El sentimiento más hermoso que puede
sentir el ser humano, amar y ser amado...
¿Usted me quiere ayudar o usted me quiere?
Unicamente desde abajo, es decir, desde la situación del que no se considera superior a nadie, es posible querer a las personas y, por tanto, comunicar vida y felicidad. Y pienso que es necesario llevar esto hasta sus últimas consecuencias. Lo voy a explicar con un ejemplo muy simple. Un día, hace tiempo, alguien me preguntó: "¿Usted me quiere ayudar o Usted me quiere?". No supe que responder. En la vida, hay mucha gente dispuesta a "ayudar". Pero se encuentran pocas personas dispuestas a "querer". No olvidemos que la relación de "ayuda" es asimétrica: el que ayuda está en un plano superior al que es ayudado. Y aquí está lo malo. ¡Qué duro y qué humillante es para cualquiera cuando se ve obligado a decir que tiene que vivir de las "ayudas" que recibe! Vivir de "ayudas" es vivir en una humillación constante. Porque depende de otros. Es estar por debajo de otros. La gente normal, todo el que no es un cara dura o un depravado, si es sincero, dirá que no necesita "ayudas"; lo que necesita es "cariño". Porque la relación de cariño es relación de igualdad. Y es, además, una relación recíproca: cuando dos personas se quieren, los dos dan y los dos reciben. Pero, sobre todo, la relación de ayuda es una relación que domina el que la presta: yo puedo ayudar hasta donde quiera. Mientras que la relación de cariño es una relación que nunca sabemos hasta dónde puede llevar. A Jesús de Nazaret, de hecho, lo llevó hasta la muerte. Desde el momento en que su relación con el pueblo fue una relación "visceral" (algo que le salía, no de las ideas sino de las entrañas), aquello podía terminar de cualquier manera. Y sabemos como terminó. Por eso, en el fondo y con tanta frecuencia, nos da miedo querer. Y nos da miedo que nos quiera.
Si he hablado de esta cuestión concreta, de la "ayuda" y el "cariño", es porque me parece que representa una expresión muy sencilla y muy fuerte de lo que, en concreto, es dar vida, respetar la vida y dignificar la vida de los seres humanos. Quiero decir que aquí tenemos un ejemplo concreto y fuerte de lo que Jesús quiso decir cuando se puso a hablar del Reino de Dios. Y por eso -ahora se comprende mejor- el Reino de Dios no es, ni puede ser , para selectos. Porque los selectos pueden ser (y lo serán, sin duda) perfectos, intachables y ejemplares. Lo que no sé si serán es personas capaces de dar y recibir cariño, especialmente de aquellos que, según la estimación socialmente admitida, no merecen cariño. En otras palabras, es sumamente problemático que los selectos puedan dar vida a los que menos vida tienen. Y es problemático, por no decir imposible, que los selectos puedan ser sujetos capaces de enterarse y de vivir lo que es el Reino de Dios.
de mi maestro José Mª Castillo (TEÓLOGO)
¡Ayudar!...ayudar mientras podamos...
A tantos necesitados que tienen hambre de nuestro cariño, de quererlos que es la mejor ayuda que podemos darle; de nuestra solidaridad. Hagamos, entre todos, un mundo más solidario. La exigencia de la solidaridad se fundamenta en la constatación de que todos hemos necesitado, necesitamos y necesitaremos de los demás para vivir. El hombre nace como un ser incapaz de sobrevivir si no es ayudado por sus congéneres; y al final de sus días, normalmente, se ve incapaz de cuidarse por si mismo. Por todo ello, la solidaridad de unos con otros viene exigida por la misma naturaleza humana. "Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo" (Carta-testamento de el Che Guevara a sus hijos). "Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada". (El "Manificat". Lc 1, 46-55).
Bajemos de sus "tronos" a los poderosos.
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