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CARTA ROSACRUCES: VERDAD ABSOLUTA Y RELATIVA(I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 09/07/2009 18:02
 
 
 
 
 

flores.gif picture by Sibylita

 

VERDAD ABSOLUTA Y RELATIVA(I)

Toda la ciencia del mundo se funda en la hipótesis
de que las cosas son efectivamente como parecen ser
 y, sin embargo, poco se necesita pensar para
comprender lo erróneo de la suposición, puesto que
la apariencia de las cosas no depende meramente
 de lo que son en sí mismas, sino también de nuestra
organización y de la índole de nuestras facultades
 perceptivas. El mayor obstáculo que en el camino del
 progreso encuentra el estudiante de las ciencias
 ocultas es la creencia errónea de que las cosas son
lo que parecen ser y a menos de que pueda trascender
 este error y considerar las cosas, no desde el relativo
 punto de vista de su limitado ego, sino desde lo
Infinito y lo Absoluto, no será capaz de aproximarse
 a la Luz, será necesario que imprima con más energía
 en su mente el carácter ilusorio de los fenómenos.

Todo cuanto el hombre conoce del mundo externo, lo ha
aprendido por efecto de las impresiones que llegan a
su conciencia por medio de los sentidos. Comparando
las impresiones repetidamente recibidas y tomando
el resultado de la comparación como base para especular
 acerca de lo que no conoce, puede formar ciertos juicios
 referentes a cosas que trascienden a su sensoria
facultad perceptiva; pero dichos juicios sólo serán
válidos respecto a quien los forma y de quienes se
hallen constituídos lo mismo que él; pero en cuanto a
 los demás seres cuyas organizaciones difieren por
completo de la suya, sus argumentos y especulaciones
lógicas no tienen valor alguno, y pueden existir en el
 universo incalculables millones de seres de organización
 superior o inferior a la nuestra, pero por completo
distinta, quienes perciban
 las cosas bajo un aspecto muy diferente. Tales seres,
aun viviendo en nuestro mismo mundo, pueden no conocer
nada de este mundo que es el único concebible para
 nosotros; y podemos no saber nada intelectualmente acerca
 de su mundo, a pesar de ser éste uno e idéntico
con el en que vivimos. Para percibir su mundo, necesitamos
 suficiente energía para desechar los errores y
 preocupaciones heredados y adquiridos; debemos ascender
 a un nivel superior al del yo inferior que está atado
 al mundo sensorio por mil cadenas y ocupar mentalmente
 el punto desde donde podamos contemplar el mundo bajo
 un aspecto superior. Debemos morir por decirlo así,
 o sea, vivir inconscientes de nuestra existencia
 personal hasta adquirir la conciencia de la vida
 superior y mirar el mundo desde el punto de vista de un dios.

Por lo tanto, la ciencia moderna es sólo relativa,
lo cual equivale a decir que nuestros sistemas científicos
 enseñan únicamente las relaciones entre las cosas externas
y mutables y una cosa tan transitoria e ilusoria como la
 personalidad humana, que no es más que el aspecto externo
 de una actividad interna, acerca de la cual nada sabe
la ciencia académica. Los tan alabados y encomiados
 conocimientos científicos son superficiales y sólo se
refieren a uno de los infinitos aspectos por medio
 de los cuales se manifiesta Dios.

La ignorancia ilustrada cree que su manera especial
de considerar el mundo de los fenómenos es la única
verdadera y se aferra desesperadamente a estas ilusiones
 que toma por únicas realidades y, a quienes comprenden
 que son ilusiones, los tilda de soñadores; pero mientras
 se mantenga adherida a estas ilusiones, no las
trascenderá y continuará siendo una ciencia ilusoria,
incapaz de comprender el carácter verdadero de la
 Naturaleza y, en vano, pedirá pruebas de la existencia
 de Dios si cierra sus ojos a la eterna luz.Sin embargo,

no le pedimos a la ciencia moderna que se
 coloque en el plano del Absoluto, porque cesaría de
 ser relativa respecto al mundo exterior y no tendría
valor alguno. Se ha admitido que los colores no tienen
 realidad por sí mismos, sino que provienen de cierto
 número de ondulaciones luminosas; pero esto no impide,
 en manera alguna, la fabricación de colores y su útil
empleo. En cuanto a las demás ciencias de observación
 sensoria, les convienen análogos argumentos sin que vayan
 contra los trabajos de investigación, sino que sirven
 para instruir a quienes no se satisfacen con el
 conocimiento superficial y externo y, para moderar
 si es posible, la presunción de cuantos creen saberlo
 todo y que , esclavos de sus ilusiones, pierden
 de vista lo Eterno y real, cuya existencia niegan.

