Nada siempre es igual, todo consiste en etapas y ellas implican cambios cuando se va de una a otra, solo basta con mirar alrededor,
antes una flor es un verde botón, ahora es toda colorida y radiante, luego se seca y llega a su fin para darle paso a otra etapa.
Antes éramos niños, ahora somos adultos, antes teníamos un sueño, este se cumple, ahora en nuestra próxima etapa tenemos otros sueños,
antes éramos hijos, ahora somos padres, cuando aprendamos a aceptar que las etapas implican los cambios necesarios para que nuestra vida se construya
podremos alcanzar la armonía que incesantemente buscamos a cada segundo,
es necesario aceptar nuestras etapas, vivirlas, disfrutarlas y jamás aferrarnos a una de ellas, todas pasan a pesar de nuestro interés de que nunca se acaben,
cómo saber que una etapa ha concluido? es fácil pero hay que ser buen observador, por ejemplo:
cuando miramos atrás y nos damos cuenta que somos totalmente diferentes, cosas nuevas experimentamos,
lo que antes no nos gustaba, ahora nos gusta, lo que antes no nos emocionaba ahora nos emociona, lo que antes nos entristecía, ahora se convirtió en un simple recuerdo
y algunas veces el tiempo permite medir las etapas, miremos fotos de antes y jamás serán tan parecidas como las de ahora,
cada etapa nos permite conocernos aún más y aunque estemos haciendo cosas que nunca en una etapa anterior pensamos que podríamos hacer;
siempre, siempre existió la intuición de que en algún momento esa etapa llegaría, la flor se seca y muere, pero una nueva etapa vuelve a florecer
y así es nuestra vida, nacemos, gateamos, caminamos y corremos para poder alcanzar nuestros metas, nuestros objetivos
y así materializar nuestros proyectos de vida.
d-a