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EL NACIMIENTO DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ EN 1909.(I) 
 

 

Augusta Foss-Heindel

cfl234.gif picture by Sibylita

 
Muchas informaciones erróneas se han publicado acerca del origen de la Fraternidad Rosacruz. Para
esclarecer, este asunto, vamos a narrar detalladamente cómo y cuándo Max Heindel se encontró con
los Hermanos Mayores y recibió su iniciación. Emplearemos además sus propias palabras para que
el relato resulte más fehaciente.
Durante el verano de 1905, el exceso de trabajo y su intensísimo deseo de obtener conocimientos
espirituales, fueron causa de que Max Heindel cayera seriamente enfermo en Los Angeles, sufriendo
un ataque cardíaco, que durante meses lo tuvo en estado desesperante. Una gran parte del tiempo
que duró esta enfermedad, lo pasó fuera del cuerpo físico, trabajando conscientemente, y buscando
la verdad en los planos invisibles.
Se hallaba en la mayor pobreza; hubo días en este período de su vida en que le faltó hasta el pan, y
en algunas ocasiones estuvo durante dos días seguidos sin probar bocado. A pesar de ello, continuó
buscando sabiduría, y en cuanto se lo permitió su salud, dio conferencias para difundir la ciencia
astrológica.
En mayo de 1906, su trabajo fue interrumpido en San Francisco por el gran temblor de tierra, y
entonces se fue a Seattle y al es de un norte del país, para continuar sus disertaciones. Después curso
de conferencias se vio obligado otra vez a pasar una temporada en un hospital, a causa de otro
ataque cardíaco.
En 1907, dando conferencias en Minesota, fue visitado por una amiga que desde hacía meses le
instigaba a ir a Berlín, para encontrarse allí con una persona que era un extraordinario
conferenciante y profesor. Esta amiga insistió mucho en que fuese a Alemania, y llegó, en su afán,
hasta ofrecerle pagar todos sus gastos, y al fin, logró que aceptara.
Una vez en Alemania, Max Heindel asistió a las conferencias y clases del referido profesor, pero al
poco tiempo se dio cuenta de que esta persona no podía ofrecerle gran cosa, y que lo que enseñaba
no era nuevo para él. Defraudado en sus esperanzas, compró su pasaje de vuelta a América. Cuando
volvió a su habitación muy desalentado, comprendiendo que había abandonado un trabajo
importante en América para correr detrás de una, vana ilusión, un Hermano Mayor de la Orden
Rosacruz, uno de los Hierofantes de los Misterios Menores, se presentó a él y le ofreció
comunicarle aquellas enseñanzas que él anhelaba, a condición de guardar el secreto. Durante años,
Max Heindel había buscado y rogado a Dios que le dejase encontrar algo que pudiese apaciguar el
ansia de conocimiento de su alma en este mundo. Pero a pesar de haber sufrido de este modo y de
haber conocido el vehemente deseo de su corazón, él no pudo dar esta promesa al, Hermano Mayor
y se negó a aceptar cualquier enseñanza que él no estuviese autorizado para trasmitir luego a sus
hermanos ansiosos también de sabiduría. El instructor se marchó.
¿Puede el lector figurarse lo que debe lógicamente sentir un hombre hambriento que durante días no
ha probado bocado, al ver a una persona que le ofrece un pedazo de pan, y antes de poder probarlo,
se marcha y se lo lleva? Esto, poco más o menos, sucedió a Max Heindel. Su desencanto fue intenso
al ver que había hecho un tan largo viaje para encontrarse con alguien que, según la promesa
hecha por su amigo, era un Iniciado, resultando luego ser toda pura ilusión.
Cuando el Instructor abandonó la estancia, Max Heindel se quedó durante horas presa de gran
perplejidad, y pasó después varios días muy triste, considerando que ahora tenía que volver a
América y empezar de nuevo su trabajo donde lo había dejado, después de haber perdido
inútilmente tiempo y dinero. Sorpresivamente, el Instructor apareció otra vez en su habitación y le
anunció a Max Heindel que había salido vencedor de la prueba, añadiendo que de haber aceptado el
primer ofrecimiento. es decir, de no revelar a nadie estas enseñanzas, él no habría vuelto. Le dijo
también que el candidato elegido al principio, que había recibido la enseñanza de los Hermanos
Mayores durante siete años y que, por casualidad, era el mismo que ellos habían empleado para
atraer a Max Heindel a Berlín por mediación de su amiga, había fracasado en la prueba en el año
1905. Le expresó además, que él, Max Heindel, había sido ya observado por los Hermanos Mayores