No es el cuerpo físico quien siente, razona y piensa,
 sino el invisible hombre interno, por medio de los
órganos corporales. No hay razón alguna para creer que
 el hombre interno cesa de existir cuando el cuerpo
 muere; por el contrario, como veremos después, es
   irrazonable suponer que también muera. Pero si el
 hombre interno pierde, con la muerte del organismo
físico, la facultad de recibir impresiones del mundo
 externo; si la pérdida del cerebro le impide pensar,
 cambiarán por completo las relaciones, mediante las
cuales permanecía en el mundo y las condiciones de su
 existencia serán por completo distintas. Su mundo no
 será nuestro mundo, aunque en el sentido absoluto de
la palabra ambos mundos son sólo uno. Así es que con este
 nuestro mundo pueden coexistir un millón de mundos
diferentes, con tal de que exista un millón de seres
 cuyas constituciones difieran unas de otras, es decir,
 que sólo existe una naturaleza, pero puede aparecer bajo
 un número infinito de aspectos. En cada uno de los
 cambios de nuestra organización, el mundo se nos presenta
 en distinto prisma. Al morir entramos en un mundo
 nuevo, aunque no cambia el mundo, sino nuestras

 relaciones con él.

¿Qué sabe el mundo de la verdad absoluta? Sol, luna,
 tierra, fuego, aire, agua, sólo tienen existencia
 real con relación a nosotros, mientras nos hallamos
en un estado de conciencia, durante el cual creemos
que existen. En el reino de los fenómenos no existe
 la verdad absoluta; ni siquiera en las matemáticas la
 encontramos, puesto que todos sus teoremas son relativos
 y se fundan en ciertas hipótesis referentes a la
 magnitud y la extensión, que de por sí son de carácter
 fenoménico. Si se alteran los conceptos fundamentales
de las matenáticas, se alterarán estas ciencias.
 Lo mismo cabe decir de nuestro concepto de la materia,
 movimiento y espacio. Estas palabras expresan los
conceptos que, acerca de cosas inconcebibles, ha formado
el hombre según el estado de su conciencia.

Si miramos un árbol, se forma en nuestra mente una imagen,
 lo cual equivale a decir que entramos en un estado de
conciencia que nos relaciona con un fenómeno de cuya
verdadera índole nada sabemos, pero al que llamamos árbol.
Para un ser diferente del hombre, podrá ser lo que
 nosotros llamamos árbol, algo enteramente diferente,
 quizás transparente y sin solidez material y a millares
 de seres cuyas constituciones difieran unas de otras,
 les parecerá bajo mil aspectos distintos. Podemos
nosotros ver en el Sol solamente un globo de fuego; pero
 un ser de superior facultad comprensiva podrá ver en lo
 que nosotros llamamos sol algo para nosotros
indescriptible; porque careciendo de las facultades
 necesarias para percibirlo en su realidad, no podemos concebirlo.

 

 

flores.gif picture by Sibylita

 
 
 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 23/09/2009 13:53
 

 

VERDAD ABSOLUTA Y RELATIVA.Y(II)

 

El hombre externo guarda cierta relación con el mundo externo y sólo

 puede conocer del mundo esta relación externa. Alguien objetará que debemos

contentarnos con este relativo conocimiento sin profundizarlo. Sin embargo,

esto impediría todo progreso ulterior, condenándonos a permanecer sumidos en

 el error y en la ignorancia; porque el mero conocimiento de ilusiones externas

es ilusorio. Además, el aspecto externo de las cosas es consecuencia de una

actividad interior y, a menos que conozcamos el verdadero carácter de esta

 actividad interna, no podremos comprender el carácter verdadero del

 fenómeno externo. Por otra parte, el hombre real e interno, que reside en la

forma externa, mantiene ciertas relaciones con la actividad interna del Cosmos,

 las cuales no son menos estrictas y definidas que las existentes entre el hombre

externo y la naturaleza externa y, a menos de que el hombre conozca sus

 relaciones con Dios, jamás comprenderá su naturaleza divina ni alcanzará el

 verdadero conocimiento de sí mismo. Mostrar la verdadera relación entre

el hombre y TODO y elevarle al excelso plano de existencia que debe ocupar

en la Naturaleza, es el único y verdadero objeto de

la religión verdadera y de

 la verdadera ciencia. El que un hombre haya nacido en cierta familia o en cierta

 ciudad no indica en manera alguna que haya de permanecer allí durante

 toda su vida y, análogamente, el que esté en inferior condición física, moral

 o intelectual, no entraña la necesidad de que permanezca siempre en tal

estado y no pueda elevarse a mayores alturas.

