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EL RINCON DE CELE: ... ¿Y TODO A MEDIA LUZ?
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 30/08/2012 10:34

sexo

YTODOAMEDIALUZ1parte.jpg picture by celestino_014

… ¿Y todo a

media luz?

 

 

¿Con luz o sin ella? ¿En cinco minutos o en cinco horas ¿Desnudos o vestidos?... La hora del día, la iluminación y la demora en el ritual que preside nuestros encuentros amorosos dice mucho de nosotros y de cómo integramos la carnalidad en nuestras vidas…

Al principio, “cuando Juan me mira con esos ojos que insinuación inminente, automáticamente la freno, le arrastro hacia la alcoba, apago la luz y me desnudo a oscuras antes de que él lo haga…” –cuanta Ángela con un hilo de voz-. “Más de una vez –prosigue- él protesta. Desearía utilizar otros rincones de la casa para amarnos… Le gustaría desabrocharme la lencería, y, sobre todo, desearía verme, observarme lentamente, recorrerme con la mirada. Justo lo que yo trato de evitar.” La oscuridad es aliada de lo secreto, de lo mágico y ancestral, por eso buen número de mujeres prefieren hacer el amor con la luz apagada. Pero la norma cansa. La reiteración y la costumbre debilitan la magia del amor. Hay que tener en cuenta, además, que hombres y mujeres somos distintos en lo erótico. Ellos son netamente visuales, en el sentido de que gran parte de su excitación se alimenta a través de ese sentido. Por el contrario, las mujeres somos más felinas, más auditivas, y renunciando a lo que percibimos por la vista, potenciamos el tacto, el olfato, el gusto… Por no hablar de la autoexigencia del cuerpo diez que la sociedad impone, aunque sea de modo subliminal, a toda fémina. ¿Realmente estamos seguras de que a él le importará ese kilo de más, ese pecho que ha dejado de desafiar a la gravedad o esas estrías que tanto nos acomplejan? En el vértice opuesto se encuentran las personas asertivas, seguras de si mismas y de la excitación que su cuerpo despierta –independientemente de las formas que tenga-. Hombres y mujeres que desean ser contemplados en toda su integridad por la mirada del amante. Aderezan su cuerpo con perfumes, miman su ropa íntima e incluso demoran el momento de roce de pieles, para lucimiento personal de sí mismos y esparcimiento del contrario. ¿Qué significa la “puesta en escena” de nuestros encuentros sexuales, la dramatización y el atrezzo que invertimos en ello? ¿Las horas del día que empleamos en amarnos y ser amados remiten información de nuestras emociones y nuestra forma de ser? Antonio Martín, psicólogo, lo sintetiza del siguiente modo: “Los amantes de la noche se pueden catalogar en aventureros, transgresores, espontáneos y rebeldes, mientras que los diurnos son más conservadores, sumisos, previsores y ordenados…” No hay que olvidar a las parejas consolidadas, los matrimonios “del sábado por la noche”, amparados en rutinas convencionales, ni tampoco a las antípodas, a aquellos que rompen los horarios premeditadamente porque necesitan de la sorpresa, ya que cualquier hora del día y el lugar más insospechado son buenos, porque la imprevisibilidad es su aliada vital.

 

Enciende, cariño

“Aquellos que prefieren disfrutar de luz plena para hacer el amor, sin parafernalias ni preparativos, responde al perfil  de seres impulsivos, poco creativos, puramente carnales y sin demasiada fantasías. Su instinto animal es primitivo y elemental, teniendo en cuenta que en la especie humana, lo más importante es el refinamiento… No comemos sólo para matar el hambre, también lo hacemos por placer, para degustar; acudimos a restaurantes exquisitos por el puro placer de paladear, de sorprendernos. En el sexo ocurre lo mismo: ¿Por qué no ser más exquisito? ¿Por que no hacer del sexo un arte? Ser creativos no está reñido con los instintos, el arte de hacer la vida más bella, más sensitiva, y, sin duda, nos eleva a otro concepto de la especie. Crear es vivir hacer de lo distinto lo más apetecible”, resume el psicólogo Antonio Martín.

