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General: Triste está mi alma hasta la muerte
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: FlorM  (Mensaje original) Enviado: 29/08/2009 14:20

 

Triste está mi alma hasta la muerte

"¡Triste está mi alma hasta la muerte!" exclame en una hora lejana en medio de seres incapaces de llegar hasta lo más hondo de esas palabras mías, y los cuales me interrogaban acongojados: ¿Por qué estás triste Maestro?

Y hoy, al repetir esa misma exclamación ante vosotros, siento también la interrogación de un alma que por Ley de esta hora me escucha desde más cerca que los demás, con la intensa emoción que produce en su ser la vibración de mi espíritu: ¿Por que estás triste Maestro?

Y a tal pensamiento respondo con un profundo clamor que removerá Fibra a fibra las almas adormecidas de los hombres de la hora actual, hora en que van a callar los arrullos suavísimos de la Piedad Divina para dar paso a la marejada formidable de la Ley de la Justicia Divina, inherente al Absoluto como es la Ley del Amor, de renovación, de progreso en horas y casos determinados para los mundos y para las humanidades. Y desde lo alto de esta morada donde por Ley me encuentro, contemplo el desfile de los seres de esta Tierra a los que con tanto amor sacrificara vidas y vidas, deshojando sobre ellos, a millares, los frescos pétalos de la Verdad Eterna.

Y con dolor los veo al igual que otras veces, inclinada la frente hacia la tierra, en su inmensa mayoría, como seres inconscientes hundiéndose en la ciénaga y el lodo, arrastrándose en la ansiosa búsqueda de oro y de placer.

Siento el apremio de la Ley Eterna, cuyos potentes ejecutores tienden ya sus redes en todas direcciones en torno de este Planeta, cuya llora de transformación está ya a la vista en los arcanos de lo Infinito y me pregunto Yo mismo; ¿Cuando la Tierra toda se estremezca y tiemble, cuando hasta las montañas se choquen unas con otras y desaparezcan bajo la inmensa marejada de las aguas que invaden lo que antes fuera emporio de vida y de luz, será posible que sólo el corazón del hombre permanezca impasible, apegado a lo vil y deleznable que perece y se esfuma, sin que ni los cantos de amor ni el pavor de la Justicia le despierten de su espantosa demencia?.

Hombres de la hora actual, poderosos dominadores de muchedumbres que lucráis con el sudor y la sangre de vuestros hermanos! Pensad un momento siquiera en que labráis vuestra angustia de siglos y que desde las complacencias egoístas de todas vuestras ambiciones satisfechas, la Ley Liorna os hundirá como un soplo en mundos de heladas tinieblas, donde seres en primitivo estado de ferocidad harán con vosotros tanto como habéis hecho con los débiles que aplastáis conscientemente en vuestro camino al abismo!...

Proletarios rebeldes que medráis con el desorden y os subleváis contra los hombres del oro y del poder mientras carecéis de todo ello y que el día que conseguís verle brillar en vuestras manos os tornáis feroces y sanguinarios tiranos, tronchando vidas y honras bajo vuestras plantas asesinas.

Pensad que no es por el odio que se consigue el amor, la paz y la felicidad, y que el bajo y grosero placer que codiciáis sin alcanzarlo, huirá más y más de vosotros hasta que en la hora de la Justicia que llega tendréis que sacar pan de las piedras del camino.

Hombres de ciencias y letras, grandes y pequeños, poderosos y mendigos que habéis despreciado la Ley Divina por la brutal satisfacción de vuestras codicias y bajas pasiones, detened un momento vuestros pasos que os conducen al abismo y buscad la frescura de la Piedad Divina, siquiera un momento antes de que se acallen para vosotros esos suaves susurros como de corolas mojadas de rocío que aún vibran en almas escogidas en medio de vuestra selva oscura y pavorosa.

Mujeres de la hora presente, ungidas por la Ley Divina como sacerdotisas del deber, del amor y de la ternura, que aceptasteis la vida para traer a los jardines de Dios obreros de la Verdad y del Bien, para forjar almas grandes en la sagrada escuela de la pureza de costumbres y santidad de vida. y que con vuestras vanidades y ambiciones los habéis empujado por resbaladizas pendientes de corrupción y de vicio, de lujo y de placer.

Vosotras, convertidas en divinidades lascivas, que sin vergüenza, sin dignidad y sin pudor van por la vida arrastrando su túnica desgarrada, sirviéndole lazos para arrastrar a otros al abismo, prostituidas antes de haber llegado a la maternidad, sublime sacerdocio del cual habéis renegado deslealmente.

Madres de la hora actual, madres del porvenir ¿qué responderéis a la Justicia Divina que llega sin dilación porque la Piedad Infinita quiere inundar de amor, de paz y de sosiego a los que más conscientes que vosotros pasaron siglos y siglos en medio de las turbas enloquecidas soportando cadenas y destierros, persecuciones, hambre, miserias y hasta muerte ignominiosa'?

¡Hombres que os llamáis espiritualistas y que medráis a la sombra de los santuarios de todas las creencias y de todos los cultos, envanecidos de la aureola de santidad de la que falsamente os rodeáis, sin hacer el menor esfuerzo por depurar vuestras vidas para servir de luz y de guía a los demás; que llamáis con grandes voces: ¡Maestro!, ¡Maestro!, pronunciando tan sólo con los labios, mientras permanece duro y helado el corazón para las obras de verdad y de sabiduría, de justicia y de amor.

¡No quiero sentir ese: ¡Maestro!, de labios manchados de lascivia, de mentira e iniquidad, porque voces son de injuria y de baldón para quien por Ley Divina personifica a la Verdad Eterna y lee en lo más hondo de las conciencias y hojea el registro secular de vidas perdidas para la evolución del espíritu!

¡Cómo no exclamar desde lo alto de esta explanada en que por Ley me encuentro!: "Triste está mi alma hasta la muerte", si de muerte fuera capaz, contemplando la dolorosa visión de la inconsciente humanidad terrestre precipitándose al abismo, engañándose a si misma de que marcha hacia la Luz y hacia la dicha.

Que al menos vosotros, puñado de seres que escucháis mis palabras y sentís la vibración de mi espíritu, respondáis a la Bondad Divina que os dio por siglos con generosa abundancia el agua clara de la Verdad, de la Justicia y del Amor, porque si ni aún esto me fuera permitido recoger en esta hora final. debería deciros como a aquellas poblaciones galileas que habían saboreado más que nadie la miel de mis ternuras de enviado del amor eterno a la humanidad: "¡Ay de ti, Betsaida... ay de ti, corazón, porque si en Tiro y en Sidón hubiera resplandecido la grandeza de Dios como para vosotros, ellas habrían llorado con lágrimas amargas sus extravíos e iniquidades!".

Que al menos vosotros, los que os reunís para formar el recinto espiritual de mis manifestaciones de la hora presente, seáis conscientes de vuestras alianzas y de vuestros pactos y ofrezcáis a vuestro Maestro, a quien pedís que os salve, las flores hermosas de obras conforme a la pureza de mi enseñanza, que ofrezcáis al Maestro la prueba fehaciente de que queréis ser salvados y engrandecidos en esta hora final del triunfo definitivo del amor sobre la Tierra.

Que la Luz de Dios sea sobre vosotros.

Tomado del libro:

Llave de oro – Siete Portales – Los Maestros

Autora: Sra. Josefa R. Luque Álvarez

Primera Edición, Editorial USA, Impresa en México

Triste está mi alma hasta la muerte - pagina #107 al #109

FRATERNIDAD CRISTIANA UNIVERSAL

 

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