durante varios años y escogido como candidato más apto en caso del posible fracaso del primero.
Además, le manifestó que las enseñanzas deberían ser publicadas antes del fin de la primera década
del siglo, es decir, antes de fines de diciembre de 1909.
En esta última entrevista con el Instructor, éste le indicó cómo llegar al Templo Rosacruz que existe
cerca de Berlín. En este templo se quedó Max Heindel más de un mes en comunicación directa
con los Hermanos Mayores y bajo su instrucción personal, recibiendo así la mayor parte de las
enseñanzas contenidas en el Concepto Rosacruz del Cosmos. El primer manuscrito de este libro,
que fue escrito mientras Max Heindel estaba en el templo, según indicación del instructor, no era
más que un bosquejo. La pesada atmósfera psíquica de Alemania era particularmente adaptada a la
comunicación de pensamientos místicos con la conciencia del candidato, y se le dijo que las 350
páginas del manuscrito que acababa de escribir no le satisfarían cuando llegase a la atmósfera
eléctrica de América, y que él entonces desearía escribir nuevamente todo el libro. En su gran
entusiasmo, él no quiso creerlo en un principio, imaginándose haber recibido un mensaje
maravillosamente completo; pero la predicción de los Hermanos Mayores resultó ser verdad.
Después de haber pasado algunas semanas en la ciudad de Nueva York, se dio cuenta de que,
en efecto, era así. El estilo de redacción del manuscrito, entonces no le agradó. y, por consiguiente,
se dispuso a escribirlo otra vez de nuevo.
Alquiló una habitación barata en el séptimo piso de una casa de vecindad, y durante el verano
excesivamente caluroso del año 1908 estuvo sentado día por día en su cuarto desde las siete de la
mañana hasta las nueve o diez de la noche, sin siquiera salir a la calle para almorzar. Con un vaso de
leche y unos bizcochos se quedaba trabajando hasta la noche, y luego salía para cenar, generalmente
nada más que legumbres. Después de un paseo por las calles calurosas de Nueva York, volvía a casa
para trabajar aún hasta media noche. Cuando el calor se hizo demasiado intenso, se fue a la ciudad
de Búfalo, donde terminó el trabajo en septiembre del mismo año.
El nuevo problema que entonces se le planteó era saber cómo publicar el libro y dónde encontrar los
fondos para ello. Después de los grandes calores se marchó a Columbus, en Ohio, donde empezó
a dar conferencias y lecciones, y donde la señora Rath-Merrill, con su hija, le ayudaron para dibujar
los diagramas. En esta ciudad pasó varios meses con buena suerte, dando lecciones y conferencias y
luego fundó allí el primer Centro Rosacruz. Se fue luego a Seattle, donde tenía numerosos amigos
desde el año 1906, esperando lograr que alguno de ellos le ayudara para imprimir el libro. Y, en
efecto, el señor Patterson fue este amigo, que no solamente le ayudó para encontrar un editor, sino
que, siendo él mismo impresor, le pudo dar muy buenos consejos para la organización de la venta.
Antes de imprimirse el Concepto Rosacruz del Cosmos, Max Heindel empezó a divulgar las
enseñanzas recibidas por medio de conferencias apropiadas, y después de cada una de ellas
distribuía gratuitamente copias mimeográficas de una serie de veinte lecciones sobre la
Interpretación Esotérica del Cristianismo, o, como luego, se le ha denominado, Cristianismo
Rosacruz. Empezando por la primera conferencia, "El Enigma de la Vida y de la Muerte", él daba a
cada uno de los asistentes un ejemplar para llevárselo y estudiarlo. Estas copias las sacaba con su
máquina por la noche después de las conferencias. Con un pequeño martillo y unos clavos en su
bolsillo, y sus cartones-anuncios bajo el brazo, andaba muchos kilómetros todos los días para
colocar estos avisos donde pudieran ser vistos por mucha gente.Escribía sus artículos en los
periódicos y él mismo los ponía en manos de sus editores, los que, algunas veces estaban muy mal
dispuestos para la publicación de estas nuevas enseñanzas. Sin embargo, gracias a su encanto
personal, él podía generalmente ganarlos para su causa, Y algunas veces obtuvo una página entera,
propaganda que siempre le valió un numeroso público. Después de haber dado veinte conferencias
en Columbus, Seattle, North Yakima y Portland, llevó el manuscrito del Concepto Rosacruz del
Cosmos, y las veinte conferencias a Chicago, donde todo se publicó por fin.
Citaremos las propias palabras de Max Heindel respecto a su trabajo en Chicago: "el Concepto
