No se puede prohibir, ni se puede negar
el derecho a vivir, la razón de soñar...
No se puede prohibir, el creer ni el crear,
ni la tierra excluir, ni la luna ocultar...
No se puede prohibir ni una pizca de amor,
ni se puede eludir que retoñe la flor...
Ni del alma el vibrar, ni del pulso el latir,
ni la vida en su andar... No se pueden prohibir.
No se puede prohibir la elección de pensar,
ni se puede impedir la tormenta en el mar...
No se puede prohibir que en un vuelo interior
un gorrión al partir busque un cielo mejor...
No se puede prohibir el impulso vital,
ni la gota de miel, ni el granito de sal...
Ni las ganas sin par, ni el deseo sin fin
de reír, de llorar, no se pueden prohibir.
No se puede prohibir el color tornasol
de la tarde al morir en la puesta de sol.
No se puede prohibir el afán de cantar,
ni el deber de decir lo que no hay que callar...
Sólo el hombre incapaz de entender, de sentir,
ha logrado, al final, su grandeza prohibir,
y se niega el sabor y la simple verdad
de vivir el amor en total libertad...
Si tuviese el poder de poder decidir,
dictaría una ley... ¡Es prohibido prohibir!
Dictaría una ley... ¡Es prohibido prohibir!
Eladia Blázquez