Uno de los principios que los adultos han de aplicar a diario para ser mejores padres es no involucrarse en luchas de poder en las que normalmente nadie sale victorioso.
Una lucha de poder se produce cuando alguien cree que ha perdido autoridad y quiere recuperar la sensación de control. Los niños plantean luchas de poder cuando no se les permite tomar decisiones y ponerlas en práctica con sus propios recursos.
Hay que considerar que las luchas de poder son inevitables porque partimos de la base de que la relación entre padres e hijos no es una relación de igualdad, sino jerarquizada. Los padres son adultos que sirven como modelos de los hijos y estos necesitan de esos modelos. Los hijos tienen gran capacidad de aprendizaje pero muchas veces les falta el sentido común para afrontar situaciones de la vida diaria. En estos casos, son los padres los que deben poner límites a la libertad individual para protegerlos.
Además, cuando un padre no tiene autoridad, el hijo la adquiere y llega a disponerla y usarla. Y lo que es peor, si en la casa no hay autoridad, el hijo intenta encontrarla fuera de ella y de ahí que busquen líderes individuales que no siempre ejercen una influencia positiva en los hijos porque se refugia en su grupo y lo sigue de forma gregaria.
Una lucha de poder viene a ser un conflicto. No debemos temer a que aparezcan los conflictos porque así nos permite superarlos. Lo importante es aprender a enfrentarse a ellos para poder encontrar una solución correcta.
Desde el punto de vista del padre, es importante que una lucha de poder o conflicto no se plantee como algo personal donde tiene que haber un ganador y un perdedor. Lo que hace falta es controlar la situación para que las dos partes en conflicto ganen y, por extensión, la familia completa.
Características de las luchas de poder
La lucha de poder suele convertirse en una reacción, por ambas partes, de necesidad irracional de controlar al otro. Trae como consecuencia sentimientos negativos y es difícil llegar a soluciones satisfactorias para ambas partes.
Una lucha de poder genera otras luchas porque produce sentimientos de impotencia y de pérdida de control. Las luchas de poder no se producen siempre sobre un tema concreto, el motivo es la falta de poder.
Las luchas de poder pueden ser conflictos menores o acabar en malos tratos físicos. Se hacen habituales en las relaciones familiares y en casos extremos pueden producir abusos, depresión o serias disfunciones en el clima familiar.
Reynold Bean en "Cómo ser mejores padres" plantea las siguientes características:
-
Como nadie gana una lucha de poder, el objetivo es no perderla, lo cual hace que las partes enfrentadas sigan indefinidamente.
-
En una lucha de poder, ambas partes tienen la vaga sensación de estar realizando un esfuerzo inútil, pero se niegan a abandonar. Se desarrollan sentimientos muy negativos.
-
Los padres que están inmersos en una lucha de poder observan en los hijos una característica que no les gusta de sí mismos y desean cambiarla.
Los padres suelen plantear luchas de poder con los hijos que presentan rasgos parecidos y donde los adultos se ven reflejados. Por tanto, se suele transmitir al hijo que tiene un carácter similar al adulto. Esta situación la puede evitar el adulto siendo sincero y reconociendo lo que no le gusta de sí mismo.
webs consultadas
|