Madre y pidiendo al Espíritu Santo
su maravillosa asistencia, para vivir espiritualmente
desde nuestra pequeñez, la inmensa profundidad
del sentir de cada personaje, de cada cosa que fue
puesta por Dios en aquel pobre lugar que albergaba
al Soberano de todos los pueblos, trataremos de
vivir una distinta Nochebuena, no contemplando el
Nacimiento desde afuera, sino desde adentro, con
el corazón colocado en esa pequeña cuna, para que
este amabilísimo Niño no sienta en Su cuerpecito
dolor por la dureza de los pensamientos de los
hombres, ni sienta el frío que sopla de los
corazones gélidos de tantos seres humanos que
también hoy, cierran la puerta a sus hermanos.
Tomemos, finalmente, las manos de la más
bella y pura de las Madres, la Virgen María, para
acompañarla y decirle: "Madre mía, estoy aquí
para acompañarte, para ayudarte, para servirte…"
Que Dios Padre nos bendiga en esta Navidad, y
que la venida de Jesús a cada hogar cristiano,
llegue con muchos dones y todas las gracias que
su precioso corazón quiera darnos en la promesa
de un nuevo año lleno de paz y esperanza. A cambio
le ofreceremos nuestra gratitud por todos los días
buenos y no tan buenos que pasaron durante este
año, y por lo que nos depara en los días que el
Señor nos permitirá vivir durante el año próximo.
Recordemos que cada uno de nosotros es una obra
de arte nacida del corazón paternal de Dios, y por lo
tanto, estamos llamados a la gratitud, al servicio,
a la santidad, a la construcción del Reino de Dios
en los corazones de nuestros hermanos, a utilizar
nuestros talentos para la misión que desde una
eternidad el Señor ha planificado para cada uno
de los que lo aman.
Un gran abrazo y una oración por todos ustedes.
En el Amor del Niño Jesús,
Wayra Grace