Respuesta: Sí, con toda probabilidad, la atracción mutua que sienten y que ahora no puede
encontrar expresión, en muchos casos los reunirá aun antes de la vida siguiente; pues aunque
no existe el matrimonio en el Cielo, aquellos que se aman y son en un sentido cada uno
necesario para la felicidad del otro, son unidos con un lazo de estrecha amistad durante su
permanencia en el Primer Cielo si fallecen al mismo tiempo, o con corto intervalo. Pero si uno
de ellos permanece en el cuerpo por un número de años después de que el otro ha fallecido, el
que se encuentra en el Mundo Celeste puede con su pensamiento de amor crear una imagen
del otro e infundirle vida; pues debemos recordar que el Mundo del Deseo está de tal modo
constituido que nos es posible dar forma corporal a cualquier cosa en que pensemos. De este
modo, aunque esta imagen sólo podrá ser animada por su pensamiento y los pensamientos de
la otra persona que todavía vive en la región física, comprende todas las condiciones que son
necesarias para llenar la copa de la felicidad de este habitante del Mundo Celeste.
Similarmente, cuando la segunda persona fallece, si la primera ha avanzado hasta el Segundo
Cielo, su así llamado cascarón (el cuerpo de deseos que se desintegra y en el que ha vivido)
responderá al propósito y parecerá perfectamente real al segundo amante hasta que su vida en
esta región termine. Entonces, cuando ambos pasan al Segundo y Tercer Cielos, cae sobre
ellos el olvido del pasado, y pueden partir por una o más vidas sin reunirse. Pero alguna vez,
en alguna parte, se encontrarán de nuevo, y la fuerza dinámica que ya generaron en el pasado
por su mutuo afecto invariablemente los acercará de modo que su amor pueda alcanzar su
legítima consumación.
Esto se aplica no solamente a los amantes en el sentido de la palabra generalmente aceptada
sino que también el amor existente entre hermanos y hermanas, padres e hijos, o amigos sin
relación sanguínea alguna, también tendrá su manifestación de igual manera. Nuestra vida en
el Primer Cielo es siempre bendecida y llenada con la presencia de aquellos a quienes
amamos. Si no se encuentran en el Mundo del Espíritu y por consiguiente no realmente
presentes, estarán sus imágenes; y no debe pensarse que éstas sean pura ilusión, pues están
animadas por el amor y la amistad enviadas por los ausentes hacia la persona de cuya vida
celeste son una parte.