No podemos encontrar a Dios por medio del conocimiento, pero podemos conocerlo en nuestro corazón por experiencia personal.
El Libro de Urantia. Pág.1453
Muchas veces a nuestra mente finita le parecen incomprensibles los atributos de Dios y mucho menos podemos comprender cuando "la palabra Dios se utiliza de siete formas diferentes:
1- Dios el Padre Universal. El creador.
2- Dios el Hijo, segunda persona de la Deidad
3- Dios el Espíritu Infinito, la tercera persona de la Deidad
4- Dios el Supremo, el Dios del tiempo y espacio en continua evolución.
5. Dios el Séptuple, la personalidad de la Deidad donde quiera que ella funcione.
6- Dios el Último, el segundo nivel experiencial de la manifestación de la Deidad unificante.
7- Dios el Absoluto, el Dios experiencializante de los valores super personales y los significados de divinidad trascendidos.
Por lo menos yo, confieso que todos estos términos son absolutamente grandes e inimaginables para mi mente mortal, pero para mi tranquilidad es normal que así sea, pues "la Realidad como la comprenden los seres finitos, es parcial, relativa y nebulosa. La máxima realidad de la Deidad comprensible por las criaturas finitas evolucionarias está dentro del Ser Supremo"5
Si nos quedáramos en estos conceptos, nos sentiríamos demasiado pequeños y tremendamente lejanos de Dios, porque "la inmensidad y la grandiosidad de la Personalidad divina está má allá del alcance de la mente no perfeccionada del hombre"27 por eso que ese mismo Dios, envió a su Hijo para que se encarnara como uno más de nosotros y nos enseñara que Dios es nuestro Padre y que ama a cada ser humano como a un hijo, constituyéndose en el más grande de todos los misterios impenetrables de Dios, porque la manera en que convive el Padre Universal con las criaturas del tiempo, es el más profundo de los misterios. En cada ser mortal de este planeta, habita un fragmento de Dios, una parte integral de la divinidad."26
Jesús nos vino a enseñar que Dios no busca nuestro tributo de adoración a lo incomprensible, sino que él como Padre busca la amistad con la critatura, busca el trato que un buen hijo tiene con su padre y ese coloquio entre la criatura y el Creador sólo se puede dar en la profundidad del ser humano, como una experiencia personal, que va mucho más allá de cualquier oración o práctica impuesta, pues la "verdadera religión es la actitud de un alma individual en sus relaciones conscientes con su Creador"1603 y debe juzgarse por sus frutos, de acuerdo con la manera y el grado en que logra manifestarse.
Es cierto que para tener una amistad con Dios hay que aprender a ser virtuosos, porque "la virtud es rectitud y conformidad con el cosmos, pero nombrar las virtudes no quiere decir definirlas, porque ellas sólo se conocen cuando se viven. La virtud no es simple conocimiento, ni siquiera es sabiduría, sino más bien es la realidad de la experiencia progresiva, en el logro de los niveles ascendentes de alcance cósmico. En la vida diaria del hombre mortal, la virtud se manifiesta como la libre elección del bien sobre el mal."193
"La moralidad humana no se puede promover ni por ley ni por la fuerza, pues es un asunto de libre albedrío de la criatura que desea hacer la voluntad de Dios" 193 De la misma manera que los amigos, a diferencia de nuestros familiares no se nos imponen, sino que son de nuestra libre elección, así también la amistad con Dios, no se impone, debe nacer del fondo de nuestro corazón cuando aprendemos a amarlo y a confiar en El como en un Padre.
Jesús nos enseñó el más grande descubrimiento para el alma humana, nos mostró la experiencia de "encontrar a Dios en nosotros y por nosotros mismos y hacer de esto un hecho de la experiencia personal. Cuando tenemos esta experiencia, la religión cambia, deja de ser una creencia intelectual de autoridad, a la experiencia real de la fe viva que es capaz de alcanzar la amistad con Dios y todo lo que se relaciona con el Espíritu divino del Padre" 1731
No busquemos a Dios en los libros ni en los maestros por buenos que ellos sean, escuchemos lo que sus palabras tienen de verdad pero a Dios, busquémoslo por nosotros mismos en nuestro interior y por nuestros propios medios, para que así esta búsqueda sea una experiencia personal y única.
yolanda silva solano
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