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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: pedroavila65  (Mensaje original) Enviado: 16/10/2009 13:14
El Grupo Aztlan canalizando a los Hermanos Mayores

Jesús sabía, gracias a la telepatía, que pensamientos rondaban por la mente de quienes le rodeaban. Conocía los acontecimientos que se iban a producir gracias a la precognición. Podía curar enfermedades con la sola imposición de sus manos o a distancia gracias al dominio que tenía de las energías. En fin, que la mayor parte de sus milagros, respondían al hecho de proceder de un mundo donde esos acontecimientos son habituales.



Se necesitaba un hombre con las características físicas, energéticas y mentales adecuadas para poder albergar en el momento oportuno un espíritu de alta vibración situado muy cerca del final de la escala evolutiva, es decir aquellos considerados como Hijos de Dios por su proximidad a El. Para ello era necesario un plan de adecuación genética que diera como resultado un ser con las características antes mencionadas cosa que solo se podría lograr mediante la modificación natural de la cadena genética de seres humanos de la Tierra, obviamente introduciendo algunos cambios sustanciales en dicho proceso.

La elección del pueblo de Israel no fue una decisión improvisada. Por el contrario, las tradiciones religiosas de este pueblo, creyente en un solo Dios frente al politeísmo de los que les rodeaban, fue una de las razones. La otra fue el hecho de que en estas tradiciones se incluía la aparición de un Mesías salvador. El pueblo judío creía en la reencarnación y pensaban que la venida del nuevo Gran Maestro o Redentor sería la encarnación de alguno de sus antiguos caudillos o liberadores, acaso Moisés. Pertenecía a la raza aria y seguramente nacería de la estirpe de David.

Los esenios y los palestinos de raza aria confiaban que el Mesías naciera concretamente de su propia raza y de entre los miembros de su comunidad. Posiblemente, por aquel entonces, los esenios fuesen uno de las comunidades de mayor evolución espiritual de la Tierra. Así, una vez elegido el pueblo, era necesario encontrar el momento oportuno y la familia adecuada. Se eligió a una pareja, Joaquín y Ana. Joaquín era yerno de Isaac, el sumo sacerdote del templo de Helios, situado a las afueras de Jerusalén. Ambos esposos, según algunas tradiciones, practicaban la filosofía esenia inspirada en la Gran Fraternidad Blanca. La Concepción de María fue muy similar a la acontecida años más tarde con Jesús.

En ambos casos no hubo intervención física masculina, sino que ambas mujeres recibieron la implantación de un óvulo fecundado a través de “un rayo de luz”. Estos óvulos llevaban en su núcleo la cadena genética de unos seres humanos de mayor evolución que la vuestra aunque en el caso de Ana incorporando algunas alteraciones en función tanto del receptor como de las características medioambientales del planeta que iba a servir de morada a María. Tengo que recordar que Joaquín hacía cinco meses que se encontraba fuera de su casa, pastoreando ovejas, cuando recibió la visita de un ”ángel” que le notifico la buena nueva de su futura paternidad, cosa que Joaquín aceptó de buen grado dado que carecía de descendencia y eso era causa de rechazo social en aquel tiempo.

Por otra parte el hecho de ser un hecho sobrenatural anunciado por un ángel en presencia de testigos y tener un objetivo tan grande hizo que cualquier rechazo desapareciera de la mente de Joaquín. María fue preparada física, energética y mentalmente por los “Ángeles del Señor” en el templo, quienes la atendían y la alimentaban, adecuándola para la gran labor que habría de desempeñar: Albergar en su seno un ser superior en evolución. Así pues María ya contaba con un código genético no terrestre. Por tanto, cuando ella engendró de igual forma a Jesús, éste tenía un código genético de iguales características que su padre natural, es decir, aquél se que donó su semilla, sin que hiciera falta ninguna modificación como en el caso de la concepción de su madre.

No es de extrañar, por tanto, que incluso antes de incorporar el espíritu crístico ya tuviera unas facultades mentales y energéticas muy superiores a la media, lo que le hacia aparecer como superior ante sus conciudadanos. Así Jesús sabía, gracias a la telepatía, que pensamientos rondaban por la mente de quienes le rodeaban. Conocía los acontecimientos que se iban a producir gracias a la precognición. Podía curar enfermedades con la sola imposición de sus manos o a distancia gracias al dominio que tenía de las energías. En fin, que la mayor parte de sus milagros, respondían al hecho de proceder de un mundo donde esos acontecimientos son habituales.

A partir del momento en que fue bautizado en el río Jordán e incorporó la energía o Espíritu Crístico comenzó su vida pública predicando una relación de hermandad entre los hombre, un mensaje de esperanza: “Amad y obrad amorosamente con todos, que la esperanza sea el alma de vuestras obras, porque más allá de esta vida hay otra vida futura más perfecta. Lo sé porque de ella he venido y a ella os llevaré. La aspiración por si sola no os ha de valer. Para alcanzar la perfecta vida futura habéis de empezar por realizarla ahora, en vuestro interior y después vivirla en la humanidad por medio de actos de amor y obras caritativas.”