Rosacruz del Cosmos fue publicado en noviembre de 1909, unas cinco semanas antes del final de la
primera década del siglo. Unos amigos habían editado el manuscrito original, pero, naturalmente, yo
tuve que repasarlo antes de darlo a la imprenta; luego corregí las pruebas y lo leí después otra vez
para asegurarme de que todos los errores estaban rectificados. Hice otra lectura cuando la
composición fue dividida en páginas, y di instrucciones a los grabadores y al impresor respecto a la
colocación de los grabados. Me solía levantar a las seis, trabajando hasta las doce de la noche,
venciendo mil dificultades y teniendo que soportar el ruído horroroso de las calles de Chicago,
algunas veces hasta el extremo límite de mi energía nerviosa. Pero pude vencerlo todo y añadir
varios detalles interesantes al libro. Sin embargo, sin la asistencia eficaz de los Hermanos Mayores
yo seguramente hubiese sucumbido. Era obra de ellos, y ellos me sacaron a flote; pero, estuve casi
completamente agotado cuando todo quedó ultimado".
Casi toda la edición de la obra, con excepción de algunos centenares de ejemplares, fue depositada
en casa de una mujer que estaba al frente de una empresa editorial. Debiendo bastante dinero, esta
mujer, se valía de los ejemplares de la edición del Concepto Rosacruz del Cosmos, depositada en su
domicilio, para enviarlos como pago de lo que debía a los editores. Y, cuando más tarde, Max
Heindel pidió que le enviasen más ejemplares, resultó que la primera edición de dos mil ejemplares
estaba agotada. Al dirigirse después a esta mujer para que le enviase fondos, Max Heindel recibió
tan solo una carta llena de insultos. Para quitarse la deuda de encima, la mujer se declaró en quiebra.
De este modo, se impuso la impresión de una segunda edición, a la cual fue añadido un índice de
sesenta páginas. Parece que la pérdida de las dos terceras partes de la edición primera, hubiera
debido resultar una calamidad para un hombre de escasos medios financieros; pero fue todo lo
contrario. Resultó ser un hecho providencial, porque la mujer en cuestión había estado en relación
con el movimiento Nuevo Pensamiento y asociaciones teosóficas durante varios años, y había sido
su proveedora de libros, que sabía procurarse de grandes casas editoriales. No pudiendo pagar su
deuda de otro modo, ella instigó a estas casas a que aceptasen el Concepto Rosacruz del Cosmos,
obra hasta entonces muy poco conocida, promoviendo así una demanda que era un buen medio para
la difusión de las enseñanzas rosacruces en muchas partes del mundo. Después de haber establecido
Centros de Estudios de la Fraternidad en Columbus, North Yakirna, Seattle y Portland, Max
Heindel volvió a los Ángeles en diciembre de 1909 para iniciar su trabajo allí. Para continuar el
relato es necesario que la autora del presente escrito haga constar su propia intervención. Antes de
abandonar Max Heindel la ciudad de Los Ángeles por primera vez, entre los años 1898 y 1906, la
autora, que era entonces la señorita Augusta Foss, y Max Heindel, habían sido íntimos amigas
pasando mucho tiempo junto estudiando astrología y asuntos similares. Cuando Max Heindel volvió
a Los Ángeles, en 1909, con las enseñanzas rosacruces, la autora encontró en el Concepto Rosacruz
del Cosmos precisamente lo que había buscado durante años. Esto dio satisfacción a su más íntimo
anhelo. Era el alimento del que su alma estaba hambrienta. Enseguida empezó ella a trabajar con
intensidad, y ayudó a Max Heindel dando conferencia y clases. Con tres conferencias públicas por
semana, él llegaba a llenar una gran sala que contenía mil personas. En el año 1910, sin embargo,
su salud no le permitió seguir. Entonces la autora continuó las clases de Max Heindel, teniendo
hasta 120 alumnos en el curso de astrología. Un poco después, él cayó gravemente enfermo del
corazón, y cuando estuvo en el hospital ya casi a punto de morir, tuvo una experiencia
extraordinaria. He aquí sus propias palabras: "En la noche del 9 de abril de 1910, cuando la Luna
Nueva estaba en Aries, mi Instructor apareció en mi habitación y me dijo que aquella noche había
comenzado una nueva década, y que en los venideros diez años yo tendría el privilegio de dar al
mundo una ciencia de curar tal como se describirá luego, y una panacea espiritual, de la cual hablaré
ahora. La Fraternidad facilitará ayuda para la gran obra.
 
 
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