Tito desde su nacimiento tuvo un encanto muy particular. Chelito, bonito, con cara de botón de rosa y unos ojos muy expresivos, se quedó un poco corto de estatura al llegar a la adolescencias, pero desde su infancia supo hacer las delicias de todos pues era accesible, juguetón y muy considerado.
Habiendo nacido en una modesta casa, el ascenso en cargos de su papá le permitió tener una excelente educación, y entre sus compañeritos de juegos estuvo Británico, el hijo del emperador Claudio habido con su segunda esposa Valeria Mesalina. Tito siempre quiso mucho a su amigo Británico, por lo cual estalló en llanto cuando un adivino le pronosticó muerte prematura a su amigo pero a él le dijo que sería amado emperador. Lo peor del caso fue que la profecía se cumplió ya que Británico fue envenenado por Locusta por órdenes de Agrippina la Menor (la mamá del nefasto Nerón) para quitarle de en medio. Tito, quien estaba muy chavalo cuando su amigo fue asesinado, tomó veneno para acompañar a su cuate pero solo se escapó de morir de una currutaca señorial. Fallando en su intento de suicidio, Tito se prometió nunca tener amigos muy entrañables porque sufría mucho al perderlos. Tito de adolescente a veces podía ser muy remilgado, y cuando su papi impuso el impuesto sobre el uso de orinales públicos en Roma, opinó que era una forma bastante sucia de obtener dinero, pero cuando su progenitor le dio a hueler las monedas, no pudo sentirle rastro de orines y las aceptó Tito para incrementar su mesada.
Tito asimilaba de forma prodigiosa cuanto le enseñaban. Llegó a ser muy buen músico, tañendo bien la cítara y el laúd. Tenía memoria fotográfica, era excelente taquígrafo, inspirado poeta, buen jinete y óptimo soldado. Su letra era muy buena, y ya siendo emperador una vez dijo que se hubiera ganado mejores monedas como escriba o falsificador de documentos. El ascenso de Tito dentro de la política romana comenzó cuando fue tribuno en Germania y Bretaña, luego pasó a brindar servicios en el foro. A pesar de ser muy gustado por las hembras de la especie, Tito comprendió que el amor no sería la razón primordial para escoger esposa. Su primera esposa fue Arrecina Tertulia, hija del ex prefecto pretoriano Mario Arrecino Clemente (quien fue el inclemente que mató a Calígula de unos navajazos en las menudencias). Su segunda consorte, tras enviudar de Arrecina, fue la linajuda Marcia Furnila, a quien desposó en el año 63, y con quien manufacturó una hija. Este enlace acabaría en divorcio. El gran amor de Tito sería precisamente una alegrona judía llamada Berenice, quien era princesa por ser hija del rey de Judea Agrippa I. Era una chela once años mayor que Tito y poseía un récord de cama como para hacer palidecer a la más experimentada meretriz de Roma. Esta bella mujer estuvo casada en 4 ocasiones y hasta cometió incesto con su propio hermano antes de caer rendida de amor en brazos de Tito, quien le prometió hasta boda y palacios. Berenice, según las malas lenguas con la mía a cargo del desfile, le bailaba desnuda y bañaba a Tito en miel con pétalos de girasol antes de llevarlo al lecho.
El lío fue cuando en el año 75 de la era cristiana, la alocada y ambiciosa Berenice lo siguió a Roma. Vespasiano, quien aún era emperador, se negó a ver que su hijo cayera en garras de semejante espécimen femenino, y le prohibió “pagar con boda lo que ya había obtenido gratis.” Tras tremenda regañada, Vespasiano le dijo que siguiera su ejemplo( Vespasiano vivía en concubinato con Caenis tras la muerte de la madre de Tito.) Berenice fue corrida en desgracia de Roma, y el pobre Tito quedó humillado y más adolorido que perro apaleado. Berenice regresó burlada a su Judea natal para seguir refocilándose con Raimundo y medio mundo. Tras esa experiencia, Tito volvió a sus correrías sexuales, llegando a participar en orgías y hasta se rumora que en una de ellas se enamoró de una cabra, lo cual parece improbable.
Tito, quien por una de esas ironías del destino habría de enamorarse tan violentamente de su judía Berenice, no fue precisamente tolerante con los hebreos todo el tiempo. Como cuestor para el año 65 en Judea, sometió dos ciudades cuando los judíos se rebelaron. En medio de una cruenta batalla, Tito perdió a su adorado corcel al caer éste destripado, pero inmediatamente saltó sobre el caballo de otro soldado. Este equino así recuperado llegó a ser uno de sus grandes amores, y le llamó Triunfador. Aunque Vespasiano a veces sospechaba que Tito podría quitarle el trono, Tito lo tranquilizó llegando a apoyarlo en Roma cuando Vespasiano ya estuvo firme en su poder. Fue tal su apoyo que en el año 71 Tito fue el jefe de la guardia pretoriana de su padre.
La mayor debilidad de Tito era precisamente la fuente de su encanto popular: Era demasiado generoso. No tenía un no para nadie, por lo cual la historiadora Danielle Rocher comentó que si Tito hubiera sido mujer, se la hubiera pasado encinta por no saber decir no a nada ni a nadie. Tito solía decir que el día en que no hacía feliz a nadie era un día perdido. Dotó a Roma de baños municipales y completó el Coliseo comenzado por su padre. Hizo muchos festivales, promovió a poetas y artistas, y por eso dejó las arcas vacías. Se negó a que hubiera pena de muerte, y amaba tanto a los animales que trataba de ser vegetariano. Bromista y alegre, departía con escritores y toleraba que los periodistas de entonces hasta lo sacaran en caricaturas. Solo Domiciano, su hermano menor, lo odiaba porque le tenía celos y envidia, esperando solo que se muriera Tito para asumir el trono. Las tragedias que se dieron durante el reinado de Tito estuvieron más allá de su control, a como diría el francés Choderlos de Laclos. En el año 79 un incendio de tres días hizo destrozos en los templos de Roma, pero lo peor fue cuando en ese mismo año al Vesubio se le ocurrió hacer erupción para sepultar a Pompeya y Herculano. Tito lloró amargamente la muerte por asfixia del curioso científico Plinio el Viejo durante la erupción del Vesubio, y auxilió a los damnificados priorizándoles con ternura y abundante ayuda material. Cuando la peste llegó a Roma en el año 80 de la era cristiana, Tito tuvo que ser refrenado por sus guardias para evitar que fuera a cuidar enfermos y se contaminara. En el año 81 Tito se recluyó unos días en la granja donde había muerto su papá, y pescando unas fiebres que algunos identifican como malaria y otros como fruto de un veneno que le dio Domiciano, murió súbitamente. El pueblo lo lloró a gritos, presintiendo quizás que con su hermano Domiciano en el trono de Roma, las cosas serían muy distintas.