A unos ciegos…
A unos ciegos se les propuso que adivinaran lo que tenían delante, sólo tocando con las manos. Y se les puso delante de un elefante.
Uno dijo que era una soga: había cogido la cola.
Otro que era una serpiente: había cogido la trompa.
Otro que era un árbol: había tocado una pata.
Otro que era una pared: había tocado la panza.
Y es que no se puede conocer una cosa atendiendo sólo a un aspecto.
Es menester pensar que las cosas, y mucho más las personas, son muy complejas.
El ejercicio de comprender comporta el total de los acontecimientos, y mucho más aún, de los seres humanos.
Cuento indostánico de los ciegos y el elefante