La neurociencia y el miedo.
Yolanda Silva Solano.
El miedo en sí mismo puede ser una autodefensa ante un peligro eminente, constituye un mecanismo de supervivencia que le permite al individuo responder con rapidez y eficacia ante situaciones adversas, desde este punto de vista es normal y hasta beneficioso y por lo mismo, este mecanismo se encuentra tanto en el ser humano como en los animales.
Pero hay otra clase de miedo que es el psicológico y del cual tantas veces Jesús nos puso en guardia cuando nos dice: “No os dejéis enceguecer por el prejuicio, ni paralizar por el miedo”“No estés constantemente con ansiedad excesiva en cuanto a tus necesidades diarias.” “El bienestar del alma, es más que la comida y la bebida, el progreso del espíritu está muy por encima de la necesidad del atavío. Cuando os tiente dudar de la seguridad de vuestro pan, pensad en los lirios del campo y como crecen, ellos no se afanan ni hilan, mas os digo que ni Salomón con toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios así viste la hierba del campo, que está viva hoy y mañana se corta y se echa al fuego, cuánto más os vestirá a vosotros, embajadores del reino celestial”. “Además, la angustia y la incertidumbre nada harán por proveeros en vuestras necesidades materiales. ¿Quién de vosotros puede, sólo por angustiarse, agregar una palma a vuestra estatura o un día a vuestra vida?
La gran mayoría de las veces nuestros miedos son basados en suposiciones, si viviéramos el momento presente con mayor dedicación habrían menos miedos que nos atormentaran y más soluciones a nuestros problemas, porque el miedo nace en nuestro cerebro, es nuestra mente la que permite que lo sintamos.
La Neurociencia no sólo no debe ser considerada como una disciplina, sino que es el conjunto de ciencias, cuyo sujeto de investigación es el sistema nervioso, con particular interés en cómo la actividad del cerebro se relaciona con la conducta y el aprendizaje. El propósito general de la Neurociencia, es entender cómo el encéfalo produce la marcada individualidad de la acción humana. El funcionamiento del cerebro es un fenómeno múltiple, que puede ser descrito a nivel molecular, celular, organizacional del cerebro, psicológico y social. La Neurociencia representa la suma de esos enfoques.
El cerebro no es solamente un órgano que nos permite pensar y razonar, sino que también es el que nos obliga a sentir todas las emociones propias de nuestra especie y entre ellas el miedo. Lo científicos actuales a través de la neurociencia, se han percatado de este hecho elemental y se están dedicando a estudiar los mecanismos cerebrales que controlan los sentimientos humanos.
“El cerebro físico con su sistema nervioso correspondiente dispone de una capacidad innata para responder al ministerio de la mente, tal como la mente en vías de desarrollo de una personalidad, dispone de cierta capacidad de receptividad espiritual para acercarse a Dios” sin embargo, cuando nuestro cerebro está presionado por el miedo se anulan todas las capacidades de razonar.
Hay quien dice que en tiempos difíciles, a lo único que debemos temer es al miedo, porque los científicos después de muchos experimentos han coincidido que una de las conclusiones que aporta la neurociencia, es que cuando se activa el sistema de miedo del cerebro, se desactiva la capacidad de explorar y de asumir riesgos.
Jesús nos advierte: “no temáis a nadie, ni en el cielo ni en la tierra, sino que regocijaos en el conocimiento de Aquel que tiene el poder de liberaros de las injusticias. ¿Por qué vivir temerosos de las muchas pequeñeces de surgen en vuestra vida diaria, si sabéis que el Padre cuida de vosotros?” porque “a través de cada prueba, frente a cada penuria, las almas nacidas del espíritu, están sostenidas por esa esperanza que trasciende todo los temores, porque el amor de Dios se esparce a todos los corazones a través de su Espíritu divino”
Si tuviésemos una fe verdadera, estas palabras estarían grabadas en nuestro cerebro y nos impedirían tener miedo, porque nuestra confianza en el amor de nuestro Padre sería nuestro escudo ante el temor a lo incierto y de esta manera estaríamos protegiendo nuestra salud, especialmente nuestra amígdala, porque ella es una de las regiones del cerebro que desempeña un papel fundamental en los muchos fenómenos emocionales que nos ocurren.
La amígdala desempeña un papel crucial en las reacciones emocionales del miedo y la angustia, esta región cerebral es la que controla dos tipos de respuesta ante el peligro, las voluntarias y las reflejas. Este descubrimiento sin duda será de gran ayuda para tratar a personas con problemas de angustia severa, porque las experiencias que causan temor permanecen en la memoria y tan sólo de pensar en ellas, ocurre una reacción que afecta al sistema nervioso.
