Una señora muy entusiasmada por la belleza, grandiosidad y satisfactorias enseñanzas
espirituales y esotéricas deplora el destino que la ha reducido a una cocina, a un fregadero, al
cuidado de los hijos y a la monotonía del cuidado de la casa, y dice que si tuviera la
ocasión para predicar el evangelio que encuentra en estas doctrinas recientemente
descubierto por ella, iría por el mundo para dárselo a conocer a todas las almas que a
millares lo buscan y ansían.
Todo esto sería muy conveniente para ella y esos millares de personas, pero mientras
tanto, ¿ qué sería de esos tiernos niños privados de los cuidados de su madre? Debemos
no olvidar nunca el. punto importante de que todos aquellos que fueron llamados a
trabajar en la viña del Maestro estaban desocupados en el mercado del mundo. No
tenían lazos embarazosos que les impidieran de trabajar todo el día en la viña, y nadie
que no esté libre de obligaciones primordiales puede comprometerse a trabajar por los
demás. Si aspiramos a tal clase de trabajo para enseñar a nuestros semejantes, se nos
abrira el camino algún día, pero para ello es preciso que seamos fieles a nuestros
deberes actuales.
En cuanto a la palabra "humilde" que ella emplea para indicar los quehaceres
domésticos, es desgraciadamente muy generalmente usada. El maestro dice también que
el repetir todos los días las mismas lecciones a sus niños es monotono y pesado, la
madre dice que los quehaceres domésticos son rutinarios, el jefe de la familia, el padre,
llama a su profesión del mismo modo y asi por igual toda la sociedad. Cada uno piensa
que si se pudieran cambiar por fulano o mengano o por esta o la otra clase de trabajo su
ocupación, la vida cambiaría inmediatamente en una alegría y bendición completas.
Esto es vivir en una completa ilusión a irrealidad.
"El hombre que es nacido de mujer es de una duración de pocos días y éstos llenos de
molestias." No importa dónde esté colocado, hay solo un medio para mejorar, un
camino para vencer, y éste es el de adoptar una actitud mental, justa y recta.
Un gran motor de gas marchando a una gran velocidad puede desafiar a una armada de
hombres robustos para que lo detengan, pero una simple mota de carbón depositada en
el punto de la chispa o un tornillo pequeño que funcione flojo, pueden rápidamente
hacerlo parar o perder potencia. Así, pues, un poco de hollín, que nosotros
despectivamente llamamos suciedad, puede, bajo determinadas circunstancias, hacer
mucho más que muchos hombres. Por lo tanto, no debemos tener la extravagancia de
ensalzar a unos como héroes y despreciar a otros por humildes. Hay almas tan nobles
que están remendando medias, como las que se sientan en sillas presidenciales.
Todo depende en el amor que cada uno ponga en el desempeño de su cometido.
Pero cuántos hay que realmente quieran decir monotonía al decir de algunos trabajos
que son humildes? Todo el trabajo es más o menos rutinario y la constante realización
de los mismos oficios se hace a menudo monótona. Hay una razón muy buena por la
cual nuestra fase actual de desarrollo incluye este principio de rutina. Nos estamos
preparando ahora para hacer frente a la Edad Acuaria con sus desarrollos intelectuales y
espirituales grandiosos. Esto requiere un despertar del aletargado cuerpo vital, cuya
nota-clave es la de repetición. La rutina de nuestra ocupación diaria proporciona este
despertar y sí nos rebelamos, entonces se hace monótona y retarda nuestro progreso.
Pero, por el contrario, si nosotros amalgamamos nuestras tareas con amor, entonces
adelantaremos muchísimo en nuestra evolución y cosecharemos el premio de nuestro
contento.