VENID A MÍ
Los que estáis agotados y arruinados,
los que habéis fracasado ante los demás
y ante vosotros,
los que sólo portáis miseria y tristeza,
los que ya no contáis ni valéis nada,
los que sólo recibís golpes y olvidos,
los últimos, los que ya no sois queridos...
venid a mí, que quiero cobijaros
a la sombra de mis alas.
Todos los marginados y humillados,
vendidos a cualquier precio y deseo:
niños de la calle y de nadie,
inmigrantes a la deriva,
parados al sol, cabizbajos,
enfermos y ancianos apartados...
venid a mí, que soy refugio y libertad,
y recobrad vuestra dignidad.
Hambrientos de pan y de justicia,
de dignidad y de respeto,
de salud y de ternura,
de paz y de buenas noticias,
de vida y de felicidad...
venid a mí, y saciad vuestra hambre y sed,
sin miedo y sin falsos respetos:
¡Todo lo que soy y tengo es vuestro!
Todos los que sentís la vida,
día a día, como una pesada carga:
los rechazados, los perseguidos,
los olvidados, los excluidos, los marginadas,
los extranjeros, los sin papeles,
los que sólo tenéis seguro que sois pobres,
gente sin voz, sin prestigio, sin nombre...
Nóe
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