La ciencia suprema tiene por objetivo el superior conocimiento de Dios y sólo

podemos saber de Dios la manifestación de Su actividad en nuestro interior.

El conocimiento del Yo equivale al conocimiento de nuestra divina naturaleza.

Entonces el Yo interno reconocerá sus relaicones con el divino Principio del

universo, si cabe hablar de relaciones entre dos cosas idénticas. Para expresarnos

con más corrección, deberíamos decir que el hombre se conce espiritualmente a

 sí mismo cuando conoce que Dios mora en su interior.

Toda facultad física o mental proviene del espíritu. Por la actividad espiritual percibe

 el hombre con sus sentidos corporales. En la mayor parte de los hombres la

interna fuerza espiritual sólo ha despertado la potencia intelectual y los sentidos

exteriores. Pero hay hombres excepcionales, en quienes la actividad espiritual

alcanza un grado mucho mayor y han desenvuelto las facultades internas de percepción.

Tales hombres perciben lo que para los demás es imperceptible y ejercitan facultades

que aún están latentes en el resto de los mortales. Si los cientistas presencian un

 caso práctico de percepción superior, lo achacan a un estado morboso del cuerpo,

pues la ciencia académica nada sabe de las leyes fundamentales de la Naturaleza

y confunde las causas con los efectos y los efectos con las causas. Con igual razón,

 podría un rebaño de carneros, si uno de ellos hubiese obtenido la facultad de hablar,

creer que su compañero estaba enfermo. Así, la sabiduría, es locura para el loco; la luz,

 tinieblas para el ciego; la virtud, vicio para el vicioso; la verdad, embuste para el falso

 y en todo vemos que el hombre no percibe las cosas tal cual son, sino tal como las imagina.

Todo cuanto los hombres llaman bueno o malo, verdadero o falso, útil o inútil, etc.,

es relativo a su limitada percepción y, de aquí, la diversidad de opiniones, conceptos

y juicios sobre un mismo objeto de percepción. Por esto el lenguaje va

 acompañado de la confusión, puesto que diferenciándose siempre en algo las

diversas constituciones de los hombres, cada cual percibe las cosas de distinto modo.

 Esta verdad es todavía más evidente en las cuestiones de ocultismo, sobre las

 cuales la mayor parte de los hombres tienen ideas falsas y una sola máxima o

aforismo oculto suscitaría disputas o falsas interpretaciones. Las únicas verdades

 que se hallan fuera del alcance de toda disputa son las absolutas, que no

 necesitan demostración por lo axiomáticas y expresarlas por medio del lenguaje

equivale a decir lo que todo el mundo sabe y nadie niega. Decir, por ejemplo,

 que Dios es causa de todo bien, equivale sencillamente a simbolizar el origen

 desconocido de todo bien con la palabra "Dios".

Las verdades relativas conciernen únicamente a la transitoria personalidad y

 sólo puede conocer la verdad absoluta quien trascendiendo el yo inferior y el

fenómeno, llega a la región de lo real, eterno e inmutable. Quien esto logra,

muere para el mundo, o lo que es lo mismo, desecha por completo la noción

del yo personal e ilusorio y se une con Dios, en cuyo seno no existe el menor

sentimiento de separación. Si estás dispuesto a morir así, puedes entrar en el

santuario de la ciencia oculta; pero si te atraen las ilusiones del mundo objetivo

y, sobre todo, la ilusión de tu personalidad, en vano buscarás el

 conocimiento de Aquello que existe por sí mismo, independiente de toda

 relación y es el eterno centro del cual todo procede y al cual todo vuelve;

al flamígero centro, el Padre, a quien sólo puede

acercarse el Hijo, la Luz y la Verdad Suprema.

 


 
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