EL ESPÍRITU DE LOS POR-NACER...(I)
Yo soy el Espíritu de los Por-nacer. Soy el Espíritu de todos los hijos por-nacer de todo el
mundo. Soy su suma total. Cada uno de ellos es una partícula de Mí. Vengo a exhortar ala Pureza a todos los padres de hoy y de mañana. Pero no sólo a éstos dirijo Mi llamada. Porque también entre los jóvenes que aún no saben si alguna vez serán padres, hay
impureza, que, por su sutileza, impide Mi verdadera expresión. Y no Me dirijo solamente a los vivos, sino también a los muertos. Porque también
ellos volverán a vivir en la tierra y podrán ser padres en ella. Hablo pues, para todos. Para todos sale Mi voz. Acallad vuestros deseos y escuchad Mi voz.
LA RAZA QUE VIENE
Estoy aquí para exhortaros a que os preparéis para Mí, el Espíritu de los hijos
por-nacer de la Raza Venidera. Yo, y sólo Yo, soy El que los represento a todos. Porque
Yo soy El que está en el corazón de todos. En nombre de las hijos de la Nueva Raza hablaré en este libro; ellos son especialmente
los que necesitan la Pureza porque aboga. Ninguno de ellos será jamás hijo de
padre que no sea puro en todos sus aspectos. Vosotros, los que no queréis purificaros, podréis aún engendrar hijos si así lo
deseáis; pero habréis de contentaros con los que puedan venir a vuestro hogar:
jamás a padres impuros nacerán ya hijos puros y altamente evolucionados. A los
hogares de los que sois impuros y egoístas, sólo pueden venir los que no han
alcanzado aún el estado en que pudieran formar parte de la Nueva Raza. Pero a vosotros, padres puros y desinteresa¬dos, jamás os vendrá ya ninguno
que no lo me¬rezca. Nunca daréis nacimiento a ningún hijo que no sea todo lo
que pueda esperarse de la Futura Raza, todo lo que ella ha de realizar. Sólo en el caso de que los padres de la presente raza purifiquen sus cuerpos
y sus hábitos, sus emociones y sus pensamientos, podré Yo expresar en Mis
nuevos cuerpos aquellas cualidades que harán de
la tierra un cielo y de la vida una felicidad eterna.
Yo, el Espíritu de los Por-nacer, he venido a juntar a los padres de la Nueva Raza. Está próximo el día en que se dividirá el mundo entre los que están preparados
para establecer Mi Nueva Raza y los que aún no lo están. Pronto seré con
vosotros. Y oíd, vosotros, los que suspiráis por la belleza
en vuestros hijos; una vez más hago Mi llamada. LA EXORTACIÓN A LA PUREZA
El que aún está impuro no debe desconfiar. El que está puro no debe menospreciar. El que no hace más que luchar está más cerca de la entrada a Mi Nueva Raza
que todos los que, pareciéndoles haber llegado, siguen todavía criticando y censurando.
PUREZA DE PASIÓN
En el mundo de los hombres: en las ciudades y dondequiera que los hombres
han construido sus moradas, se cierne una nube, una nube
astral de sensualidad, sucia, viscosa. Mirando a la tierra desde Mi reino, puramente espiritual, veo el globo envuelto en
una nie¬bla de color rojo oscuro, emanada de los hombres. Parece que la inmunda niebla se hace de hora en hora más espesa, que su
repugnante hedor va creciendo en virulencia por los incesantes actos sensuales;
palabras sensuales y pensamientos sensuales de los hombres. Y ¡a esa nube tengo Yo que descender! Esa barrera casi impenetrable tengo que atravesar Yo, el Espíritu de los
Por-nacer en busca de nueva encarnación. ¿Cómo podéis esperar que, empeñado con su asqueroso tinte antes de
llegar a la tierra, encuentre Yo cuerpos adecuados, capaces de Mi
pura expresión, aptos para la Raza Venidera?
