Con cuánto amor le has dado al hombre los ojos, para que viera lo que con tanto amor Tú le has dado. Con cuánto amor has recortado la forma de los árboles y de sus hojas, y has redondeado los frutos y los has pintado de muchos colores, y les has dado perfume y sabor, y un tiempo para madurar, para que el hombre viera, primero el brote, luego la yema, luego el cáliz que se hace fruto. Para que aprendiera a esperar, y a tener confianza y supiera qué es el tiempo y la espera.
Con cuánto amor has creado los espacios y nos los has dado sin que nosotros te lo pidiéramos. Con cuánto amor, Dios mío, has hecho la Tierra. Con qué cuidado has recortado las costas y has puesto los lagos. Con cuánto amor has hecho el azul del mar. Con cuánto amor has creado las nubes y las hace vagar. Con cuánto amor has hecho las playas y las llanuras y los montes. Con cuánto amor has preparado la tierra para que acoja a las semillas. Con cuánta sabiduría has hecho cada planta, incluso las venenosas, para hacer medicinas para los males que el hombre se crea a él mismo, porque es incapaz de encontrar el equilibrio en Tu equilibrio. Porque nosotros no sabemos pedir, ya que lo tenemos todo y no sabemos verlo.
Dame sólo, Dios, mío, una cosa aún, dame el silencio de dentro y de fuera, para que pueda sentirte aún más y, quizás, sentirte a Ti sólo.
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