Los hay que disfrutan tanto del amparo de la luz, que incluso esta preferencia  les lleva a realizar el “combate amatorio” con la luz natural del día. Hasta el punto de que, no pocos, llegan al extremo de dejar la ventana abierta, tanto para recibir los rayos del sol, como por el placer de tener, hipotéticamente, a muchos testigos de su placer entre el vecindario. Son personas que hacen del acto sexual una hipérbole y añaden murmuraciones y ciertos gemidos guturales en voz alta.

YTODOAMEDIALUZ2PARTE1.jpg picture by celestino_014

Apaga, te lo ruego…

Durante siglos algunas religiones han demonizado y hasta prohibido el sexo como algo pecaminoso, hasta que, durante la Edad media, ciertas iglesias repararon en que no podían impedir que los amantes tuvieran encuentros sexuales, ya que atentaban contra la supervivencia de la propia especie. De este modo, constriñeron el acto amatorio al vínculo matrimonial y con fines puramente reproductivos… Pero, eso sí, como era un acto sucio, debía llevarse a cabo en silencio y, como todo lo siniestro, en la más absoluta de las oscuridades. “Derivado de aquel atavismo –explica el psicólogo Antonio Martín- todavía muchas personas entiende el sexo como un tabú y necesitan la ausencia total de luz para poder realizarlo. También encaja –prosigue-, con todos aquellos cuyo perfil encaja con quienes no aceptan su cuerpo, tienen miedo a ser observados, son inseguros y tímidos. Se trata, pues, de personas que no confían en la vida y entienden el sexo como si de ángeles se tratara. Sólo creen que un cuerpo perfecto puede hacer sexo, o tal vez estén huyendo de los flujos corporales y sueñan practicar sexo con espíritus incorpóreos e intangibles, que no emitan suciedad alguna. La carne les asusta, el cuerpo les abruma y las sensaciones físicas les aterran.” Otro motivo por el que estas personas prefieren la oscuridad es el miedo al rechazo. Creen que su cuerpo no es deseable y huyen de la presencia física, pero –como matiza Antonio Martí- “toda huida es un retroceso en la lucha contra nuestros fantasmas”. Si el otro no acepta nuestro cuerpo como es, no nos ama, no nos desea y no es digno de ser nuestro compañero, de descubrir el goce y el deseo recíproco. En síntesis –según palabras del terapeuta-: “Sólo es mi otro yo, mi amigo, mi acompañante en el camino de la vida, aquel que me acepta en mi integridad. El cuerpo es el templo del ser humano, somos un todo con él, y quien nos ama en la vida tiene que quererlo como es, no podemos permitirnos el engaño o la huida…”. “No puedo soportar que me vean desnudo –explica Manuel-.”

Pese a todo, también puede ser partidarios de la oscuridad a la h0ora de hacer el amor aquello que disfrutan de los encuentros a ciega, lo que despierta su tacto, su olfato, au audición… El resto de nuestros sentidos se agudizan cuando la vista deja de tener primacía. Y, al igual que la oscuridad extrema puede resultar “ocultación”, también puede tener la acepción contraria: transgresión y morbo. No en vano, la oscuridad facilita la desinhibición, y puede hacer que nos sintamos más libres y vivamos el sexo de un modo más intenso.

 

Crepúsculo de amor…

“Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos a media luz los dos… Y todo a media luz, crepúsculo interior, qué suave terciopelo la media luz de amor…”, resumía Carlos Gardel con absoluto dominio del ritmo poético. Es inevitable recordar su memorable tango a la hora de pensar en dos cuerpos buscándose a tientas en la penumbra. Como se ha dicho, entre luz cenital o diruna y la oscuridad más absoluta, existe el término medio, el reducto de los románticos, lo soñadores y los imaginativos.

ÁNGELES LÓPEZ


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: IMANPRINCESS Enviado: 29/10/2024 03:07


 
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