Las cuatro direcciones del mundo interior
Cada estación tiene su tesoro, una ventana abierta a cada punto cardinal desde donde asomarse a la Vida.
El ser humano es un microcosmos sujeto a las mismas leyes que el resto de la Creación. También en nosotros el cambio es la regla. Mas podemos aprender a manejar, en armonía con tales leyes, las situaciones y estados con los que nos encontramos. Para ello hay que prestar atención a los cambios físicos y anímicos que en nosotros se suceden, y adaptarse a ellos, procurando atender las señales que el cuerpo nos transmite. De esta forma aprenderemos a llevar las riendas de nuestros procesos. Esta es la propuesta de esta sección: conocer los ciclos por los que pasamos y encontrar el tesoro de cada uno, sin caer en su lado ingrato. Para ello utilizaremos el marco de las cuatro estaciones, que nos servirán como mapa para describir las cuatro direcciones del mundo interior.
Mirándonos en la naturaleza
Si observamos con neutralidad la Naturaleza descubrimos que el cambio es el fundamento de lo vivo. Todo está en constante movimiento. El amanecer sucede a la noche. Las plantas crecen, florecen, dan fruto y se marchitan para perpetuarse en las semillas que dejaron… Las estaciones transcurren cambiando el clima, la vegetación, las costumbres… y nosotros las habitamos, adaptándonos y sacando provecho de cada una, pues todas ofrecen algo único.
Se cierra el ciclo
A lo largo de este viaje por las 4 estaciones interiores descubriremos que participamos de todos los climas, que en nosotros habita el niño, el anciano, la osadía y el temor, el silencio y la expresión… la creencia de que somos de una manera determinada, de que el otro tiene lo que a mí me falta, cierra la puerta a despertar la infinita posibilidad que encerramos. Abre tus sentidos a la Naturaleza, pues es un espejo de tu propia naturaleza. Así nació esta sección. Tienes un mapa para orientarte; el territorio eres tú, y el camino es un misterio que se va desvelando al recorrerlo. Obsérvate, tus reacciones, tus procesos de pensamiento, tus cambiantes estados de ánimo… Y así como te has hecho experto en manejarte por la cultura que habitas porque has volcado tu atención en ello, hazte especialista en tí mismo: no entregues a nadie el timón que sólo a tí corresponde manejar.
Recuerda que existen tantas realidades como puntos de vista. Así que no coloques tu referencia en creencias, aunque las compartas con muchos millones de personas. Tu centro está en el corazón, no en la cabeza, y sólo en el silencio mental encontrarás la respuestas a tus dudas… y sólo en tu corazón encontrarás el calor que da vida. Respira hondo, llénate del alimento que es el aire, y agradece tan inmenso regalo. Con los pies afianzados en la tierra, la fuerza en el vientre y el eje en el corazón, abre los brazos y ponte el cielo de sombrero.
|