Los surcos
que deja la vida
En la vida, cada momento tiene su ciclo y apurar la cosecha no va a hacer que el fruto sea más dulce. Por eso, cuando una relación de pareja se rompe, es necesario un tiempo para volver a reconstruirse.Tomarse ese tiempo, sea el que sea, nos permitirá salir fortalecidos, que no indemnes; lograr mayor madurez y reconocernos y aceptarnos más tal cual somos, que es lo difícil. ¿Cómo conseguir todo esto justo cuando más desolados nos encontramos? Para los chinos, la palabra crisis es similar a oportunidad, oportunidad de crecimiento. El psicoterapeuta Eduardo Roselló, da las primeras pautas: "Se trata de darnos cuenta de que las plumas están chamuscadas; es decir, del dolor que llevamos para, así, empezar a resolverlo. El problema es cuando estamos arrastrando el equipaje emocional de una relación a otra".
Mirar hacia atrás
Después de este darse cuenta, ¿cómo dejar atrás el pasado? Para la psicóloga Lucía Sutil, "no hay que dejar atrás en pasado, sino aprender de él, reflexionando sobre las conductas pasadas. En un proceso de crecimiento, si analizas tus etapas, sabes lo que te lleva a tu punto oscuro. Y tienes que superarlo, por eso comienza una nueva etapa. Sin embargo, si te olvidas del pasado lo repetirías y estarías dando círculo continuamente, llegando al mismo punto".
Aprender del pasado, mirarlo con desprendimiento y objetividad no es sencillo; hay pasajes de dolor, orgullo y hasta rabia que nos ciegan. Y no sólo no nos permiten ver nuestros errores, sino que tampoco nos damos cuenta de que ningún reproche a los errores ajenos será productivo. E. Rebollo considera que "no hay que ponerlo en términos de que la culpa es nuestra o no. Simplemente hay que pensar que hay algunas cosas que no estamos haciendo bien y que por nuestro beneficio hay que hacerla mejor. Si una relación ha terminado, no quiere decir que había algo mal en nosotros o en la otra persona, quiere decir solamente que la relación no ha funcionado. De lo que se trata ahora es de hacerlo un poquito mejor para poder seguir avanzando".
Liberarse de resentimientos
Sabiendo que hay cosas de nuestro pasado por resolver y que la distribución de culpas no es, en ningún caso, un buen camino, comienza uno de los trabajos más arduos y complejos: abandonar ese tiovivo emocional de recriminaciones que nos impide crecer. En opinión de Lucía Sutil "en el crecimiento de la vida, en el de pareja, yo propongo que no se hagan círculos, porque no se avanza, sino espirales. Cuando uno da una vuelta, asciende a la siguiente, con lo cual hemos superado algo".
Y después de darnos cuenta de que señalando no mejoramos y de que hay cosas por resolver llega el momento de perdonar los errores propios y ajenos. Pero desde nosotros. No cuenta eso de decirle al otro: "Te disculpo por hacerme infeliz" ("eso sería manipular", asegura E. Roselló). Al perdonar nos damos cuenta de lo importante que ese pasado y esa persona han sido en nuestras vidas y eso nos permite trabajar en el futuro sabiendo que el pasado terminó y que, fundamentalmente, ya nada podemos mejorar de él.
Quedarán restos, un equipaje inevitable que cargamos, por esos restos nos enriquecerán; las semillas que no germinan dan aire a la nueva tierra labrada. De este equipaje emocional no hay que desprenderse, "sino ordenarlo de una manera distinta -asegura LucíaSutil-. No es fácil desprenderse de las emociones negativas, es un trabajo largo, pero si eres consciente de lo que tienes que hacer y puedes comenzar a mantener una relación de pareja sin perder la perspectiva de tu trabajo original, no es necesario que esté todo superado, porque, si no no tendríamos nunca pareja. Pero eso sí, nunca proponerle al otro que te resuelva el problema". E. Roselló aclara: "Valorar lo bueno no es un equipaje emocional engorroso, pero vale la pena liberarse de los resentimiento hacia el otro o de la culpa de lo que hicimos a la otra persona, porque así estamos considerando que eso forma parte de nosotros estamos cometiendo un grave error". De nuestra maleta hay que tirar cualquier cosa que creamos que es un defecto, que pesa mucho y que hay que ir por la vida tirando de ello, como la rabia o la ira, aquellas emociones negativas que no pueden estar en una pareja. Todo lo que queda allí que no sea destructivo (aunque no siempre tenga que ser positivo o agradable), somos, para bien y para mal, nosotros mismos.
¿Preparados para el amor?
De acuerdo con Lucía Sutil, "cuando hacemos esa aceptación incondicional de nosotros mismos es lo bueno. Para llegar a esto, lo primero es saber quié es uno, conocerse en todos sus puntos fuertes o de luz y conocerse, sobre todo, en la oscuridad. Y partiendo de ahí, cuando uno se acepta incondicionalmente, con sus cualidades y sus defectos, y comienza a ver cuál es el mecanismo que le lleva a todo eso podrá convertir todo lo oscuro en luz".
Resolver, perdonar (lo propio), disculpar (lo ajeno), aceptarnos a nosotros mismos...¿y cómo saber cuándo estamos preparados nuevamente para el amor? Es más simple de lo que pueda parecer: cuando ya no lo necesitamos, cuando no lo buscamos ni representa para nosotros la solución, cuando nos damos cuenta de que podemos ser felices con o sin pareja. Así, una vez que hemos logrado "ver" nuestra propia parcela, quitar las malas hierbas, aceptar qué podemos y qué no cultivar, es cuestión de remover la tierra y disponerse a sembrar...
JUAN SCALITER