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EL RINCON DE CELE: LA SANTA ADOLESCENTE
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De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 05/09/2012 15:53

La santa adolescente
La Santa Coronada de Polonia:Jadwiga
 
Cecilia Ruiz de Ríos

Entre las reinas más encantadoras de la historia, Jadwiga ocupa la triple distinción de haber sido excelente reina, gran mecenas del conocimiento y para colmo santa por haber cristalizado el cristianismo en Polonia. Como mujer, le tocó sufrir lo inmencionable a manos de un marido odioso, y como gran parte de los grandes íconos de la historia, estaba destinada a morir jovencita.
Jadwiga nació a finales de octubre de 1373, siendo la tercera hija del rey Luis de Hungría, el cual procedía de la dinastía de Anjou. Luis era sobrino del gran rey polaco Casimiro, quien veía con muy buenos ojos a su joven pariente para que fuera su heredero.
Jadwiga desde niña mostró gran inclinación hacia la meditación religiosa y buena disposición como alumna brillante. A menudo se privaba de sus ropas para regalarlas a niños menos favorecidos, y su cariño hacia las criaturas se manifestó en una profusión de perros, gatos, conejos, pericos y hasta un enorme cuervo como mascotas.
Pero la felicidad de la niña se vio interrumpida cuando su padre, a quien adoraba, murió en 1382, siendo apenas una cipota de 9 años. Dado que el rey Casimiro no tenía descendientes propios, había ordenado que Polonia y Hungría fueran regidas por las hijas de Luis, al no haber descendiente varón. Aunque originalmente Jadwiga debía ocupar el trono húngaro, los nobles cíngaros prefirieron a su hermana mayor María, y los aristócratas polacos insistieron en tener a Jadwiga como su soberana. Dado que conforme las costumbres de Polonia, tanto niños como niñas gozan de iguales derechos hereditarios, Jadwiga fue coronada Rex (rey) de Polonia.
La niña de once años que era Jadwiga al verse electa reina de Polonia no había ni calentado la corona con sus rubias trenzas, cuando los nobles polacos le echaron un horrendo ultimátum a Jadwiga: no se podía casar con su adorado príncipe austríaco, con quien había estado comprometida desde chiquita. Los polacos no querían saber nada de los austríacos y Jadwiga no podía tener a su amado como consorte. Como alternativa, le ofrecieron al príncipe lituano Jagiello, quien no solo era pagano sino un imbañable mentiroso redomado que se restaba la edad haciéndose el chavalón. Jagiello regalado era caro, pues ostentaba malos modales, eructaba como chancho atiborrado mientras comía con las manos sucias, ventoseaba a cada rato y bebía como si el licor iba a acabarse. Si ella lo aceptaba por esposo, Jagiello se convertiría al cristianismo y con él, toda su nación se bautizaría aunque le tuvieran horror al agua. Se trataba de comprometer a la Bella con la Bestia.
Jadwiga sacrificó su felicidad en aras de Polonia, la cual había estado atacada por los Caballeros Teutónicos que querían comerse las tierras que Casimiro les había capturado anteriormente. Al juntarse Polonia con Lituania, cualquier agresor la pensaría dos veces antes de meterse en camisas de once varas. Los caballeros-que tenían más de caballos que de otra cosa-ya no tendrían pretexto de tratar de conquistar tierras paganas, pues Jagiello y su gente ya serían cristianos. El aparatoso bautizo del feo esposo de Jadwiga se dio en febrero de 1386, y a partir de entonces Jagiello fue llamado Ladislao. La boda se dio un 18 de febrero de 1386 y el lituano recibió su corona de consorte en marzo en Cracovia.
Jadwiga no sería nunca feliz en su matrimonio. El tosco marido que había adquirido casi la mata en la noche de bodas, desflorándola como si estaba descuartizando una presa. Aunque eran considerados monarcas conjuntos, los nobles tenían en mayor estima a Jadwiga, quien era culta, dulce y muy accesible. Siendo infeliz en su lecho nupcial, Jadwiga buscó solaz en su rol de facilitadora de obras de caridad y mecenas de artistas e intelectuales. Atendía personalmente a los pobres, y reprendió al Gran Maestre de la Orden Teutónica acusándole de codicia y gusto por la sangre. Jadwiga como pacificadora reconcilió a su propio marido con el primo de éste. Witold, quien pasó a ser Duque de Lituania bajo la corona polaca. La joven reina además patrocinó la refundación de la Universidad de Cracovia, y fundó una universidad para los lituanos en Praga. Los religiosos la recuerdan también por haber fundado el obispado de Wilno.
Ante la indiferencia de su mujer entre sábanas, Ladislao comenzó a restregarle otras mujeres en la cara a Jadwiga. Se le perdía por días y regresaba ebrio y violento. Se mofaba del buen corazón de su mujer y la reñía por dedicarle tanto tiempo a la oración y a las obras sociales. El príncipe austríaco, quien nunca había olvidado a Jadwiga, en varias ocasiones la visitó de incógnito rogándole que dejara trono y marido por unirse a él y ser felices. Jadwiga se sentía tentada, pero nunca accedió y tras una reunión final, le cantó un apesarado NO a su ex prometido. Jadwiga rehusaba usar joyas y las donó para la academia de Cracovia. Su modestia era tal que su cetro era de madera pintada y no de metal.
Tenía apenas 24 años cuando salió embarazada por primera vez, y aunque le ilusionaba enormemente ser madre dado que adoraba a los niños, la esperanza se hizo añicos cuando el bebé nació muerto. Pocos días después, las fiebres de postparto se apoderaron de la bella Jadwiga, quien murió en la flor de su juventud. La muerte de Jadwiga en 1399 dejó a su tosco marido de único mandamás de Polonia y Lituania. El odioso tipo se casó de nuevo y tuvo un varón que le sucediera, pero en sus borracheras y francachelas, el recuerdo de su joven esposa le perseguía y la llamaba a gritos, quizás arrepentido tardíamente de la vida de perro que le dio.
Hoy en día, el pueblo polaco sigue recordando a Jadwiga como una de las reinas más bellas, eruditas y trabajadoras de todos los tiempos, y figura en el santoral habiéndose ganado esta distinción gracias a que estableció el cristianismo con raíz firme en Polonia y Lituania, granjeándose el afecto de los pobres gracias a sus obras de caridad.

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De: IMANPRINCESS Enviado: 14/10/2024 00:29


 
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