(Alice A. Bailey)
Ante todo, quisiera aclarar un punto. El gran obstáculo para el trabajo
de la mayoría de las escuelas esotéricas, en la actualidad, es su sentido
de la separatividad y su intolerancia para otras escuelas y métodos.
Los conductores de dichas escuelas deben asimilar el hecho siguiente:
Todas las escuelas que reconocen la influencia de la Logia Transhimaláyica
y cuyos trabajadores están vinculados, consciente o incons-cientemente,
con los Maestros
de Sabiduría, tales
como el Maestro Morya o el Maestro K. H., constituyen una escuela y parte de una
"disciplina". Por lo tanto, no existen esencialmente conflictos de intereses, y
en el aspecto interno –si actúan de alguna manera en forma eficaz— las
diferentes escuelas y presentaciones son consideradas como una unidad.
No hay diferencia básica en la enseñanza, aunque la terminología empleada
pueda variar y la técnica del trabajo sea fundamentalmente idéntica. Si el
trabajo de los Grandes Seres debe ir adelante, como es de desear en
estos días de tensión y necesidad mundiales, es imperativo que los diferentes
grupos empiecen a reconocer la verdadera unidad de su meta, guía y técnica, y
sus conductores comprendan que el temor hacia los otros conductores y el
deseo de que su grupo sea numéricamente el más importante, predispone
al frecuente empleo de las palabras, “ésta es una disciplina diferente” o
“su trabajo no es el mismo que el nuestro”. Tal actitud obstaculiza el verdadero
desarrollo de la vida y la comprensión espirituales, entre los innumerables
estudiantes reunidos en las numerosas organizaciones externas, contaminadas
en la actualidad por “la gran herejía de la separatividad”. Los conductores
y miembros hablan en términos de “nuestra” y “vuestra”, de “esta disciplina”
y de “aquella”, que este método es el correcto (generalmente el propio) y el
otro quizás sea correcto, pero probablemente dudoso o sino,
positivamente erróneo. Cada uno considera que su propio grupo está
específicamente consagrado a él y a su método de instrucción, y
amenaza a los miembros con terribles resultados si colaboran con
miembros de otros grupos. En cambio, deberían reconocer que los estudiantes
de escuelas análogas, que trabajan bajo los mismos impulsos espirituales,
son miembros de la escuela una y están vinculados en una unidad
subjetiva básica. Llegará el momento en que estos diversos grupos
esotéricos, actualmente separatistas, tendrán que proclamar su identificación,
cuando los conductores, trabajadores y secretarios, se reúnan y
aprendan a conocerse y comprenderse. Algún día tal reconocimiento y
comprensión los llevará al punto en que procurarán complementar los esfuerzos
de cada uno, intercambiar ideas y constituirán, en verdad y de hecho, una gran
escuela de esoterismo en el mundo, con diferentes clases y grados, pero todos
ocupados en la tarea de entrenar aspirantes y prepararlos para el discipulado,
o en supervisar el trabajo de los discípulos que se preparan para recibir la iniciación.
Entonces cesarán las tentativas actuales de obstaculizarse el trabajo
mutuamente, mediante la comparación de
métodos y técnicas, la crítica y la difamación, la prevención y el cultivo del temor
y la insistencia sobre la exclusividad. Estas actitudes y métodos obstaculizan
en la actualidad la entrada de la luz pura de la verdad.