Levanta tus ojos al Cielo y mira las nubes que parecen motas de algodón. Observa el ave que surca los aires en su plena libertad y los pequeños detalles que a simple vista no pueden verse. Empápate de la belleza que te rodea y da a la Naturaleza como las verdes montañas, las flores de hermosos colores, el paisaje que parece una pintura del mejor pintor y el murmullo de los riachuelos. Guarda en tu alma, templo del cuerpo, todo cuanto la vida te ha obsequiado, que es regalo de Dios. Y en la noche ante el manto de miles estrellas, medita en la inmensidad del Universo y respira el aire nocturno. Llena tu corazón de paz y piensa en la majestuosa belleza de la vida, que a pesar de todo, hace que el sol brille para todos y toma de esa fuerza que rige el mundo para vencer todo obstáculo y toda frontera y convertirla en el mayor de los éxitos, porque esa fuerza es el amor que habita en tu corazón.
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