Atento espero las posibilidades de encarnar en cuerpos más puros, concebidos
de padres que viven en pureza… aun casados. Del matrimonio, el sagrado lazo de amor, en el que Yo esperaba encontrar cuerpos
creados en pureza, ¿qué han hecho los hombres? Ha sido profanado, reducido
a una institución de inmoralidad legalizada, deshonrado por la incesante ansia de goce carnal. Esto debe cambiar si queréis que Yo os vaya. Solamente en cuerpos puros,
puedo nacer Yo, el Espíritu de la Raza del Porvenir.
La fuerza creativa, debéis emplearla con la mira en Mí; en que Yo pueda encontrar
cuerpos en que manifestar lo mejor y más elevado que hay en Mí. La energía creativa es vuestra parte más divina; en ella reside, no sólo vuestra
semejanza con lo Divino, sino vuestra misma Divinidad. No abuséis, pues, de
ella. ¿Qué habéis hecho de ella? ¿Qué estáis haciendo de ella? Contestaos a estas
preguntas con entera sinceridad. Conozco la respuesta sin que Me la digáis,
porque desde Mi Mundo, puedo Yo observar los hechos más recónditos del vuestro.
Que podáis pensar por vosotros mismos y saber por vosotros mismos y no
corráis atolondrados por el camino trillado... es Mi propósito al preguntaros: ¿Podré acercarMe a vosotros en busca de la Pureza que para Mi plena
expresión necesito con tanta urgencia? O ¿Me sofocará también
la atmósfera que a vosotros os rodea?
¿Soy acaso demasiado crudo, demasiado riguroso, en arrancar la venda de
la asquerosa llaga de la humanidad presente…aún no incluyéndoos en ella
a vosotros? Cesad de escucharMe si os place.
Pero entonces no os quejéis de las consecuencias de vuestra indocilidad, de
vuestra persistencia en la ignorancia voluntaria. Y sabed que Yo veo; veo todos
vuestros actos del pasado y del presente... y las futuras contingencias también. Y
porque veo alguna probabilidad de que habéis de considerar cuidadosamente
estas palabras, de que las habéis de vivir, Me merece la pena el venir a
hablaros como lo hago. ¡Yo veo! Y ¿qué actos he de contemplar? Derroche de
energía creativa por viejos y jóvenes…aun por los verdaderamente jóvenes.
¿Cuya es la falta? ¿A quién deberá culparse de la alarmante propagación del
onanismo y la pravedad entre los jóvenes?
Vuestra es la falta, padres que no vivís Mi pureza.
Vuestra es la falta, hombres y mujeres, todos vosotros
de edad madura que llenáis la atmósfera de emanaciones de vuestra impureza. Reacciona en
otros lo que vosotros emitís en actos, emociones y
pensamientos. Y la tierna juventud es extremadamente
sensible, se con¬tagia de vuestra influencia con suma facilidad. Vosotros sois los culpables.
Vosotros, que tenéis hijos ¿recordáis el propósito con que los habéis atraído? ¿Lo hicisteis con
pensamientos de amor hacia quienes pudieran veniros? O ¿impróvidamente, guiados
por la pasión, para satisfacer el apetito carnal?
Y, mientras el cuerpo se formaba dentro de su sagrario, ¿respetasteis la santidad de su desarrollo?
O ¿es también verdad en vosotros que muchos ilegítimos fueron concebidos con más amor mayor
pureza que vuestros hijos? ¿Y vosotros escarnecéis?
Engendrados en el pecado, pecado contra el Espíritu Santo, como acertadamente se le ha llamado,
la mayor parte de los niños crecen aspirando y absorbiendo los venenosos efluvios (tan reales
como ocultos) de la sensualidad, emanados de los actos y pensamientos de los circunstantes.
Así se estimula en ellos la lascivia. Desapercibidos, (¿quién los va a prevenir?) faltos del verdadero
conocimiento de las cosas más vitales, se les permite entregarse a los funestos pecados secretos.
Resultado: Degenerados buscando lo que ellos llaman placer en la prostitución
de sí mismos y de otros... y todo a Mi costa.
Dondequiera que van, la nube de sensualidad se va haciendo más y más opaca, impenetrable;
dondequiera que van, falta sitio para Mí. Sus pestíferos efluvios querrían sofocarMe.
Y triste es decirlo; pero ellos son los que componen la mayor parte de la humanidad actual.
