COMPORTAMIENTO
Pequeños gestos cotidianos que nos ayudan
=y 2º=
"Además -continúa Bernabé Tierno- el optimismo potencia el sistema inmunológico, que constituye una barrera para la mayoría de las enfermedades; genera feromonas y endorfinas y un estado emocional positivo que conlleva menos riesgos de contraer resfriados y menos desgaste cadiovascular, proporciona mayor fortaleza e incrementa los recursos psicológicos que protegen frente a la depresión; y reduce el estrés y la ansiedad".
De negativo a positivo
Pensar en positivo, si no es una facultad innata o adquirida en la infancia, conlleva un esfuerzo personal, un aprendizaje y un trabajo cotidiano consciente para transformar los pensamientos negativos en positivos. Pero, como hemos visto, los beneficios del optimismo y del pensamiento positivo son tantos que este esfuerzo se nos antoja un bajo precio para una gran recompesa final.
Este aprendizaje, como todos los que llevamos a cabo a lo largo de nuestra larga trayectoria personal, acabará tan asumido que el optimismo y la positividad formarán parte de nuestras vidas como una rutina de la que apenas nos hemos dado cuenta.
Potenciar nuestra autoestima, valorarnos y confiar en nuestras capacidades, intentar encontrar explicaciones favorables de un acontecimiento para minimizar el impacto negativo y resaltar los aspectos positivos, buscar razonadamente el matiz optimista de cada suceso adverso (todo tiene su lado bueno)... y perseverar día a día en esta búsqueda de manera consciente son algunas de las pautas que nos ayudarán a conseguir avanzar en este aprendizaje.
La valiosas emociones positivas
Una emoción positiva (como la alegría, la felicidad, la sensación de bienestar...) es aquella que provoca sentimientos agradables, nos lleva a desarrollar conductas favorables y tiene consecuencias beneficiosas. Los estados de ánimo alto y las emociones positivas que experimentamos influyen de manera directa en que tengamos un pensamiento positivo y una actitud más optimista.
María Dolores Avia y Carmelo Vázquez, profesores de Psicología, enumeran en su libro El optimismo inteligente, los efectos de las emociones positivas sobre los procesos de pensamiento: "Cuando el estado de ánimo es bueno, el juicio tiende a ser más benévolo, tanto con uno mismo como con los demás; el hecho de estar contentos hace que nos vengan más facilmente a la memoria recuerdos anteriores de cosas buenas, con lo cual vamos "recuperando material" que corrobora y prolonga nuestro bienestar; los estados de ánimo positivos generan formas de pensamientos más felxibles, menos rígidas; en presencia de emociones positivas es más fácil que uno tienda a ser creativo, a dar respuestas más imaginativas y novedosas; y cuando uno tiene buen ánimo, tiene también menos dudas y tarda menos en tomar decisiones sobre asuntos que le concierne". Además, las emociones positivas nos ayudan a ser más generosos y solidarios, a tolerar mejor el dolor físico y a potenciar de manera notable la motivación para emprender y realizar cualquier proyecto.
MAR SANTAMARÍA
(FINAL)
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