Cuando en la pantalla del ordenador se pone naranja el "nick" de Pablo, Laura, de 42 años, se acelera, le sudan las manos y le empieza a subir una ola de calor a la cara. Al minuto los dos se engachan en una conversación interminable, llena de guiños apasionados que empezaron siendo comentarios inocentes. Laura lleva diez años casada."Mi matrimonio no va ni bien ni mal, pero con Pablo es otra cosa: lo hablamos todo y parece que el tiempo vuela", explica. Por el momento, entre ellos no han mediado más que palabras, apenas se han visto un par de veces porque viven a una distancia de 500 kilómetros, pero hablan por el chat cada día y las conversaciones van a más. "Sé que estoy jugando con fuego -reconoce Laura-, pero ya no lo puedo evitar. Pablo es ahora parte de mi vida y me guardo lo bueno y lo malo que me pasa en el día para comentárselo".
Marc es piloto de una aerolínea comercial y está casi toda la semana fuera de su casa. También está casado y tiene una hija. Su relación marcha muy bien, pero lleva una temporada intercambiando mensajes con una compañera de trabajo: "Cuando nos toca volar juntos, lo pasamos muy bien, estamos cómodos y arreglamos los horarios para que estos viajes sean cada vez más frecuentes. ¿Sexo? No, nada, si ella también está casada. Solo nos gusta estar juntos, claro que si mi mujer se enterara no le haría ninguna gracia", confiesa.
Estos dos testimonios ilustran a la perfección un nuevo tipo de infidelidad que está a la orden del día. Se trata de un lazo emocional que aún no ha cruzado el umbral del sexo y que ha sido bautizado por los terapeutas, sociólogos y sexólogos como "infidelidad emocional", y puede ser tan placentero para los implicados como peligros para el futuro de su relación de pareja.
La psicóloga Shirley Glass, experta en problemas de pareja, asegura que el 55 por ciento de las mujeres y el 65 por ciento de los hombres que pasan por su consulta son infieles emocionales. Según la especialista, para que exista una infidelidad tienen que reunirse tres condiciones: secreto, intimidad y química sexual. Muchas de estas personas, sin embargo, no sienten que estén engañando a nadie, aunque no se les ocurriría enseñarle un mensaje de este amigo/a a sus parejas. "¿Para qué?- se excusa Marta, de 35 años-. Sé que a Marcos, mi novio, le molestaría saber que no hay día en que Juan y yo no nos llamemos por teléfono y, sin embargo, entre nosotros no ha pasado nada. Para mí es una presencia fundamental en mi vida. Puede que haya un poco de tonteo, pero muy inocente. Nunca pasaría al acto, aunque reconozco que sus piropos y sus palabras dulces no me dejan indiferente, y que pienso en él siempre".
Según Glass, estos "amores platónicos" suelen ser relaciones con un nivel de comunicación muy profunda, en las que se expresan emociones y afectos muy intensos que crean una gran dependencia mutua y en las que hay tensión y energía sexual, aunque jamás llega a concretarse.
Amores idealizados
A Laura, Pablo le parece un hombre perfecto: "Dulce, sensible y cercano". Marc, por su parte, cree que su amiga es "su otra mitad". Todos los expertos señalan que uno de los pilares que hace fuerte estos vínculos emocionales es la idealización de la otra persona. Una relación que no tiene oportunidad de probarse y desgastarse en el día a día probablemente está fuera de la realidad, pero también está libre de las pequeñas miserias de la vida doméstica. "Y en eso radica la secreta seducción de estas relaciones: al no concretarse, no ha realidad, ni defectos, ni problemas con los cuales enfrentarse", señala la doctora Glass. Las causas de estos affaires parecen ser muy parecidos a los de una infidelidad pura y dura. Varios teóricos del tema señalan como gran culpable, sobre todo entre los hombres, a la novedad. Entre las mujeres, este factor también suele tener un peso importante, pero interviene, además, el hecho de sentirse rechazada o poco querida por su pareja.
"La comunicación con Pedro, mi marido, se fue desgastando con los años. Llegó un momento en que todos los temas de conversación giraban en torno a la casa. Con Luis, unos de mis amigos de siempre, me siento viva. Hablamos de todo: literatura, arte, filosofía. Alaba mi juicio, mis ideas, y eso es muy gratificante. Pero jamás se me ocurriría ir más allá", confiesa Nicoleta, de 42 años.
La psicóloga clínica Pilar Varela, autora de Amor puro y duro, enumera tres posibles causas de la infidelidad: "La primera es la aparición de otra persona aunque esta no sea, ni mucho menos, la única razón. Hay otras dos causas principales: la insatisfacción vital (quien no está a gusto consigo mismo ve cómo surge dentro de sí un deseo de alejamiento y ruptura con su mundo y quizás también con su pareja) y la búsqueda de cambio, una causa menos dramática, que afecta a ciertas personas no necesariamente insatisfechas con su vida afectiva, ni enamoradas de otro, pero a las que les atrae la nuevo".
No pasan al acto y sin embargo, este tipo de infidelidad suele y asusta, como asegura una encuesta realizada entre 2001 y 2003 por la Universidad de Buenos Aires a 446 adultos de entre 20 y 56 años. Dicho estudio reveló que al 82 por ciento de las mujeres les dolería más que su pareja formara un vínculo emocional con otras personas, una respuesta que coincidió el 52 por ciento de los hombres.
Las explicaciones que se dan a estas diferencias siguen buscándose en la Psicología Evolutiva. Según explica Martina Casullo, una de las dos autoras del estudio, estas diferencias de género en la percepción de las relaciones se deben a que las mujeres tienden más a buscar en el hombre protección y seguridad. "Sus celos tienen que ver con la amenaza de perder lo que el hombre les aportan. Por eso, las mujeres perdonan más una aventura sexual que una infidelidad emocional", asegura la especialista.
Un engaño solapado
Efectivamente, no porque no lleguemos a consumar un acto sexual eso no significa que no estamos perjudicando nuestra relación de pareja o haciéndole daño a la persona que decimos amar. De hecho, aunque solapada, este tipo de infidelidad puede ser aún más profunda y devastadora que la física. Sobre todo, si existe una cierta insatisfacción dentro de la pareja porque no nos sentimos lo suficientemente escuchados, queridos, mimados o comprendidos. O cuando la comunicación ha dejado de ser fluida o enriquecedora para ambos.
Como sostiene la psicóloga clínica Catalina Bosch, "esta situación constituye un nicho propicio para cuando llega otra persona que les hace sentirse plenas desde el punto de vista de la autoestima, que alimenta su ilusión y sus expectativas". Es decir, otra persona que comienza a suplir las carencias afectivas que tenemos, generando una relación más estrecha que la que tenemos con nuestra propia pareja. En su libro Por qué amamos, la científica Helen Fischer explica las razones: "El cerebro humano es capaz de sentir amor por el cónyuge y pasión por otra persona. Por supuesto, son tareas inconscientes porque es cierto que la gente se enamora sin decidirlo".
Cuando nuestra imaginación se desata y otro nos llena más que nuestra pareja, hay que tomarlo como una señal de alarma, ya que puede ser indicador de que existe un problema en nuestra relación sentimental que es necesario detectar, enfrentar y solucionar cuanto antes, para que no se nos escape de las manos.