Por eso exhorto y exhorto y vuelvo a exhortar a mayor Pureza.
Pero son muy pocos los que Me escuchan de veras. Y menos aún los que quieren alistarse
en Mi ejército, que con verdadero corazón luchará por la Pureza, preparando
el camino para Mí, el Espíritu de los Por-nacer.
Con paciencia espero a que algún paladín de la Pureza
produzca rasgones en el sofocante nubarrón.
El que lo intente debe empezar por no añadir nuevo material al horrible, nauseabundo,
nubarrón. Cualquiera que sea constante en la lucha puede constituirse en un pequeño
sol, un centro radiante de luminosa pureza, y horadar esa espantosa espesura.
Desde Mi Mundo no puedo desgarrarlo, porque sería una tarea desesperante la de limpiar
y purificar lo que el hombre no cesa de manchar.
Pero cuando alguien de vuestro mundo trata de hacerlo, Yo lo veo y Me regocijo de ello y a
él va Mi ayuda. Y con Mi ayuda se intensifica su fuerza, y le capacita para abrir una
brecha por la cual pueda Yo bajar a buscar libre expresión…en sus hijos o, si es posible, en él.
Yo, el Espíritu de la Nueva Raza, he venido a exhortaros,
no sólo a que Me proporcionéis instrumentos
útiles en los que aún están por nacer, sino a que os capacitéis también vosotros para expresarMe
con Mis cualidades, haciéndoos así dignos de ser elegidos para la Nueva Raza. Yo exhorto a la
Pureza en todas sus mani¬festaciones. En primer lugar, a la pureza en la vida sexual, al empleo
puro de las fuerzas creativas, sólo para crear. Cesad en el derroche de vuestra energía más
divina de dar gusto a lo más bajo y grosero. Cuando no la necesitéis para crear nuevos cuerpos,
transmutadla en potencia creativa de palabras que edifiquen, pensamientos que ennoblezcan,
con que ayudar al mundo. Aplicad vuestra potencia generativa a la regeneración de vuestros
mismos cuerpos. Entonces podré Yo, el Espíritu de la Nueva Raza, nacer en vosotros. A hombres
y mujeres y a todos los jóvenes se dirige Mi llamada, Mi exhortación a la Pureza. AyudadMe
todos. Sea cada uno de vosotros un rayo de inmaculada Pureza en cuyo
derredor no pueda persistir la nube de sensualidad.
La pasión, factor sembrado en el pasado y transformado ahora en partos con dolor,
desórdenes físicos sin fin y anormalidades mentales, continuará todavía produciendo peores
calamidades... hasta que sea dominada. La pasión es el impulso divino anormalmente excitado,
cultivado sin freno por hábitos viciosos, por incesante pensar ilícito. Sois sus esclavos por
los poderes que le habéis dado vosotros mismos.
No reprochéis por todo ello a vuestro Creador. Vosotros mismos habéis transformado esta fuerza
natural en anormalidad artificial. Ahora vosotros mismos tendréis también que dominarla:
Y esto deberá hacerlo cada uno de vosotros, si queréis capacitaros para recibirMe.
Donde queráis que Yo vaya y tratéis de producir un cuerpo, aun la siembra de la semilla deberá
hacerse sin pasión. Así como el placer de las bebidas embriagadoras Y de los alimentos fuertemente
sazonados se desvanece cuando una persona purifica SU conducta en el vivir y en el
pensar, también la vehemencia en la satisfacción del coito desaparece enteramente
del que camina en dirección a la Perfecta Pureza.
La Raza Venidera, libre ya de la presión de los sentidos, no conocerá la pasión, pues habrá
adquirido y vivirá aquel amor más puro y grande, que no busca placer corporal. Sólo por
el amor, por el amor a los que vienen a nacer, cumplirá la Nueva Raza la función más santa
de la naturaleza, dando a las almas que vienen a encarnar lo más elevado que pueda.
¡ Libraos de la pasión!
Así podréis ayudaras y ayudarMe.
Porque con cada paso que deis hacia mayor Pureza, mayor
júbilo, dicha abundante, pura y duradera, os espera.
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