El miedo se origina habitualmente por temor a perder lo que tenemos o a lo que desconocemos, porque uno tiende aferrarse a lo que se tiene y conoce y cuando estos temores los tienen muchas personas al mismo tiempo, se forma una espiral de miedo que genera las crisis, como las que hemos tenido, una monetaria y la otra de salud, ambas provocaron miedo en nuestra sociedad, ignorando que “cada vez que el hombre cede a la ansiedad, se aleja un paso del espíritu que reside en su corazón y que lo guía”
Deberíamos aprender a canalizar nuestros temores y transmutarlos en confianza en Dios, porque los problemas son inevitables pero ellos no tienen por qué dañar nuestra psiquis y nuestro organismo físico, deberíamos recordar lo que Jesús le dijo al joven que tenía miedo: amigo mío, levántate, ponte de pie como un hombre! Puede que te rodeen enemigos insignificantes y que muchos obstáculos obstruyan tu marcha, pero las grandes cosas y las cosas reales de este mundo y del universo, están de tu parte. El sol sale cada mañana para saludarte a ti, como al hombre más poderoso y próspero de la tierra. Mira, tienes un cuerpo fuerte, músculos poderosos, tu físico es mejor que el del promedio. Por supuesto, prácticamente no sirve de nada mientras te quedas sentado aquí en las montañas, lamentándote por tus infortunios, reales o inventados. Pero podrías hacer grandes cosa si te acercaras adonde hay grandes cosas por hacer”
“Tratas de huir de tu ser infeliz, pero eso no puede ocurrir, tanto tú como tus problemas del vivir, son reales, no podrás escapar de ellos, mientras estés vivo. Pero piensa otra vez, verás que tu mente es clara y capaz, Tu cuerpo robusto tiene una mente inteligente que lo dirige, Pon tu mente a trabajar para resolver los problemas, enseña a tu intelecto a que trabaje para ti, no te dejes dominar por el temor como si fueras un animal que no piensa”
El consejo de Jesús, es absolutamente práctico, él no le dice que se ponga a orar como una solución a sus problemas, sino que le dice que ocupe su intelecto, que piense en el problema y vea el modo de solucionarlo con la ayuda de su mente, porque “así la mente se vuelve mediadora entre las cosas materiales y las realidades espirituales pues se requiere inteligencia, para garantizarse uno mismo, una porción de las cosas deseables de la vida”
“Tu mente debe ser tu aliado valiente para la solución de los problemas de tu vida en depresión y derrota. Pero lo mas valioso de todo, tu potencial para el logro verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti, que estimulará e inspirará tu mente para que se controle a si misma y active tu cuerpo, si lo liberas de las cadenas del temor, permitiendo así que tu naturaleza espiritual, comience a liberarte de los males de la inacción, mediante el poder de la presencia de la fe viviente”
“El hombre no puede jamás decidir sabiamente sobre los asuntos temporales, ni trascender el egoísmo de los intereses personales, a menos que medite en presencia de la soberanía de Dios y tome en cuenta las realidades de los significados divinos y de los valores espirituales”. “La religión inspira al hombre a vivir valerosa y alegremente sobre la tierra, combina la paciencia con la pasión, la compenetración con la dedicación, la simpatía con el poder y los ideales con la energía”. “Las necesidades económicas atan al hombre a la realidad, la experiencia religiosa personal, lleva a ese mismo hombre a enfrentarse con las realidades eternas de una ciudadanía cósmica en constante expansión y progreso”
“Verás entonces que esta fe derrotará el miedo a los hombres, mediante la presencia apremiante del nuevo mandamiento: el amor a tus semejantes, que pronto llenará tu alma hasta rebasarla, gracias a la conciencia que habrá nacido en tu corazón, de que eres un hijo de Dios”
“Este día, hijo mío, renacerás restablecido como hombre de fe, coraje y dedicado servicio al hombre, para la gloria de Dios. Y cuando te hayas reajustado con la vida, dentro de ti, también te habrás reajustado con el universo, habrás vuelto a nacer, nacer del espíritu y de ahí en adelante toda tu vida será un logro victorioso. Los problemas aumentarán tu vigor, la desilusión te servirá de acicate, las dificultades serán tu desafío, los obstáculos, un estímulo”
Pero para lograr tener esta actitud, debemos neutralizar los miedos, no hablando de cosas negativas y tomando los cambios como simples desafíos para crecer y evolucionar al buscar nuevas posibilidades, de este modo podremos ser más creativos y efectivos en el momento de tomar nuestras decisiones, porque esos cambios estructurales alteran la organización funcional del cerebro, en otras palabras, el aprendizaje organiza y reorganiza el cerebro, haciendo de nosotros personas no sólo más inteligentes, sino más capaces de manejar nuestra vida con acierto como los verdaderos hijos de Dios que somos
“El espíritu del Padre en el cielo ya reside en ti. Si te dejas conducir por este espíritu que viene de lo alto, muy pronto comenzarás a ver con los ojos del espíritu. Cuando esto ocurra y tú elijas de todo corazón, seguir la dirección del espíritu, nacerás del espíritu, puesto que tu único propósito del vivir, será hacer la voluntad del Padre que está en el cielo. Al encontrarte nacido del espíritu y feliz en el reino de Dios, comenzarás a rendir en tu vida diaria, los frutos abundantes del espíritu” Estos no son simples argumentos religiosos, ellos están ahora avalados por la neurociencia.
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia
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