Los milagros de Jesús no fueron sobrenaturales sino hechos basados en un profundo conocimiento de las leyes de la naturaleza. Todo ser humano posee congénitamente el divino poder taumatúrgico, y todos tenemos la capacidad de actualizarlo en mayor o menor grado con el necesario dominio mental para su aplicación. Jesús mismo lo corroboró al decirles a sus discípulos que podrían hacer las cosas que El hacía y aún mayores. Los avatares que le precedieron obraron también milagros, pero no fueron esos sus hechos más significativos sino su mensaje, las palabras de esperanza y paz que difundieron entre las gentes.

Cuando Jesús creyó llegado el momento de dar el siguiente paso adelante en su misión, consultó con su padre. Esto era algo habitual en Jesús. En ocasiones se retiraba a meditar a algún lugar alejado lejos de las miradas de los curiosos y alli recibía la visita de su padre natural o de alguno de sus embajadores. Éstos le comunicaron que había llegado el momento de asumir temporalmente y solo en algunas ocasiones el espíritu o energía de altísima vibración que haría que sus palabras y obras adquirieran la difusión y la fuerza necesaria para se llevadas a través del espacio y del tiempo hasta los hombrea que alcanzasen el final de la actual generación como es vuestro caso. No os escandalicéis por nuestras palabras. Jesús era un ser humano y como tal tenía la necesidad de comunicarse con quienes le había elegido para la sublime misión de dar referencias a una humanidad en vías de repetir nuevamente por el dolor, in ciclo evolutivo de 25.000 años.

La vida pública de Jesús tuvo un efecto sorprendente entre las gentes que le seguían. Sus palabras iban impregnadas de una energía tan sutil y al mismo tiempo tan poderosa que quienes le escuchaban sentían como vibraban todas las fibras de su ser. Sin embargo, aquellos que sentían que su poder hegemónico podía tambalearse, aquellos que seguían y aún siguen la ley de sus antepasados, sin tener en cuenta que las leyes deben adaptarse a cada momento evolutivo del ser humano, esos rechazaron categóricamente que Jesús pudiera ser el Mesías prometido. El miedo ante la fuerza desplegada por Jesús, muy superior a la de otros profetas contemporáneos, les indujo a buscar la forma de su eliminación. No tuvieron en cuenta las consecuencias de sus actos. Un hombre “especial” como era Jesús no podía desaparecer sin que su huella permaneciera a lo largo de los siglos.

Aunque la religión cristiana fundamente su enseñanza en la necesidad de la muerte de Jesús como medio para salvar a la humanidad, la misma sólo era contemplada por los encargados de la “Misión” como parte del programa para “que se cumplieran las escrituras”. Es decir, para que los judíos aceptaran a Jesús como su Mesías, cosa que , como se puede apreciar no surgió efecto. Si lo surtió, en cambio, para aquellos que trasformaron una cuestión político-religiosa en toda una religión.

Jesús no tenia necesidad de morir y sólo la responsabilidad adquirida le hizo seguir adelante cuando sus fuerzas flaqueaban. La oración en el huerto fue una llamada postrera a los responsables de la misión. “Si es posible pase de mi este cáliz”. Por otra parte, algunas de las frases que Jesús pronunció antes de morir en la cruz iban dirigidas claramente a esos responsables, como por ejemplo ¡Padre ¿Por qué me has abandonado?!

Después dijo: “En tus manos encomiendo mi espíritu” y “Todo ha concluido”. Fue en ese momento cuando Jesús Hombre y Jesús Cristo volvieron a desasociarse. La misión de Cristo había concluido, su labor en la Tierra había terminado y Jesús ya no encarnaba o representaba al Logos.”

La raíz cósmica del Espíritu Crístico la encontramos en la estrella Sirio. Había alcanzado ya el grado de Logos Solar y es un espíritu adscrito de alguna manera a vuestro planeta. Volverá a manifestarse cuando llegue el final de nuestra generación. El Espíritu Crístico sólo se manifestaba en Jesús cuando éste se dirigía a las multitudes, el resto del tiempo no era necesario dadas las características personales que él poseía.

El no quiso que su figura se manipulase y se crease toda una institución que, como se ha podido comprobar no ha representado como tal la razón de su venida a vuestro mundo. No hay más que analizar la historia de la iglesia desde ese momento hasta el actual para comprender que la misión de Jesús y su “equipo” solo ha podido llegar a buen puerto gracias a los hombres sencillos que han hecho de sus dos mandamientos:

Amaras a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, su norma de vida.
La institución religiosa ha servido de notario del mensaje y como tal notario ha cobrado, siglo tras siglo, una buena minuta.

Hermanos Mayores


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