Juan fue el idealista entre los discípulos. El fue el más altamente
evolucionado de los Doce y su Evangelio es el más profundamente esotérico
de los que han sobrevivido. Los Capítulos 14-17 contienen solamente
las enseñanzas escritas que tenemos conciernientes a la próxima y más
elevada religión que sigue al Cristianismo, - conocida por los esoteristas
como la”Religión del Padre”- la cual esbozarían Sus Discípulos en el Reino
del Espíritu Divino.
María, la madre de Jesús y Juan, su más amado Discípulo, fueron
lo suficientemente avanzados para ponerse en contacto con estas elevadas
verdades. Una indicación de este hecho aparece en la escena al pie
de la cruz, cuando Jesús le dice a María que mire a Juan como su hijo (en
Su lugar), y luego dice a Juan que mire a María como su madre; claramente
está nombrando a Juan como Su sucesor en la tierra.
Pero fue designado como el Apóstol o Emisario para el Oeste bárbaro,
donde su áspero, simple carácter y su recta inteligencia, lo hizo líder
y profesor ideal. Juan cultivó eruditamente hablando, la lengua de los
filósofos helénicos, y fue enviado a establecer su escuela en Efeso, con
sus antecedentes de la antigua civilización. En la Nueva Era, El tomará el
lugar en el Mundo Cristiano, que Pedro ha ocupado en la Era de Piscis, en
el Cristianismo de Europa.
En un “canto de trueno”, Juan fue transformado en el más perfecto
ejemplo de amor encarnado en el mundo. Su humanidad fue purgada y
purificada en el fuego consumidor del amor. Su más notable trabajo, aparte
de sus escritos, fue encontrado en la iglesia de Efeso,- la cual fue
posteriormente dirigida por El, siendo demostrado luego por Policarpio e
Ignacio, dos de los más ilustrados cristianos antiguos.
Hay una apócrifa leyenda que dice que: “durante el reinado de
Domiciano, Juan fue arrestado y llevado ante el Emperador, quien le ordenó
tomar un veneno mortal. Domiciano quería saber si el Maestro, del que
Juan había enseñado, protegería al Discípulo.
Juan, al tomar la copa dijo: “En tu nombre, Oh, Cristo, tomo este
trago, disuélvelo y mézclalo con los Santos Espíritus y este se convertirá
en una copa de vida eterna”. El entonces lo tomó, pero permaneció en
calma y no le hizo daño.
Cuando se trajo a un prisionero y se le dió el mismo trago, éste
murió con convulsiones casi instantáneamente. A causa de esta leyenda,
el arte sagrado ha representado la bendición de Juan como un dragón
alado de metal, que construye su cabeza de un cáliz. Esotéricamente esto
nos recuerda que el Evangelio de Juan está relacionado con el signo de
Escorpio, y su misterio de regeneración, por el cual el veneno mortal de la
sangre es transmutado en el elixir de vida.
La leyenda continúa diciendo que, por impresionantes superticiones,
el Emperador cambió la sentencia de muerte de Juan por el destierro en
Patmos, la isla donde ocurrió su Gran Iniciación, como El describió en su
Revelación.
Después de la muerte de Domiciano, su sucesor Trajano, permitió
el regreso del exilio a Juan, retornando a Efeso. La historia dice que en la
última reunión de Juan y sus seguidores, el más joven de ellos llevó al
venerable Apóstol sobre sus hombros al lugar de la reunión, para que
todos pudieran reverenciarlo una vez más. Después de Su llegada, él
extendió sus manos bendiciendo al grupo reunido y dió a ellos este mandamiento
de despedida: “Pequeños niños, amaos los unos a los otros”.
Cuando Juan supo que el tiempo de su traslado había llegado, El
designó a Policarpio como Su sucesor y cabeza de Su Iglesia. Entonces el
permaneció mirando hacia el cielo y glorificando a Dios. Al apartarse los
discípulos, le vieron comprimiéndose a si mismo”.
Esta es una frase iniciática, usada para describir el proceso por el
cual un clarividente eleva sus vibraciones rítmicas de la conciencia y el
cuerpo, así El se hace inmune al hambre, al frío, enfermedad y cualquier
otro aspecto negativo de un ser físico. Esta técnica de espiritualización
puede ser continuada hasta que la sustancia física es desintegrada o se
hace invisible. Este “comprimirse a sí mismo”, pertenece sólo a los Grandes
Misterios.
Cuando los discículos retornaron al día siguiente, Juan no estaba
allí. Ellos encontraron sólo su capa y sandalias. Pero donde El estuvo la
última vez, una fuente de agua brotó y ellos recordaron las palabras del
Maestro a Pedro: “Sí, yo quiero que el se quede hasta que Yo venga, que
a tí? (Juan 21:22).
Juan, el más amado del Señor Cristo, el más espiritual de Sus
Discípulos, hizo esta gloriosa demostración como el supremo ideal a ser
realizado eventualmente por toda la raza humana. El fue el primero después
de Cristo en manifestar la vida eterna de estas aguas que el Maestro
dió a El a beber. Esta fuente original que El dejó a Sus discípulos en Efeso.
Rayos de la Rosa Cruz, Feb. 1979.-