"Encontraba mil razones para dejar de fumar, pero ni siquiera lo intentaba; lo único que conseguía era ansiedad pensando en el siguiente cigarrillo y frustración al ver mi incapacidad por llevar a cabo mi propósito de acabar con el tabaco", cuenta Araceli, de 23 años.
La lista de buenos propósitos podría ser interminable, como el número de fracasos que cualquiera puede acumular a lo largo de la vida. Como cuenta Esteban Cañamares, psicólogo, "dos de las grandes causas para explicar los fracasos de no querer cumplir con nuestro propósitos son el miedo a cambiar de vida o entrar en una etapa que por alguna razón asusta. Es como esa mujer joven que teme adelgazar por miedo a entrar en el mundo de la sexualidad, a gustar, a ser deseada. Esa niña-mujer teme lo que desconoce y de ahí su miedo a no dar la talla, por lo que prefiere seguir siendo el patito feo y evitarse problemas".
Temor al cambio
Pero la causa más común es simple y llanamente la falta de voluntad, la falta de costumbre de esforzarse para conseguir cualquier cosa y terminarla con éxito, como explica Manuel Oliva, psicólogo clínico: "Decidir implica tener claro el objetivo, los pasos que hay que dar para alcanzarlo, la asunción de los costes que implica ponerlo en marcha, la consideración realista de ventajas e inconvenientes y, por supuesto, contar con los medios necesarios para empezar a caminar en la dirección deseada. Pero también puede ser que falte confianza en uno mismo, que a pesar de haber hecho un análisis pormenorizado, consideremos en el último momento que no vamos a ser capaces, que no vamos a tener fuerza de voluntad".
Exceso de impaciencia
"Me plateé empezar por pequeñas cosas como reciclar, hacer cada mañana diez minutos de ejercicio y desayunar correctamente. Los tres primeros días fueron de cine. Pero a la semana todo se había ido al traste. El desaliento era total", confiesa Asunción, de 27 años.
Hay que tener en cuenta, aclara la psicóloga Venessa Fernández, que "para cumplir las expectativas hay que pasar por una serie de fases que hay que ir cumpliendo. Hay veces que sin haber llegado a la primera, queremos alcanzar lo que deseamos, pero al no estar en el punto que deberíamos estar, la expectativa se ve irreal y nos vemos incapaces de cumplirla. Entonces dejamos de intentarlo".
Para lograrlo, Oliva recomienda que hagamos nuestras frases como "no te rindas", "y es un fallo, una debilidad no supone el fracaso total. No hay que ser tremendistas".
¿Qué hacer?
¿Por qué quiero cambiar? ¿Qué es lo que quiero conseguir exactamente? ¿Es el mejor momento para llevar a cabo mi propósito? Es lo primero que debemos plantearnos para llevar a cabo nuestros propósitos, empezando por detallar nuestros objetivos al máximo. Conviene que la motivación al cambio sea interna y coherente con mis valores y ver si las condiciones son las más favorables.
Ser realista. No abuses en tus objetivos. Lo mejor es que los plantees de uno en uno y no todos a la vez. Hay que ser realista y no dejarse llevar por la euforia o la mera fantasía o ilusión. Hay que intentar valorar la forma razonable lo positivo y lo negativo.
Ten claros los objetivos. Debes saber bien lo que quiere hacer y cómo hacerlo; si no lo sabes, es mejor pedir ayuda o consejo. En temas de salud, no tomes decisiones médicas por tu cuenta sin un especialista. Deja que él te ayude.
Respeta tus momentos de debilidad. Hay que pensar que siempre hay momentos de flaquezas, de desgana, de abandono. Es normal. Los cambios se producen de forma progresivas, no queramos cambiar radicalmente. Tenemos que permitirnos la debilidad, pero recordar siempre el objetivo que nos hemos marcado, los pasos que hay que dar, lo que se ha conseguido y los beneficios que se obtendrán.