Ricardo compara constantemente a su nueva novia con su ex; María sufre porque sus hijos no ven a su pareja con buenos ojos; Marta oculta a sus amigas que está con Luis, y eso que en su anterior relación terminó hace más de un año… “Las segundas parejas arrancan de una experiencia previa que, la mayoría de las veces, pone traba al avance sentimental. No es lo mismo empezar “de cero” que empezar “de nuevo”: las rupturas restan confianza, generosidad, ilusión…”, sostiene la psicóloga Mara Cuadrado. Embarcar el corazón en una nueva relación amorosa significa asumir el pasado y aprender de él, sin empeñar por ello nuestro presente y futuro. Un delicado equilibrio que no siempre se consigue. Esteban Cañamares, psicólogo, apunta: “A la segunda relación llevamos los mismos miedos, necesidades obsesivas, conflictos y carencia que a la primera. Elegimos para emparejarnos a personas aparentemente distintas, pero muchas veces, en el fondo, son similares, volviendo a repetir situaciones casi idénticas. Por si esto fuera poco, tendemos a echar la culpa al otro fracaso anterior sin molestarnos en hacer autocrítica”. Ante esas premisas, ¿cómo no van a fracasar más las segundas parejas que las primeras? Pero que sea difícil recomenzar no significa que sea imposible.
Cicatricen que duelen
La primera relación amorosa viene impregnada por la ilusión de la novedad, las ganas de descubrir al otro, de experimentar lo que es tener pareja. Así, cuando se empieza de cero es más fácil ir creando costumbres nuevas compartidas, normas de funcionamiento útiles y adaptadas a la situación. Sin embargo, tal y como explica la psicóloga: “La segunda relación parte de una merma más o menos importante en la confianza y la generosidad”. Así, el “ayer” pesa, sobre todo en algunos casos. “Le perdoné dos infidelidades a mi ex marido antes de divorciarnos. No volveré a ser comprensiva con nadie”, afirma Miriam. Los pasados más difíciles de superar son los que están ligados a las emociones, ya sean positivas o negativas. Tal y como dice Cañamares: “Lo que más cuesta es vencer aquellas experiencias que crean en nosotros desconfianza, actitudes de defensa y una interpretación de la realidad incompatible con estar relajados y confiados”. Tener un vínculo fuerte que une a la anterior pareja (especialmente hijos, pero también amigos o bienes materiales) disminuye notablemente las probabilidades de éxito de las nuevas. Idealizar relaciones pasadas tampoco mejora las cosas. “Las personas viudas tienden a recordar sólo las cosas buenas, llegando a sentirse culpables de volverse a enamorar, como si estuvieran traicionando a su amor perdido”, aclara Cuadrado. “Si bien es cierto que los hombres viudos suelen rehacer su vida más que las mujeres; siendo esto más una cuestión de rol que de género”, puntualiza la experta.
Vuelta a empezar
“Mi novio me reprocha las mismas cosas que mi ex. Me parece estar metida en una máquina del tiempo y revivir lo mismo otra vez”, comenta Nuria. Al parecer, existe cierta tendencia a elegir como pareja al mismo tipo de persona. El hecho de que hayamos roto con alguien no significa, necesariamente, que nuestros gustos, costumbres y carencias sentimentales hayan cambiado. Entonces, ¿no se aprende de los errores? “Las personas que tienden a pensar que la causa de sus fracasos es externa no hacen autocrítica y, por tanto, no tienen una visión objetiva del pasado”, responde el psicólogo. “A veces no entiendo por qué se enfada conmigo. Me da la impresión de que me confunde con otra”, cree Esther. En ocasiones se reprocha a la nueva pareja cosas que quedaron sin resolver de la relación anterior. Esta actitud de reprobación es, por lo general, más habitual en aquellos que han sido dejados. “Es frecuente también achacar las dificultades en la relación presente al ex de la pareja actual, pues esto resulta cómodo para no mirarse con ojos críticos”, apunta el experto. Son muchos los que opinan que la primera ruptura cuesta más que las siguientes y que, por ese motivo, resulta más sencillo repetirla. Esto depende mucho de las circunstancias en las que ésta tuvo lugar. La psicóloga opina: Cuesta menos superar una ruptura y empezar de nuevo cuando se ha madurado convenientemente. Por el contrario, si una relación se rompe a raíz de un problema puntual o una discusión, hay más probabilidades de arrepentirse y quedarse “colgado” de la relación. Cabe recordar que cuando la ruptura supone una liberación psicológica y se sale reforzado, se está más predispuestos a repetirla.”
Más mayores, más exigentes
La juventud está asociada con la flexibilidad. La madurez conlleva otra virtud, que es la experiencia. “A más edad, más rígidas se vuelven nuestras costumbres, cuesta más adaptarse a otra persona. Pero, por otro lado, también estas cualidades pueden acentuarse, volviéndonos más generosos, más paciente”, opina el psicólogo. En palabras de la experta consultada: Encontrar nuevas parejas es más difícil cuando más mayores somos. No tanto porque aumenta el nivel de exigencia, sino porque hay menos candidatos. La edad sí nos vuelve más sabios, pero la capacidad emocional es diferente en cada uno”. Así, el secreto del éxito sentimental no está tanto en la edad como en el grado en que se toma nota de qué es lo que necesitamos y de nuestra contribución al fracaso. “Las personas que son más independientes y tienen más autoestima suelen pensárselo más antes de elegir una pareja”, añade Cuadrado. Por último, cabe señalar que, para las segundas parejas, los hombres tienden a buscar mujeres más jóvenes y las mujeres, hombres más mayores. “Las diferencias generacionales pueden conllevar dificultades de comunicación que favorecen el fracaso”, afirma la psicóloga.
ESTER ALONSO