Una noche el compositor francésThéodore Duboishabía prometido asistir a una audición de un pianista aficionado desprovisto de todo virtuosismo, pero provisto de una considerable fortuna.
Dubois llegó cuando el concierto había empezado y no le permitieron entrar en la sala.
-Pueden dejarme pasar, no haré ruido.
Pero el portero, muy serio, contestó:
-Piense, señor, que si abro la puerta querrán irse los que están dentro.